La nueva vida de Philippe Lan?on, el escritor que sobrevivi¨® al ataque a ¡®Charlie Hebdo¡¯

El 7 de enero de 2015 los hermanos Kouachi?entraron en el peri¨®dico sat¨ªrico ¡®Charlie?Hebdo¡¯, en Par¨ªs, armados con rifles de?asalto. Al grito de ¡°?Al¨¢ es grande!¡±, mataron?a 12 personas. El escritor y periodista?franc¨¦s Philippe Lan?on sobrevivi¨® a terribles heridas?sufridas en el rostro. Vivi¨® nueve meses en hospitales.?Sufri¨® 18 operaciones. Y volvi¨® a una vida que, admite,?¡°ya no es la misma porque yo ya no lo soy¡±. Luego lo?cont¨® todo en ¡®Le lambeau¡¯: un libro, un exorcismo
AQUELLA MA?ANA DE invierno de 2015 Philippe Lan?on, que hab¨ªa publicado tres novelas y era uno de los periodistas y cr¨ªticos culturales de m¨¢s peso en Francia, recibi¨® dos tiros de Kal¨¢shnikov-357 Magnum en el rostro. Fue en la sala de redacci¨®n del peri¨®dico sat¨ªrico Charlie Hebdo, en la calle Nicolas-Appert del distrito XI de Par¨ªs. Varios de sus mejores amigos ¡ªlos dibujantes y columnistas Cabu, Wolinski, Charb y Bernard Maris, entre otros¡ª murieron en el atentado perpetrado por los hermanos Kouachi al grito de ¡°?Allahu akbar!¡± (¡°?Al¨¢ es grande!¡±). ?l sobrevivi¨® al ataque yihadista pero se qued¨® sin cara del labio superior para abajo. Estuvo ingresado nueve meses en los hospitales de la Salp¨ºtri¨¨re y los Inv¨¢lidos. Va por la cirug¨ªa facial n¨²mero 18. Los m¨¦dicos trasladaron su peron¨¦ al lugar que antes hab¨ªa ocupado su mand¨ªbula. El calvario fue prolongado. La morfina y Bach aplacaban el espanto. Se march¨® de Par¨ªs. Y public¨® Le lambeau.

En sus 500 p¨¢ginas, este hombre valiente que llama a las cosas por su nombre y que no conoce el adorno relat¨® un compendio de azares, desgracias, sufrimientos, consecuencias, reflexiones y aprendizajes que dejan al lector en estado de shock. Al mismo tiempo, al cerrar Le lambeau (Ediciones Gallimard para la versi¨®n original en franc¨¦s, ediciones Anagrama el a?o que viene para la versi¨®n en espa?ol) a uno le entran algo parecido a una irremisibles ganas de conocer a su autor.
Hoy se cumple ese deseo. Es un d¨ªa de calor asfixiante en las colinas de Roma. Philippe Lan?on est¨¢ sentado en un precioso bar de la capital de Italia. Se retir¨® aqu¨ª junto a su compa?era sentimental, huyendo de Par¨ªs y de las zonas menos apetecibles de la memoria. Escribi¨® en Roma gran parte del libro. Que fue, primero, un t¨ªmido regreso de la muerte Y despu¨¦s, una vuelta a la vida, una vuelta a medias. Basta con escucharle.
LA CEREMONIA DEL REGRESO
¡°Regreso poco a poco, con distancia, a una vida que ya no es la misma porque yo no soy el mismo¡±, explica en un perfecto espa?ol el escritor y periodista franc¨¦s. ¡°Hay un bolero cubano que dice ¡®Contigo en la distancia¡¯ y yo estoy un poco as¨ª. Por un lado estoy con aquel que fui, y por el otro con el que soy, hoy y aqu¨ª, en Roma. Hay varios ¡®yo¡¯: el que fui antes del atentado, el que fui en el a?o que sigui¨® al atentado; el de la convalecencia, que arranc¨® un a?o despu¨¦s del atentado; el escritor, que es, como dec¨ªa Proust, el producto de otro ¡®yo¡¯. Y por fin est¨¢ el hombre que estoy volviendo a ser ahora, y que es una persona que todav¨ªa no conozco bien¡±.
