?Podr¨ªa Rubens ense?ar dibujo a los alumnos de Bellas Artes de 2019?
¡®El maestro de papel¡¯ en el Museo del Prado muestra las cartillas con las que los aprendices se introduc¨ªan en los fundamentos de las artes. EL PA?S lleva copias de algunas de estas l¨¢minas a la Facultad de Bellas Artes de la UCM y comprueba que hay formas de aprender que apenas han cambiado en 400 a?os
El taller est¨¢ lleno de alumnos. Colocan sus papeles y sus caballetes. Sacan el material de dibujo, primero el l¨¢piz para hacer un boceto, luego el carboncillo para el definitivo. Borran las equivocaciones con un trapo con el que sacuden el papel. Observan la escultura que tienen que copiar: el Disc¨®bolo en reposo. Est¨¢ rodeado de otras tantas copias de cl¨¢sicos griegos: Hermes Landsdowne, Gan¨ªmedes, una Venus¡ adem¨¢s, se ha colado una madonna de Miguel ?ngel, cuyo original est¨¢ en la iglesia de Nuestra Se?ora de Brujas (B¨¦lgica). El artista y maestro del taller da indicaciones a los aprendices, les recuerda que midan, que encajen la figura en el espacio, que se fijen en los huecos.
Esto, ?es una escena del siglo XVII, del XVIII quiz¨¢ o puede que del XIX?
Podr¨ªa ser la escena del taller que representa en 1608 Odoardo Fialetti en Il vero modo et ordine per dissegnar tutte le parti et membra del corpo humano (¡°La verdadera forma y el orden de dibujar todas las partes y miembros del cuerpo humano¡±) y que se puede ver en la exposici¨®n El maestro de papel. Cartillas para aprender a dibujar de los siglos XVII al XIX, inaugurada este lunes en el Museo del Prado. Pero es la clase de Fundamentos de Dibujo que reciben los alumnos de 1? de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Hay dos factores que marcan la diferencia y que evidencian que es un momento actual: el maestro del taller es profesora ¨CRaquel Monje, tambi¨¦n artista como lo eran anta?o¨C?y que una mujer est¨¦ al mando no era lo habitual en siglos anteriores. El otro es que el m¨®vil parece una extensi¨®n m¨¢s del cuerpo de los alumnos. Lo sueltan menos que el l¨¢piz. Muchos lo usan para escuchar m¨²sica mientras miden la escultura que les ocupa y llevan al papel lo que ven. En silencio, con sus cascos, a algunos se les nota en el rostro la concentraci¨®n y las dificultades que encuentran. Acaban de empezar, son aprendices de taller, ?qui¨¦n sabe si obtendr¨¢n la maestr¨ªa?
'Il vero modo et ordine per dissegnartutte le parti et membra del corpo humano (primera edici¨®n de 1608) de Odoardo Fialetti se yuxtapone a la imagen de los alumnos de Bellas Artes tomando apuntes. Museo del Prado / V¨ªctor Sainz
Medir y llevar al papel, esto es lo que John Berger dice en las primeras frases de su libro Sobre el dibujo: ¡°Para el artista dibujar es descubrir (¡) Es el acto mismo de dibujar lo que fuerza al artista a mirar el objeto que tiene delante, a diseccionarlo (¡) En la ense?anza del dibujo, es un lugar com¨²n decir que lo fundamental reside en el proceso espec¨ªfico de mirar¡±. Similar al nulla dies sine l¨ªnea (¡°ni un d¨ªa sin l¨ªnea¡±), que seg¨²n Plinio era el lema de Apeles, uno de los pintores m¨¢s afamados de la Antig¨¹edad, y que aparec¨ªa en las primeras p¨¢ginas o en las portadas de muchas cartillas de dibujo.
Pero, ?qu¨¦ son las cartillas de dibujo? Material did¨¢ctico para aprender a dibujar. ?Qui¨¦n las hace o utiliza? Los maestros re¨²nen l¨¢minas de grabados que los alumnos han de copiar. ?Desde cu¨¢ndo? Desde el siglo XVII hasta el XIX. Y, ?d¨®nde? Se extienden por toda Europa aunque su inicio fue en Italia. De ellas se ocupa El maestro de papel, que muestra unas 110 piezas. El Prado guarda bajo el techo de su biblioteca unas 182 cartillas, la mayor¨ªa de reciente adquisici¨®n, ya que este n¨²mero creci¨® considerablemente tras la compra en 2012 de las 160 de la colecci¨®n Bordes. Forman parte del fondo documental antiguo de la biblioteca y tienen la misma consideraci¨®n que cualquier pieza del museo. Son, como el nombre de exposici¨®n indica, una especie de maestros de papel port¨¢tiles con los que los aprendices copiaban y ensayaban los grabados aunque el profesor estuviera ausente.
Otro parecido: Monje utiliza el aula virtual para subir material que sus alumnos puedan consultar desde cualquier lugar y as¨ª aprovechar el tiempo de taller para lo fundamental: la pr¨¢ctica, aprender a mirar. Son muchos siglos con esta idea invariable: el dibujo es la base de todo. En ella coinciden hasta la generaci¨®n Z, los postmillennials que est¨¢n empezando ahora. Una de las cartillas que se muestra lo plasma en su portada con una alegor¨ªa: una matrona lleva a un ni?o de la mano que est¨¢ empezando a dibujar, ella porta un comp¨¢s en la cabeza, lo que simboliza que el dibujo no est¨¢ en la mano, est¨¢ en el cerebro
Maestros de papel hace un recorrido por los tres siglos en los que m¨¢s uso se ha dado a estas cartillas, elementos funcionales de taller. ¡°M¨¢s visuales que textuales¡±, dice Mar¨ªa Luisa Cuenca, comisaria de la muestra junto a Jos¨¦ Manuel Matilla. Comenzaban con detalles del rostro: ojos, narices, bocas, orejas¡ de lo particular iban a lo general para acabar formando un rostro o un cuerpo. Esta metodolog¨ªa s¨ª ha cambiado: Monje prefiere que los alumnos empiecen por lo general, que sepan dar las proporciones correctas a una figura completa, que la encajen en el espacio para luego ir al detalle.
