Antonio Ferrera, clarividencia y personalidad
El torero, que se encerr¨® con seis toros, ofreci¨® una gran tarde y sali¨® por la puerta grande
Fue una gran tarde de toros, una lecci¨®n magistral de un torero, Antonio Ferrera, transfigurado en un torrente de clarividencia y personalidad, que protagoniz¨® la dif¨ªcil gesta de encerrarse en solitario con seis toros, solo cort¨® dos orejas, y sali¨® a hombros con todo merecimiento entre la emoci¨®n incontenida de una plaza que acababa de vivir una p¨¢gina gloriosa del toreo moderno.
CINCO GANADER?AS / ANTONIO FERRERA, ?NICO ESPADA
Toros de cinco ganader¨ªas, correctamente presentados: 1? Alcurruc¨¦n, feo, manso y deslucido; 2? Parlad¨¦, cumplidor en varas, noble y soso; 3? Adolfo Mart¨ªn, manso y dificultoso; 4? Victoriano del R¨ªo, astifino, bravo y ¨¢spero; 5? Domingo Hern¨¢ndez, astifino, cumple en varas y poca clase; y 6? Victoriano del R¨ªo, bravo y noble.
Antonio Ferrera: pinchazo hondo (silencio); estocada contraria y dos descabellos (ovaci¨®n); pinchazo y estocada corta (silencio); casi entera atravesada y desprendida, dos descabellos ¡ªaviso¡ª y tres descabellos (ovaci¨®n); gran estocada (oreja); media estocada y dos descabellos (oreja). Sali¨® a hombros por la puerta grande.
Plaza de Las Ventas. 5 de octubre. Quinta corrida de la Feria de Oto?o. Casi lleno (18.797 espectadores, seg¨²n la empresa).
La actuaci¨®n de Ferrera fue la expresi¨®n de un torero de desbordante inspiraci¨®n, valeroso, inteligente, poderoso, solvente, seguro, firme y variad¨ªsimo con los enga?os; la expresi¨®n de una figura del toreo en saz¨®n. Su actuaci¨®n fue un complet¨ªsimo compendio de torer¨ªa con el capote, con el que desempolv¨® suertes casi desconocidas para el p¨²blico espa?ol, magistral con la muleta, lidiador, creativo, sublime, original y m¨¢gico; y mal, muy mal con la espada, lo que le priv¨® de pasear m¨¢s trofeos.
Lo mejor lleg¨® al final, con el segundo toro de Victoriano del R¨ªo, el m¨¢s c¨®modo y noble de la corrida, pero toda la tarde se vio en el ruedo a un torero en plenitud.
Vestido de blanco y oro, agradeci¨® con timidez la ovaci¨®n que recibi¨® al romperse el pase¨ªllo. Y ah¨ª comenz¨® una disertaci¨®n interesant¨ªsima, variada, una lecci¨®n de ingenio, de amor propio tambi¨¦n, de oficio, mando, entrega y claridad de ideas. Ferrera gust¨® y convenci¨®.
Imposible el primer toro, de Alcurruc¨¦n, tan feo como deslucido, con la cara siempre por las nubes, con el que estuvo bien colocado y se luci¨® en un quite por chicuelinas.
Noble y soso el de Parlad¨¦. Una media ver¨®nica hizo crujir los tendidos. La faena de muleta, de menos a m¨¢s, acab¨® con una sinfon¨ªa de pases por ambas manos en una sola tanda final, destellos todos ellos de orfebrer¨ªa torera. Mat¨® mal y se esfum¨® la oreja.
Complicado el toro de Adolfo Mart¨ªn, al que Fernando S¨¢nchez clav¨® en que, quiz¨¢, haya sido el par de la temporada, de poder a poder, jug¨¢ndose el f¨ªsico entre los pitones. Ra¨²l Ram¨ªrez hizo la suerte de la garrocha, y Ferrera traz¨® estimables naturales a un animal que no ofreci¨® motivos para la fiabilidad.
Otra oreja perdi¨® al fallar en la suerte suprema ante el cuarto, un toro de casta ¨¢spera ante el que, otra vez, de menos a m¨¢s, destac¨® por naturales, pre?ados de hondura, desmayada la muleta, con el enga?o siempre por abajo, culminados con una trincherilla y un espectacular pase del desprecio.
Cit¨® a matar desde larga distancia y la estocada qued¨® mal colocada, un aviso, descabellos y todo qued¨® en ovaci¨®n.
La oreja ante el quinto fue por la estocada, la mejor de la tarde, y como justa compensaci¨®n por todo lo anterior.
Y sali¨® el sexto, lo recibi¨® de rodillas con una larga cambiada en los medios; quit¨® por chicuelinas y otra media clamorosas. Empuj¨® el toro en el caballo, y a la hora del tercio de banderillas el p¨²blico pidi¨® que el matador tomara los garapullos y reviviera tiempos pasados.
Ferrera se mantuvo en su negativa, lo que aprovech¨® Fernando S¨¢nchez para lucirse de nuevo, y de qu¨¦ manera, con los palos. Finalizado el tercio, el jefe de filas cogi¨® un par, se puso al hilo de las tablas, donde el toro esperaba en un burladero, y clav¨® al quiebro en una escena primorosa por su efectividad y belleza.
Brind¨® la faena al p¨²blico, aficionados y espectadores volcados con el torero, rebosantes de alegr¨ªa y expectantes ante la faena final. Y no decepcion¨® Ferrera ante el toro m¨¢s c¨®modo y generoso de la tarde.
La labor con la muleta fue una borrachera de inspiraci¨®n, rayana en la perfecci¨®n, con la plaza conmovida y arrebatada como en las tardes hist¨®ricas. Toreo arrollador con la mano derecha, ce?ido, hondo y templado, inspirad¨ªsimos cambios de manos, grandeza al natural, y el toro que se raja cuando estaba culminada la m¨¢s pura interpretaci¨®n de las reglas del arte. Tampoco mat¨® bien y solo pudo pasear una oreja, entre la alegr¨ªa un¨¢nime de los tendidos, que hab¨ªan vivido una gloriosa corrida de toros.
Y se lo llevaron a hombros, como debe ser, porque convirti¨® a Las Ventas en un tarro de esencias perdurable en los tiempos; porque explic¨® la tauromaquia como una de las bellas artes, porque en la plaza hubo un artista en plenitud. Y se acab¨®¡
La corrida del domingo
Toros de Adolfo Mart¨ªn, para Curro D¨ªaz, L¨®pez Chaves y Manuel Escribano.
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