¡°Intent¨¦ brindar al lector?la experiencia de alguien que ha sufrido desde dentro el terrorismo, pero sin compadecerse¡±
El ¨²ltimo cap¨ªtulo del libro se titula precisamente as¨ª, Los regresos. En ¨¦l se entrecruzan el inventario de lo ocurrido y el diagn¨®stico de lo que vendr¨¢. Y no solo afecta a la v¨ªctima. ¡°Es raro. A poca gente le toca renacer a los 50, que es lo que he hecho yo de verdad¡ y no creo que sea una construcci¨®n psicol¨®gica. La idiosincrasia del atentado es una irrupci¨®n violenta y totalmente imprevista que destruye la continuidad de la vida, a veces hasta la muerte, a veces solo hasta la herida, sea f¨ªsica o psicol¨®gica. Y renaces. Porque hay algo que qued¨® destruido, y aqu¨ª no hablo de lo f¨ªsico sino de lo existencial. Un atentado produce una herida existencial. Es una herida individual pero tambi¨¦n colectiva¡±, cuenta con voz tenue el escritor, que en sus p¨¢ginas alude a ¡°una violaci¨®n colectiva¡±. ¡°Porque est¨¢ hecho precisamente para eso, y en ese sentido es una acci¨®n muy bien dise?ada¡±.
- ?Ha intentado entender a los terroristas que quisieron matarle y que mataron a sus amigos?

- La verdad es que no me interesan mucho, ni por el bien ni por el mal. Pienso que quienes nos atacaron eran pobre gente, sin mente.
- ?Qu¨¦ puede ocurrir ah¨ª, en una mente, para hacer algo as¨ª? ?Lo ha pensado?
- Creo que en el vac¨ªo de sus cabezas entraron monstruos, fantasmas del estilo de los que pintaba Goya pero activados por personas concretas, esas s¨ª, conscientes de lo que hacen, de servir al Estado Isl¨¢mico y todo eso.
- Y ya nada fue igual¡
- Cambiaron mi existencia, me cambiaron. Se acab¨® el otro Philippe Lan?on. Fue muy duro. No siento odio por los hermanos Kouachi, s¨¦ que son un producto de este mundo, pero sencillamente, no acierto a explic¨¢rmelos.
- Su vida dej¨® de ser aquella vida. Murieron algunos de sus mejores amigos. Y el dolor f¨ªsico¡ ?Pens¨® en el suicidio?
- Jam¨¢s.
- ?Es usted un tit¨¢n?
- Nada de eso. El car¨¢cter se desarrolla con las circunstancias.
LA CIRUG?A Y LA ESCRITURA
Philippe Lan?on lleva 17 operaciones. Si todo va bien, la curaci¨®n total ¨Csiempre que ese concepto exista en un caso como el suyo- llegar¨¢ en cosa de un a?o. ¡°Todav¨ªa me tienen que poner una nueva pr¨®tesis y en mi caso eso es complicado. La mand¨ªbula fue completamente reconstruida utilizando el hueso del peron¨¦ y los implantes no se agarran tan bien como en una mand¨ªbula normal. Y si no tienes implantes, no tienes pr¨®tesis¡±.
Entre su oficio, el de escribir, y el de sus cirujanos salvadores, el de recomponer, subyace, asegura, un com¨²n denominador que habla de procesos tortuosos. ¡°Escribir es un camino muy largo y repararse la mand¨ªbula tambi¨¦n. En ambos hay que ser paciente; ahora los m¨¦dicos me dicen que estoy ya en la recta final, y esto es un poco como afrontar la recta final de un libro. Corriges y corriges, quitas y pones cosas¡ aciertas y fallas¡ para m¨ª hay un paralelismo muy evidente y muy ¨ªntimo entre la cirug¨ªa y la escritura¡±.
