Ni Moctezuma fue cr¨¦dulo ni Malinche, traidora
Intelectuales mexicanos arrojan luz sobre asuntos pol¨¦micos de la llegada de Hern¨¢n Cort¨¦s a Tenochtitlan en su 500 aniversario
El 8 de noviembre de 1519, Hern¨¢n Cort¨¦s y Moctezuma se encontraron en Tenochtitlan, el coraz¨®n del imperio azteca. El choque de mundos que protagonizan el conquistador espa?ol y el tlatoani mexica, documentado por cronistas de la ¨¦poca y seguido por un reguero ingente de investigaciones que llegan hasta hoy, contin¨²a rodeado de mitos, leyendas y sesgos. Acad¨¦micos de El Colegio Nacional, el club de los grandes nombres de la cultura mexicana, desbrozan en su 500 aniversario los detalles m¨¢s pol¨¦micos del suceso hist¨®rico.
Cort¨¦s no hundi¨® las naves
El 18 de febrero de 1519, Cort¨¦s zarp¨® con 11 naves del cabo cubano de San Ant¨®n. Hab¨ªa sido enviado como capit¨¢n por el gobernador de Cuba, Diego Vel¨¢zquez. La misi¨®n de la tercera expedici¨®n a Yucat¨¢n era batallar, comerciar y expoliar el oro y la riqueza que hab¨ªan intuido en exploraciones anteriores por el actual golfo de M¨¦xico. Pero Cort¨¦s ten¨ªa otros planes: seguir avanzando hasta llegar a Tenochtitlan. Para impedir que hubiera marcha atr¨¢s decidi¨® inutilizar los barcos.
El cronista Bernal D¨ªaz del Castillo dej¨® escrito: ¡°Platicando con Cort¨¦s, le aconsejamos los que ¨¦ramos sus amigos que no dejase nav¨ªo alguno en el puerto, sino que luego diese al trav¨¦s con todos". Tradicionalmente se ha interpretado con este pasaje que hundieron o incluso quemaron las naves. ¡°Es lo que nos dec¨ªan las maestras en la escuela¡±, apunta el arque¨®logo Eduardo Matos Moctezuma, fundador del Proyecto del Templo Mayor (PTM). ¡°Pero ni las hundi¨® ni las quem¨®. Las encall¨®, las envar¨® para frenar a los inconformes que quer¨ªan regresar a Cuba¡±. El tambi¨¦n arque¨®logo y actual director del PTM, Leonardo L¨®pez Luj¨¢n, opina de manera parecida: ¡°Se han encontrado pocos vestigios sumergidos en la playa de la Villa Rica. Parece m¨¢s plausible que las encallara, porque, adem¨¢s, meses despu¨¦s, mand¨® recuperar las partes met¨¢licas de aquellos nav¨ªos para reutilizarlas de m¨²ltiples formas m¨¢s adelante, como sucedi¨® en la construcci¨®n de los peque?os bergantines que asediaron el lago de Texcoco¡±.
Cort¨¦s no fue bien recibido por Moctezuma
Moctezuma es dibujado como un hombre imbuido por la superstici¨®n, dubitativo y temeroso de los dioses. El mito contin¨²a con la supuesta aparici¨®n de una serie de presagios durante los d¨ªas previos a la llegada de los espa?oles. Uno de ellos era el retorno de Quetzalc¨®atl, el gran dios mexica, s¨ªmbolo del principio y el fin. ¡°Quiz¨¢ los primeros 10 minutos Moctezuma pens¨® que podr¨ªa ser aquel el regreso de Quetzalc¨®atl, pero al minuto 11 ya no. El tlatoani mexica ya ve¨ªa el peligro que se presentaba¡±, defiende Matos.
Antes de la llegada de Cort¨¦s a Tenochtitlan, Moctezuma mand¨® a trav¨¦s de emisarios regalos y ofrendas para el militar espa?ol durante su periplo por la costa. ¡°Pero el objetivo de estos obsequios era que se alejara, que no siguiera avanzando. Ten¨ªa la intenci¨®n de alejar al conquistador. Pero fue todo lo contrario, porque estos regalos de la capital imperial levantaron su inter¨¦s por seguir avanzando¡±, se?ala Matos. Con todo, el recibimiento en la ciudad fue pac¨ªfico, lleno de f¨®rmulas de cortes¨ªa, pero el tlatoani nunca dej¨® de tratar de combatirlo a nivel diplom¨¢tico o estrat¨¦gico.
?Qui¨¦n mat¨® a Moctezuma?
Los conquistadores fueron alojados en el palacio de Axay¨¢catl, padre de Moctezuma. Durante meses, la convivencia fue tensa pero pac¨ªfica. Pero todo cambi¨® con la salida de Cort¨¦s hacia Veracruz para combatir a P¨¢nfilo de Narv¨¢ez, enviado por Vel¨¢zquez para apresarlo y devolverlo a Cuba. En ausencia de Cort¨¦s, Pedro de Alvarado lanz¨® una sangrienta matanza en el recinto sagrado de Tenochtitlan. La respuesta fue el levantamiento mexica. Moctezuma es entonces apresado e impelido a calmar a su pueblo desde la azotea del palacio Axay¨¢catl, donde estaba preso.
