Las novilladas, con la soga al cuello
El Ministerio de Cultura reconoce tard¨ªamente la labor de promoci¨®n de 21 ayuntamientos
El jurado del Premio Nacional de Tauromaquia ha puesto el dedo en una de las m¨¢s lacerantes llagas de la tauromaquia moderna: las novilladas. El justo reconocimiento del Ministerio de Cultura al Foro de Promoci¨®n, Defensa y Debate de las Ferias de Novilladas reconoce la labor de 21 ayuntamientos en la promoci¨®n de los festejos menores, pero llega tarde, muy tarde, y no pasa de ser una palmadita de ¨¢nimo a los alcaldes porque con los 30.000 euros del premio -¨²nica partida que la fiesta de los toros recibe de los Presupuestos Generales del Estado- no se puede organizar ni un solo festejo de los denominados menores.
En el a?o 2007 se celebraron en Espa?a 624 novilladas, y han quedado reducidas a 217 en 2018; es decir, 407 festejos menos.
Algo habr¨¢ pasado. Ha ocurrido, por un lado, que se desinfl¨® la burbuja taurina de los a?os anteriores a la crisis, y el n¨²mero de novilladas, como el resto de los festejos, ha disminuido; pero la desaceleraci¨®n ha sido tan profunda que est¨¢n en serio riesgo de desaparici¨®n.
Y ocurre que las novilladas son una aut¨¦ntica ruina. Y lo dice con claridad Jes¨²s Hijosa, alcalde de Villaseca de la Sagra (Toledo) y presidente del foro premiado: ¡°No se puede aguantar¡±, afirma ¡°que un festejo que congrega en un pueblo a 2.000 personas pagando 15 euros -con una taquilla en total de 30.000 euros- tenga unos costes de 45.000 euros¡±.
En consecuencia, propone una dr¨¢stica reducci¨®n de gastos, que como es natural, afectar¨ªa, en primer lugar, a los recursos humanos, que componen la partida m¨¢s costosa de un festejo; tres picadores en lugar de seis, un banderillero tercero para los seis novillos, menos veterinarios, etc, etc.
Pero este planteamiento se encuentra con la oposici¨®n frontal y tajante de la asociaci¨®n que representa a banderilleros, picadores, mozos de espada y ayudas porque entiende que afecta a sus puestos de trabajo.
Y el alcalde argumenta que si salen los n¨²meros se organizar¨¢n m¨¢s festejos y se beneficiar¨¢n todos los profesionales. Pero no hay manera. La leg¨ªtima defensa de los intereses del colectivo taurino impide, de momento, que disminuyan los costes de las novilladas.
As¨ª pues, Jes¨²s Hijosa se pregunta: ¡°Si no le salen los n¨²meros a un ayuntamiento, ?c¨®mo le van a salir a un empresario?¡±
Pues eso, que no se organizan novilladas en la inmensa mayor¨ªa de las plaza de segunda, que son testimoniales las que se celebran en las de primera, y que solo gracias, -fundamentalmente-, a los ayuntamientos premiados se mantiene vivo el semillero de los chavales que sue?an con la gloria torera.
Pero esa altruista gesti¨®n municipal es claramente insuficiente. Son muy pocos los aspirantes que tienen oportunidad de aprender los fundamentos pr¨¢cticos de la profesi¨®n; los afortunados que consiguen verse anunciados en Sevilla o Madrid se juegan su futuro a una carta de improbable ¨¦xito, y se pueden contar con los dedos de una mano quienes logran vestirse de blanco y oro para tomar la alternativa.
En dos palabras: las novilladas tienen la soga en el cuello. El premio de Cultura no les desata el nudo; en todo caso, se los afloja. Pero el peligro de muerte sigue latente.
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