Saber quitar. Desbrozar. Minimizar. Ir recto a la esencia. Eso es escribir seg¨²n Philippe Lan?on. Tambi¨¦n lo era para algunos de los grandes genios que ama, Kafka por encima de todos. Empez¨® el libro y tuvo que parar. ¡°No me sal¨ªa ser sencillo, estaba haciendo estilo, estaba haciendo literatura, y no era eso lo que quer¨ªa¡±, explica. ?Y hoy? ¡°Me gustar¨ªa escribir cada vez m¨¢s simple, quitar cada vez m¨¢s cosas, a menudo uno no tiene tantas cosas que decir, ?sabes? O callarme. Cuando uno se da cuenta de que realmente no tiene tanto que decir, se calla. Quitar tambi¨¦n es escribir. Tendemos a escribir m¨¢s de la cuenta. Qui¨¦n sabe, a lo mejor tambi¨¦n en este libro escrib¨ª demasiado¡¡±.
LOS VAMPIROS
¡°El paciente es un vampiro¡±, escribe Philippe Lan?on en Le lambeau, refiri¨¦ndose a la exhaustiva e intensa gama de actitudes ego¨ªstas ¨Cen un sentido literal del t¨¦rmino- que toda persona sufriente en una habitaci¨®n de hospital observa con respecto a personal sanitario, familiares, amigos¡ seguramente el ego¨ªsmo m¨¢s justificado y comprensible que quepa imaginar. Entonces cabe plantearle otro paralelismo:
- ?Y el escritor? ?No es tambi¨¦n un vampiro, lo mismo que ese paciente hospitalario del que habla?
- Claro que lo es, pero no en tiempo real. Hay una diferencia. El paciente intenta nutrirse de todo lo que puede, y de todos, y en todo momento. Por supuesto, el escritor lo chupa todo, pero se lo guarda para m¨¢s tarde. Yo no estaba en esa situaci¨®n, yo viv¨ªa el momento, yo estaba luchando por sobrevivir. El escritor chupa la vida porque su misi¨®n es restituirla bajo una forma literaria. ?Si no la chupa c¨®mo la va a escupir? La creaci¨®n es eso.

- ?Y usted pens¨® en el hospital en transformar esa horrible experiencia en esa forma adecuada de creaci¨®n de la que habla?
- Ni me lo plante¨¦, para m¨ª era imposible escribir una ficci¨®n a partir de eso. Pero a partir de cierto momento s¨ª, surgi¨® en mi cabeza un proyecto bajo la forma de un libro, pero para m¨¢s tarde. No empec¨¦ a pensar en escribir un libro hasta un a?o despu¨¦s del atentado. Aunque en realidad empec¨¦ a escribirlo dos a?os despu¨¦s¡
EL PERIODISMO Y LA LITERATURA
Le lambeau (que podr¨ªa traducirse como ¡°el jir¨®n¡± o ¡°el colgajo¡± y que Lan?on tom¨® prestado de un texto de Racine -¡°Jirones llenos de sangre y miembros espantosos/ Que perros voraces se disputaban entre ellos¡±- no es una novela. Tampoco encaja en lo que podr¨ªa considerarse un ensayo. Hay cierta poes¨ªa ¨Cferoz y sin rima aunque poes¨ªa- pero desde luego no es un poema. Tampoco una autobiograf¨ªa ni una memoir en sentido estricto. Puede que a lo que m¨¢s se acerque este artefacto literario, un aut¨¦ntico fen¨®meno editorial en Francia, sea al g¨¦nero de la cr¨®nica. Datos, contexto, porqu¨¦s, interpretaci¨®n, declaraciones¡ una cr¨®nica, gigantesca, eso s¨ª. Por cierto, as¨ª de duro es en las p¨¢ginas del libro su juicio acerca del periodismo de hoy: ¡°Hay muy pocos cronistas buenos, porque unos se someten a los temas importantes del momento y a la moral ambiente, y los otros lo hacen a un dandismo que les lleva a hacerse los listos y escribir a contracorriente. En resumen, unos se someten a la sociedad y los otros a su propio personaje¡±.
