Chocolate y tequila para honrar a los difuntos
'El arte de Coco¡¯ recopila c¨®mo se recogi¨® la tradici¨®nmexicana del D¨ªa de muertos en la pel¨ªcula
El pr¨®ximo viernes los cristianos celebrar¨¢n el D¨ªa de todos los santos, una jornada que sirve para recordar a los difuntos. En algunos pa¨ªses esta tradici¨®n convive con otras locales, en muchos casos de ra¨ªz pagana. Lo reflej¨® a la perfecci¨®n la pel¨ªcula Coco, ganadora de dos premios Oscar, que mostr¨® al mundo c¨®mo se festeja en M¨¦xico esta efem¨¦ride a trav¨¦s del relato de un ni?o, Miguelito, que quiere ser tan popular como su ¨ªdolo: el m¨²sico Ernesto de la Cruz. El proceso est¨¢ recopilado en el libro El arte de Coco.
Este d¨ªa los mexicanos celebran la uni¨®n de los dos mundos: el de los vivos y el de los muertos. Desde finales de octubre hasta el 2 de noviembre las familias erigen altares en sus casas, en los cementerios y otros lugares, que llenan de ofrendas para homenajear a sus familiares y seres queridos y que estos puedan encontrar el camino a su hogar. El evento, que est¨¢ considerado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, queda perfectamente reflejado en el altar que compone en su casa la familia Rivera, a la que pertenece Miguelito.
Los directores de la cinta, Lee Unkrich y Adri¨¢n Molina -este con ascendencia mexicana-, viajaron junto al resto del equipo al pa¨ªs americano para vivir esta festividad y conocer la importancia de los objetos y colores que se colocan en los altares, adem¨¢s de experimentar el calado de su profunda simbolog¨ªa. All¨ª tomaron im¨¢genes de algunas estampas t¨ªpicas de la festividad y conocieron a los artesanos que dan forma a las figuritas que adornan el ara.
Para orquestar un buen altar como el de la familia Rivera, es imprescindible poner fotos de los difuntos que se quiere recordar, as¨ª como sus comidas y bebidas favoritas. Adem¨¢s, se utiliza el copal, una resina arom¨¢tica que representa la purificaci¨®n del alma, junto a las velas. Tambi¨¦n hay que poner flores de cal¨¦ndula o cempoalx¨®chitl, cuyo color naranja ilumina Coco, calaveritas de az¨²car y chocolate, pan de muerto, que representa la eucarist¨ªa y el cuerpo del difunto, sal para purificar el alma y que no se corrompa en el viaje y corazones de hojalata, tambi¨¦n llamados milagros,... toda una serie de elementos que tienen un ¨²nico objetivo: guiar a los difuntos hasta el paso donde, por un d¨ªa, se rasga el velo que los separa de los vivos.
La acumulaci¨®n de objetos pinta un cuadro repleto de colores y aromas. Miguelito lo replica en un lugar ¨ªntimo para ¨¦l y que su familia no conoce, un refugio en el que homenajea a Ernesto de la Cruz, su pasi¨®n escondida. Y es que estos altares no solo se destinan a familiares, sino tambi¨¦n a personas admiradas. Miguelito, a las im¨¢genes y velas, a?ade un televisor en el que puede ver y escuchar a su artista favorito.
John Lasseter, director creativo de la pel¨ªcula, cuenta en el libro El arte de Coco c¨®mo acercarse a esta tradici¨®n impact¨® directamente en las de su familia: ¡°A medida que iba conociendo el D¨ªa de los muertos durante la realizaci¨®n de ¡®Coco¡¯, comenc¨¦ a sentirme inspirado por esta costumbre de rememorar de forma activa y alegre a los difuntos. El pasado mes de noviembre Nancy -su mujer- y yo colocamos en casa algunas fotos de nuestros seres queridos y preparamos sus bebidas y sus platos favoritos. Eso nos permiti¨® recordarlos de una manera maravillosa, contar sus historias y reir mientras compart¨ªamos an¨¦cdotas que hab¨ªamos olvidado. Esa experiencia result¨® tan conmovedora que decidimos repetirla cada a?o, con la esperanza de que nuestros hijos, y con el tiempo nuestros nietos tambi¨¦n, aprendan a entrar en contacto con los antepasados que les han ayudado a ser lo que son¡±.
A pesar de que la pel¨ªcula toma M¨¦xico como localizaci¨®n y este periodo en concreto, los directores estaban convencidos de que, como les ocurri¨® a ellos mismos, cualquier espectador se sentir¨ªa identificado con la narraci¨®n, pues no hay nada m¨¢s universal que la familia. ¡°Todos somos lo que somos gracias a aquellos que nos precedieron. Por eso espero que ¡®Coco¡¯ inspire a los espectadores de cualquier rinc¨®n del mundo a celebrar con alegr¨ªa sus recuerdos y a compartir sus historias con las generaciones futuras¡±, escribe Unkrich en El arte de Coco.
Una tradici¨®n prehisp¨¢nica
Celebrar a los antepasados formaba parte de la cultura mexicana mucho antes de la llegada de los europeos. En su mitolog¨ªa existen tambi¨¦n los dos mundos, vivos y muertos, este ¨²ltimo, el Mictl¨¢n, est¨¢ dominado por dos deidades y es donde se encuentra el descanso eterno. Para llegar hasta all¨ª, los difuntos deben transitar un camino acompa?ados de un perro de raza Xoloitzcuintle, que ejerce de guardi¨¢n para que no se pierdan. Esta especie end¨¦mica de M¨¦xico tiene rasgos muy caracter¨ªsticos, pues es uno de los pocos c¨¢nidos que hay en el mundo que no tiene pelo. En Coco no pod¨ªa faltar este personaje, que ser¨¢ una fiel gu¨ªa de Miguelito, y que debido a su funci¨®n los directores dieron el nombre de Dante.
Durante la pel¨ªcula, este personaje muta en un alebrije. Estas figuras fant¨¢sticas que tienen partes de diferentes animales tambi¨¦n pueden acompa?ar a los difuntos en su altar. Se trata de una artesan¨ªa muy habitual, tallada en madera o compuesta con alambre y papel encolado o cart¨®n, que destaca por sus brillantes colores. Su creador fue el cartonero Pedro Linares L¨®pez en los a?os 30, pero fue gracias artistas como Diego Rivera y Frida Khalo que comenzaron a popularizarse hasta el punto de que hoy se encuentran en cualquier puesto ambulante del pa¨ªs.
Otro de los elementos muy presentes en la pel¨ªcula por su relevancia en este d¨ªa es la catrina. Esta figura femenina esquel¨¦tica y coqueta viste al estilo de finales del siglo XIX. El icono de la festividad tiene como origen las composiciones po¨¦ticas de Jos¨¦ Guadalupe Posada (1852-1913). El grabador publicaba, cerca del D¨ªa de difuntos, rimas burlonas sobre la muerte ilustradas con calaveritas graciosas que fueron derivando en la imagen que hoy conocemos. Una vez m¨¢s, el artista Diego Rivera ayud¨® a su popularizaci¨®n al retratarla en un mural titulado Sue?o de una tarde dominical en la Alameda Central, rodeada de personajes relevantes de la historia de M¨¦xico. Esta figura suele estar coronada por una serpiente emplumada. Es la representaci¨®n del dios Quetzalc¨®atl. Su nombre proviene de n¨¢huatl Quetzal, el ave sagrada de M¨¦xico que posee un vistoso plumaje, y Coatl, serpiente.
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