Izquierda, modelos de narices y bocas de Jos¨¦ de Ribera (hacia 1622) y, a la derecha, boceto de un torso realizado por un alumno. Museo del Prado / V¨ªctor Sainz
En el recorrido de la peque?a muestra tienen un lugar fundamental las tres cartillas primigenias que surgieron en los primeros a?os del siglo XVII. Odoardo Fialetti apost¨® por un sistema basado en la l¨ªnea en el que, mediante la sucesi¨®n de los trazos, el aprendiz lograba memorizar cada uno. Los Carracci introdujeron una pr¨¢ctica seg¨²n la cual el disc¨ªpulo comenzaba dibujando solo las l¨ªneas de los contornos para que, una vez dominados los perfiles, aplicaran el sombreado para lograr volumen. La tercera, la de Giacomo Franco y Jacopo Palma, el Joven, propusieron otro m¨¦todo m¨¢s abigarrado, de brazos y piernas en distintas posiciones que se solapan. Adem¨¢s de la funci¨®n did¨¢ctica, las cartillas tambi¨¦n ten¨ªan una misi¨®n difusora, gracias a ellas se perpetuaba la imagen y el estilo de sus creadores.
La cartilla espa?ola m¨¢s amplia data de principios del siglo XVIII, su autor fue Jos¨¦ Garc¨ªa Hidalgo, quien grab¨® 152 planchas. Una de sus principales caracter¨ªsticas es la representaci¨®n de los dos ojos (normalmente se dibujaba cada uno por separado) para enfatizar la expresi¨®n de la mirada. Charles Le Brun tambi¨¦n crea una cartilla rese?able con atenci¨®n especial a mostrar los sentimientos a trav¨¦s de las l¨ªneas del rostro. Silvana Pacheco, una de las alumnas de Bellas Artes, se atreve a reproducir uno de los dibujos, su compa?era, Ana S¨¢nchez, todav¨ªa no quiere o¨ªr hablar de ¡°dibujar caras¡±.
La maestra de papel
Mar¨ªa del Carmen Saiz es, hasta que se demuestre lo contrario, la ¨²nica espa?ola que realiz¨® una cartilla de dibujo en el siglo XIX. Aunque proced¨ªa de una familia de grabadores, el m¨¦rito por poder dedicarse a la ense?anza de esta t¨¦cnica siendo mujer es incuestionable, aunque no tuviera un buen final, o precisamente por eso, ya que muri¨® en la m¨¢s absoluta pobreza.
La cartilla que realiz¨® est¨¢ compuesta por 12 cabezas copiadas en 1722, que se basaban en las estampas dibujadas por Nicolas Dorigny en 1719 reproduciendo los tablones para tapices de Rafael. Se podr¨ªa resumir en que es una copia lejana de Rafael o un Rafael que ha pasado por el juego del tel¨¦fono escacharrado.
Fernando Villaamil Abati sonr¨ªe t¨ªmido cuando se le pregunta si cree que su clase tiene algo que ver con un taller del XVII o con los aprendices de artistas de entonces: ¡°Me suena anticuado¡±. Es de los pocos de la clase que tiene claro a qu¨¦ se quiere dedicar: ¡°A la animaci¨®n¡±. Como referente, nombra a Pixar, al mencionarlo parece que ve m¨¢s clara la importancia de la proporci¨®n, de saber medir y mirar para llegar a su objetivo. Pixar es ya un cl¨¢sico, no tanto como Nina Simone que es la due?a de la voz que sale de los cascos de este joven. Villaamil sigue peleando con su boceto. En otro caballete cercano, Ra¨²l Gonz¨¢lez Sosa escucha K-pop. No sabe a qu¨¦ se dedicar¨¢ ¨C¡°Me llama todo¡±, asegura¨C pero eligi¨® Bellas Artes porque "te abre la mente y te da cantidad de opciones". Cuando ve una copia del grabado del taller que representa Fialetti, no duda: ¡°Estamos igual¡±.
Una de las l¨¢minas en las que Charles Le Brun muestra el efecto de las pasiones en el rostro (hacia 1740), sobre la imagen de una alumna copiando a Le Brun. Museo del Prado / V¨ªctor Sainz
Esta es una de esas exposiciones que deber¨ªan ser asignatura obligatoria en museos como el Prado, con diversos y numerosos fondos, incluso con objetos con funciones poco conocidas como las cartillas. Estas, en su momento, ten¨ªan un valor meramente pr¨¢ctico, de ah¨ª su mala conservaci¨®n por su uso, pero hoy han ganado en valor art¨ªstico e hist¨®rico. Acaso no llamar¨ªa la atenci¨®n, si existieran, las cartillas Rubio con las que Garc¨ªa M¨¢rquez mejorara su caligraf¨ªa o las cartillas Micho con las que Lorca podr¨ªa haber aprendido a leer.
'Dos cuerpos sin piel (¨¦corch¨¦s) en Petrvs Pavlvs Rvbbens delineavit', cartilla basada en dibujos de Rubens del grabador Paulus Pontius (entre 1640 y 1652), yuxtapuestos a copias de 'Disc¨®bolo en reposo' y 'Hermes de Landsdowne', que sirven de modelo para los alumnos de Bellas Artes. Museo del Prado / V¨ªctor Sainz