¡°Este libro es el producto de alguien que ha sido periodista durante 30 a?os, y que tambi¨¦n es escritor¡±, zanja su autor. ¡°Todo se mezcla en ¨¦l: el periodismo y la literatura. Lo que me ha dado el periodismo para escribirlo es distancia. Desde que abr¨ª los ojos en la sala de reanimaci¨®n, hubo una parte de m¨ª que se convirti¨® en el periodista de mi propia experiencia, no solo para contar lo que me ocurr¨ªa a m¨ª, sino tambi¨¦n a los que estaban a mi alrededor. He intentado brindar a los lectores la experiencia de alguien que ha vivido desde dentro la experiencia del terrorismo, pero sin compadecerse a s¨ª mismo, escapando del sentido de ese verso hermos¨ªsimo de Quevedo que dice ¡°el llanto interior crece en diluvio¡±. Fiel a su escuela y a quienes le ense?aron, primero, y le permitieron disfrutar de su oficio, despu¨¦s, este cronista de arte, de libros, de m¨²sica y de teatro explica: ¡°Creo que todo esto es el resultado de 30 a?os de periodismo en un lugar como Lib¨¦ration, un diario donde puede desarrollarse lo mejor del periodismo: distancia, precisi¨®n, investigaci¨®n, ning¨²n moralismo, escritura pegada a los hechos, cierta alegr¨ªa en la forma de escribir y de vivir, y sobre todo restituir la vida de aquellos de quien nadie hablaba en los a?os 80 en Francia: la marginalidad, los presos, los suburbios, las mujeres maltratadas, los homosexuales¡¡±.
¡°De pronto escuch¨¦ unos ruidos secos, ?crac!, ?crac!, ?crac!, como petardos, y ah¨ª supe que alguien estaba matando a todos mis amigos¡±
EL ATAQUE
Comme un enfant que croit que nul ne le verra s¡¯il fait le mort (como un ni?o que cree que nadie le ver¨¢ si se hace el muerto).
Philippe Lan?on escribe en la p¨¢gina 81 de Le lambeau: ¡°Los muertos casi se cog¨ªan de la mano. El pie de uno tocaba el vientre del otro, cuyos dedos rozaban el rostro de un tercero, que se inclinaba sobre la cadera de un cuarto, que parec¨ªa mirar el techo, y todos ellos, as¨ª, en esa postura, como nunca y para siempre, se convirtieron en mis camaradas¡±. Estas palabras pertenecen al cap¨ªtulo Entre los muertos. Es el siguiente al titulado El ataque. Solo un cap¨ªtulo de los 20 que tiene el libro, solo 11 de sus 500 p¨¢ginas, se centran en el horror en estado puro del momento del atentado perpetrado por los hermanos Kouachi. Esto no es del todo exacto. El horror ¨Caun contado sin hip¨¦rboles- inunda el libro entero por la doble v¨ªa del proleg¨®meno y de la consecuencia. El proleg¨®meno es terrible: Lan?on reconstruye fr¨ªa, certera, casi cient¨ªficamente, esa v¨ªspera de la masacre, esa velada en el teatro viendo Noche de reyes de Shakespeare, esa indecisi¨®n acerca de si ir a Charlie Hebdo aquella ma?ana o no, esos momentos previos que, le¨ªdos y pensados ahora, se antojan una maldici¨®n retroactiva. Uno casi quisiera viajar en la m¨¢quina del tiempo para agarrar del hombro a este hombre y susurrarle al o¨ªdo: ¡°A Charlie no, a Charlie no, a Charlie no¡ no vayas¡±. Pero s¨ª fue. La consecuencia, todo el mundo la conoce. Y m¨¢s que nadie Philippe Lan?on, a medio camino entre la carne violentada y la psique devastada.
¡°Hasta el ¨²ltimo segundo¡±, recuerda, ¡°no decid¨ª acudir a la reuni¨®n de Charlie Hebdo, ten¨ªa dos art¨ªculos que escribir en Lib¨¦ration, no estaba de buen humor, no ten¨ªa ganas de ir¡ pero como era la primera reuni¨®n del a?o, al final fui. Y claro, eso cambi¨® por completo mi vida. He pensado mucho en c¨®mo ser¨ªa mi vida ahora si yo me hubiera ido a Lib¨¦ration y no a Charlie¡ es inevitable¡±.

Y del proleg¨®meno, al presente de indicativo que nunca debi¨® ser.
