Triunfo sin grandeza de Rub¨¦n Pinar en su encerrona

A hombros y con cuatro orejas se march¨® Rub¨¦n Pinar por la puerta grande de la plaza de toros de Albacete tras su hist¨®rica actuaci¨®n en solitario. Hist¨®rica, no por su resultado, sino por lo poco habitual de la misma. Cuatro exagerados trofeos (que pudieron ser m¨¢s), que no pueden -o deben- ocultar la falta de emoci¨®n y grandeza que tuvo la tarde.

Pinar, un matador de acreditada t¨¦cnica y oficio, pero que no naci¨® con el don del arte o la gracia, no es torero para seis toros, y as¨ª lo demostr¨® en la corrida que abri¨® la Feria de Albacete. Pese a sus esfuerzos por agradar (recibi¨®, por ejemplo, a dos de sus oponentes a portagayola), la estimable variedad capotera que ofreci¨® y los muchos muletazos que ejecut¨®, poco de lo visto y sentido perdurar¨¢ en el recuerdo de los presentes.

Si acaso su primera faena, en la que el de Tobarra mostr¨® su mejor versi¨®n. Relajado y vertical, tore¨® con templanza sobre ambas manos y se coloc¨® en el sitio. Eso s¨ª, delante tuvo al colaborador ideal. Un astado con el hierro de La Reina (propiedad de Joselito) de una nobleza, clase y bondad superiores.

Tambi¨¦n destac¨® el esfuerzo lidiador que realiz¨® ante el cuarto, de Victorino Mart¨ªn, el m¨¢s justo de trap¨ªo del encierro, junto al animal que cerr¨® plaza, de Daniel Ruiz. Codicioso, pero gazap¨®n y de muy corto recorrido, el de Victorino no se lo puso f¨¢cil. Pese a lo mucho que reba?¨®, especialmente por el pit¨®n derecho, Pinar solvent¨® la papeleta con inteligencia y oficio y, tras una media estocada pescuecera, cort¨® otra oreja. La segunda.

Las otras dos, una de cada uno, las pase¨® tras pasaportar a quinto y sexto. Frente a ellos, dos ejemplares de El Tajo (tambi¨¦n de Joselito) y Daniel Ruiz, y al contrario que ante el que abri¨® plaza, Pinar desempolv¨® su peor tauromaquia.

Colocado de forma ventajista -siempre al hilo del pit¨®n o directamente fuera de cacho-, se olvid¨® del temple y, en vez de torear, dio pases. Dos faenas vulgares en las que prevaleci¨® la cantidad sobre la calidad, pero que contaron con la aprobaci¨®n y entusiasmo -bastante comedido, eso s¨ª- de sus paisanos.

En los dos cap¨ªtulos restantes, protagonizados junto a los toros de Alcurruc¨¦n y Domingo Hern¨¢ndez, faltos de casta y entrega, tambi¨¦n ech¨® mano de su mayor virtud: el oficio.

La gesta qued¨® en gesto. O gestito.