Retrato del pol¨ªtico adolescente
Una vez liberada la energ¨ªa adolescente, es muy dif¨ªcil contenerla. Los adultos m¨¢s resignados dejan que se exprese y recogen los pedazos al final de la descarga de furia
La mejor cr¨®nica de la crisis catalana, en su versi¨®n m¨¢s CDR y de contenedor ardiendo, la ha contado una serie brit¨¢nica titulada The End of the F***ing World (El fin del p*to mundo, vaya, sin que le vea yo necesidad ni gracia alguna a esos asteriscos impronunciables). En ella, dos adolescentes de un pueblo deprimente y postindustrial se escapan de sus casas. Ella, Alyssa, es una nihilista a cuyo lado Nietzsche parece un psic¨®logo de autoayuda; ¨¦l, James, es un aspirante a asesino psic¨®pata que planea matar a Alyssa. Juntos protagonizan una road movie descacharrante, esteticista y fren¨¦tica que retrata muy bien en qu¨¦ consiste la adolescencia.
Escuchando a la l¨ªder de Arran el otro d¨ªa anteponiendo los derechos colectivos a los individuales, pero tambi¨¦n a muchos de los que arman bronca por las calles y entonan alegatos espesos contra la puta Espa?a (sin asteriscos en puta) e incluso a un presidente de la Generalitat que parece un agitador fanzinero de instituto, me acuerdo siempre de Alyssa y James. Todos encarnan esa misma rabia sentimentaloide, esa b¨²squeda a ciegas de enemigos, esa necesidad de dar portazos y gritarles a los adultos (a los putos adultos, simbolizados en la madrastra Espa?a) que t¨² no me entiendes y ojal¨¢ no hubiera nacido.
Una vez liberada la energ¨ªa adolescente, es muy dif¨ªcil contenerla. Los adultos m¨¢s resignados dejan que se exprese y recogen los pedazos al final de la descarga de furia. Los dem¨¢s se desesperan intentando reprimir algo irreprimible, porque no responde a m¨¢s raz¨®n que la hormonal.
D¨¦cadas de infantilizaci¨®n social y de convencimiento narcisista de que alguien tiene la culpa de lo que nos pasa cuando no nos pasa nada nos han llevado a este l¨ªo culebr¨®nico que lleva demasiadas temporadas y del que ning¨²n narrador sabr¨ªa escribir un final feliz.
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