Este es el relato que Lan?on construye de aquellos escasos dos minutos. Su voz delicada se entremezcla con los trinos de los p¨¢jaros que revolotean sobre el parque de enfrente y con el ruido de los pasos sobre la madera de los clientes que entran en el bar romano donde charlamos. ¡°Fue todo como una pel¨ªcula en c¨¢mara lenta. De pronto escuch¨¦ unos ruidos secos, ?crac!, ?crac!, ?crac!, como petardos, y ah¨ª supe que hab¨ªa alguien que estaba matando a todos mis amigos. Y que muy probablemente me iban a matar a m¨ª. Decid¨ª echarme, pero muy lentamente, curiosamente ten¨ªa miedo de lanzarme de golpe y hacerme da?o. En una situaci¨®n as¨ª, uno no se da cuenta de lo que pasa, y cuando lo hace puede ser demasiado tarde. Yo me di cuenta de que de verdad pasaba algo serio cuando vi a Frank intentado desenfundar su pistola [se trataba de Frank Brinsolaro, el guardaespaldas de St¨¦phane Charbonnier, alias Charb, director de Charlie Hebdo: ambos murieron en el atentado]. Ve¨ªa por debajo de la mesa las piernas de uno de los asesinos, que se acercaban. Yo abr¨ªa un ojo y cerraba el otro, estaba esperando el tiro de gracia. All¨ª se mezclaba lo irreal con lo absolutamente real. ?Me matar¨¢n? ?Estoy ya muerto o sigo vivo? Todas esas preguntas se mezclaban en mi cabeza¡±.
LO QUE QUED? EN EL TINTERO
Siempre habr¨¢, ante un libro as¨ª, quien piense que se ha ido demasiado lejos. Que hay cosas que no pueden ser dichas. Que ciertos detalles rozan lo insostenible, lo impublicable. Pero ocurre que, al margen del derecho moral que le asist¨ªa al hacerlo por razones obvias, Philippe Lan?on se atuvo a una regla estricta, innegociable. Eso le oblig¨® a contar ciertas cosas terribles y a dejar otras en el tintero. ¡°Yo no lo he contado todo, b¨¢sicamente por una raz¨®n ¨¦tica. En el libro relato todo lo que vi directamente cuando estaba en la sala de redacci¨®n de Charlie Hebdo, el lugar del atentado, y solo lo que vi. Por eso hablo del cerebro de Bernard [Lan?on relata con detalle, en el cap¨ªtulo dedicado al ataque terrorista, c¨®mo el cerebro de su amigo el economista y columnista Bernard Maris, sal¨ªa fuera de su cr¨¢neo], porque es lo primero que vi y es como la puerta que abre al infierno y luego al purgatorio. Esa imagen, que me acompa?¨® durante d¨ªas y d¨ªas, yo no pod¨ªa no contarla porque es la puerta de entrada al resto del libro. En aquella sala de redacci¨®n hab¨ªa amigos m¨ªos muertos con las caras totalmente destruidas. Lo s¨¦ porque le¨ª el informe policial, pero yo no las vi, y por eso no lo cuento, porque me habr¨ªa parecido indecente. Tampoco cuento ciertas cosas del hospital porque son cosas ¨ªntimas que me confesaron mi cirujana, o las enfermeras, etc¨¦tera, y no tengo derecho a contarlas¡±.
EL SILENCIO
Entre el atentado y la publicaci¨®n del libro, Philippe Lan?on solo concedi¨® una entrevista, y de solo diez minutos, a la emisora France-Inter. Quer¨ªa silencio: ¡°Era esencial estar a solas con mi experiencia, entenderla y buscar la forma literaria de restituirla. No pod¨ªa gastar mi energ¨ªa en palabras que hubieran sido superficiales. Y tras la salida del libro apenas di dos o tres entrevistas, y ahora esta. Nada de televisi¨®n, por una raz¨®n muy concreta que me dio la Polic¨ªa en 2015: ¡®No aparezcas en la tele, no te hagas fotos, vas a vivir m¨¢s tranquilo¡¯. Y estoy de acuerdo con ellos¡±. Todo esto ¨²ltimo resulta bastante l¨®gico. ?l conf¨ªa en los polic¨ªas como un ciego en su perro-gu¨ªa. No en vano cuatro de ellos, armados con subfusiles, flanquearon durante ocho meses 24 horas al d¨ªa la puerta de su habitaci¨®n. El superviviente Philippe Lan?on segu¨ªa siendo, t¨¦cnicamente, un objetivo para los terroristas.