¡°Le arrojan piedras, varas, y no logra convencer a sus s¨²bditos. La versi¨®n espa?ola es que queda mal herido de una pedrada y muere. Yo pienso que fueron los espa?oles: al haber fracasado Moctezuma en calmar los ¨ªmpetus de su gente, ya no les serv¨ªa a los conquistadores, era un estorbo¡±, apunta Matos. Una postura respaldada por la investigaci¨®n del gran historiador del mundo prehisp¨¢nico, Miguel Le¨®n-Portilla, recogida en su libro La visi¨®n de los vencidos. All¨ª se cita el libro 12 del C¨®dice Florentino, compilado por Fray Bernardino de Sahag¨²n a base de entrevistas a los sabios ind¨ªgenas, quienes afirmaban que hab¨ªan sido los espa?oles quienes asesinaron a Moctezuma y arrojaron su cad¨¢ver a un canal.
La lengua fue la primera mestiza
El espa?ol lleg¨® a Mesoam¨¦rica como lengua de conquista y sojuzgamiento, para despu¨¦s mezclarse y enriquecerse con voces ind¨ªgenas. De hecho, la lengua castellana ya lleg¨® mezclada y mestizada. ¡°Los espa?oles tra¨ªan un bagaje de lengua ta¨ªna y caribe producto de su estancia en Cuba. En el juicio por la muerte de la esposa de Cort¨¦s, do?a Catalina, ya aparecen una cantidad impresionante de indigenismos: hurac¨¢n, canoa, hamaca, aj¨ª¡±, dice Concepci¨®n Company, doctora en filolog¨ªa. Este espa?ol mestizado se ir¨¢ enriqueciendo a¨²n m¨¢s en el altiplano mesoamericano: cacao, tomate, aguacate. ¡°Empezaron como un pr¨¦stamo y pasaron a estar plenamente integrados. En el siglo XVIII y XIX aparecen indigenismos en la prensa y la literatura a la vez que desaparecen sus due?os o quedan reducidos estereotipos¡±, a?ade la fil¨®loga hispano-mexicana.
?La Malinche no fue una traidora
Tras la batalla de Centla, en el actual Estado de Tabasco, a Cort¨¦s se le entregaron 20 mujeres. Entre ellas Malintzin (mal llamada Malinche), quien acabar¨ªa siendo su traductora, confidente, amante y madre de uno de sus hijos. De este encuentro ha derivado el t¨¦rmino malinchismo, entendido como la tendencia del mexicano a minusvalorar su herencia hist¨®rica a cambio de su querencia por lo extranjero. ¡°Malintzin es considerada una traidora, pero yo opino que no, porque ella no era mexica. No traiciona a su propio pueblo, el maya-chontal. Al contrario. Ella hab¨ªa sido testigo de la expansi¨®n del imperio mexica. Estaba uni¨¦ndose para apoyar a quienes quiz¨¢s pudieran defenderlos en contra de Tenochtitlan¡±, apunta Matos.
?No hab¨ªa tanto oro
La gran tr¨ªada de objetivos de la expedici¨®n espa?ola era acumular tierras, salvar almas y conseguir oro. ¡°Pero fue una enorme desilusi¨®n para los reci¨¦n llegados porque no encontraron todo el oro que imaginaban¡±, apunta L¨®pez Luj¨¢n y recuerda las palabras del cronista Bernal D¨ªaz del Castillo: ¡°A la hora de repartir nos dieron tan poco que ni siquiera lo aceptamos¡±. A diferencia de la estratosf¨¦rica riqueza en oro propia del territorio andino, Mesoam¨¦rica es pobre en yacimientos de este metal en estado puro: pepitas y polvo. Los olmecas, los mayas, los zapotecas y los mexicas valoraban mucho m¨¢s las plumas finas de aves como el quetzal y las piedras metam¨®rficas azules y verdes como el jade. ¡°Llevamos 40 a?os excavando en el coraz¨®n de Tenochtitlan (en el centro hist¨®rico de la Ciudad de M¨¦xico) y hemos descubierto menos de un kilo de oro, en contraste con los miles y miles de objetos de jade, serpentina, obsidiana, turquesa, pedernal y otros materiales que hemos recuperado¡±.
?El ej¨¦rcito espa?ol no solo eran unos cientos de soldados
?Las fuentes var¨ªan sobre el n¨²mero de integrantes del contingente espa?ol: de 700 a 1.000. ?C¨®mo es posible entonces que tan pocos espa?oles hayan conquistado un imperio compuesto por decenas de miles de mexicas y sus aliados? ¡°Porque Cort¨¦s convirti¨® en sus aliados a los pueblos sometidos por los mexicas en la costa del Golfo y en los actuales Estados de Puebla y Tlaxcala. La presi¨®n tributaria era muy fuerte y para ellos fue una manera de liberarse de ese yugo. Fueron miles los que se unieron al contingente espa?ol¡±, dice Matos. Las cartas de relaci¨®n del propio Cort¨¦s hablan de 16.000 tlaxcaltecas luchando junto Alvarado y Crist¨®bal de Olid. M¨¢s otros ¡°8.000 indios de guerra de Chalco y Huejotzingo¡± liderados por Gonzalo de Sandoval.
Babelia
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