El silencio. El refugio. ¡°No ve¨ªa la televisi¨®n, ni escuchaba la radio, permanec¨ªa como encerrado en una especie de cocoon, como si fuera un ni?o. Es que muchos medios de comunicaci¨®n te dicen cosas como ¡®eres una v¨ªctima y tienes derecho a sentirte as¨ª, y quienes te han hecho da?o son tal y cual¡¯¡ y no creo que eso hubiera sido beneficioso para m¨ª. Compadecerse de uno mismo no es bueno. Una v¨ªctima del terrorismo tiene que ser fuerte, y no puede pensar que el grupo, el Estado o la familia le van a dar todo. Hay que luchar. Pero es muy dif¨ªcil¡±. Lan?on, que habla de ¡°la soledad de estar vivo¡±, explica: ¡°No es f¨¢cil ser un superviviente; eres alguien dividido entre la felicidad de seguir ah¨ª y la culpabilidad de haberte salvado¡±. Sin embargo, nada m¨¢s lejos de su voluntad que convertirse en una v¨ªctima profesional: ¡°No tengo ninguna intenci¨®n de convertirme en una especie de loro posado sobre el ca?¨®n de una kalashnikov¡±.

EL HOSPITAL
En Le lambeau, el autor califica los hospitales como ¡°lugares darwinianos¡±. El relato de su experiencia en La Salpetri¨¨re y en Los Inv¨¢lidos estremece: ¡°Yo estaba m¨¢s armado que otros, pobres diablos sin muchas ideas en la cabeza que llegaban un d¨ªa al hospital v¨ªctimas de lo que fuera, de un accidente, o de una pelea, y se encerraban en su habitaci¨®n y no sal¨ªan de ella, d¨ªas, semanas, meses enteros viendo la tele y consumi¨¦ndose. Yo ten¨ªa cierta cultura, le¨ªa mucho, pensaba, ten¨ªa una familia que me ayudaba mucho¡ y utilizaba la seducci¨®n como arma. En el hospital yo seduc¨ªa a la gente para obtener de ella lo que me interesaba. Trataba de caer bien. Pero para caer bien de verdad hay que querer a la gente. Si quer¨ªa caerle bien a una jefa de enfermeras ten¨ªa que interesarme por ella, por su vida¡ y entonces la cosa funcionaba. Y de hecho, es gente que quiero, que sigo queriendo¡±.
LA V?CTIMA LLAMADA ¡®CHARLIE HEBDO¡¯
¡°La ausencia de solidaridad con Charlie Hebdo no fue solo una verg¨¹enza profesional y moral. Tambi¨¦n contribuy¨® a hacer de Charlie, al aislarla y al se?alarla, un objetivo parta los islamistas¡±. Llegados a este punto, Philippe Lan?on acude al t¨ªtulo de una obra teatral de Sartre, La puta respetuosa (La putaine respectueuse), para dirigirse a los habituales ¡°profesionales de la moral y el respeto o mejor, las prostitutas del respeto¡± que, tanto en el caso de los autores daneses de las caricaturas de Mahoma y de Charlie Hebdo, solo tuvieron un objetivo: ¡°Hacernos creer que, para vivir tranquilos y sin problemas, lo mejor es no dibujar a cierto profeta¡±. Y ah¨ª no hubo, sostiene, distinci¨®n de color pol¨ªtico: ¡°Tuve la ocasi¨®n de comprobar, una vez m¨¢s, hasta qu¨¦ punto el mundo de la extrema izquierda est¨¢ dotado para el desprecio, el furor, la mala fe, la ausencia de matices y la invectiva degradante. En eso, al menos, no tiene nada que envidiar a la extrema derecha¡±.
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