Ariella A?sha Azoulay: los archivos son del presente
La artista israel¨ª pone en cuesti¨®n el objeto documental y fotogr¨¢fico como prueba hist¨®rica irrefutable y subraya sus contradicciones
En el contexto actual, visitar Errata en la segunda planta de la Fundaci¨®n T¨¤pies no es una opci¨®n sino una necesidad. Ah¨ª figuran ocho proyectos de Ariella A?sha Azoulay (Tel Aviv, 1962), cuyo pensamiento est¨¢ muy ligado a la filosof¨ªa pol¨ªtica y a su pr¨¢ctica curatorial. Dicho esto, no sorprende la claridad con la que articu?la sus ideas sobre los or¨ªgenes imperiales de la democracia y el peaje que ha supuesto la expansi¨®n de los derechos humanos, claridad que algo le debe a Carles Guerra, quien cofirma esta exposici¨®n basada en una tesis fascinante.
Sus trabajos revierten la l¨®gica de los ¡°hechos consumados¡± que las im¨¢genes y letra, siempre fijas, tienden a imponer
Si anteriormente Azoulay defini¨® la fotograf¨ªa como un espacio que no es gobernado por ning¨²n soberano, sino que est¨¢ constituido por cualquiera que se dirige a otro mediante im¨¢genes o que se considera el destinatario de una foto, aqu¨ª vemos su aspecto negativo. La fotograf¨ªa no solo crea lazos, tambi¨¦n divide. Tal y como explica, en una fracci¨®n de segundo, el obturador de una c¨¢mara traza tres l¨ªneas: en el tiempo (entre el antes y el despu¨¦s), en el espacio (entre quien est¨¢ frente a la c¨¢mara y tras ella) y en el cuerpo pol¨ªtico (entre aquellos que poseen y operan tales dispositivos y aquellos de quienes se extraen los recursos y trabajo). Lo del obturador, dice, no es una operaci¨®n aislada ni ata?e ¨²nicamente a la fotograf¨ªa, sino que se inserta en un orden que ha sido previamente dise?ado. Y aqu¨ª reside su gran originalidad: la de considerar que la fotograf¨ªa no se invent¨® en el siglo XIX, sino en 1492. El descubrimiento del Nuevo Mundo, tan vinculado a la Inquisici¨®n, el desarrollo de la esclavitud y la imprenta, ser¨ªa el germen de esas l¨ªneas divisorias que el obturador no ha hecho m¨¢s que reproducir mec¨¢nicamente en aras del ¡°progreso¡±, como se ve en?Basta!, donde una serie de paneles celebran la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos. De hecho, todas las obras pertenecen a dicho periodo, cuando tras la Segunda Guerra Mundial se consumaron nuevas particiones ¡ªla de las dos Alemanias, el apartheid en Sud¨¢frica o la creaci¨®n del Estado de Israel¡ª que a su vez supusieron migraciones forzosas y continuos saqueos.
La tentativa de Azoulay de anular taxonom¨ªas la lleva a exponer el material con subrayados, notas al margen y tachaduras. Aqu¨ª la mano est¨¢ muy presente y compite con el ojo como parte de un discurso que siempre lleva impl¨ªcita una demanda, pues para ella los derechos no son abstracciones. Figuran inscritos en cada imagen, documento y objeto. Reclamarlos y ejercerlos es revertir la l¨®gica de los ¡°hechos consumados¡± que las im¨¢genes y letra, siempre fijas, tienden a imponernos. Es m¨¢s, el que algo est¨¦ expuesto, impreso o revelado no implica que est¨¦ cerrado. Se ve en el v¨ªdeo In-documentados. Deshaciendo el saqueo imperial, donde contrapone el tratamiento y cuidadosa catalogaci¨®n de obras expoliadas durante la colonizaci¨®n con el actual abandono pol¨ªtico de los sin papeles. Azoulay insiste en que los archivos son siempre del presente. Otros episodios afectan a la clamorosa ausencia de im¨¢genes de las violaciones masivas que practic¨® el Ej¨¦rcito aliado en la Alemania de 1945 o al vocabulario empleado por la Cruz Roja en las deportaciones efectuadas en Palestina, conflicto con el que Azoulay, que naci¨® en Israel, ha trabajado reiteradamente, solo que aqu¨ª no quiso mostrarlo como un hecho excepcional, tampoco inevitable, sino integrado en un relato a gran escala, que es una cr¨ªtica a los patrimonios culturales. Hay que tener presente que Azoulay arremete contra los Estados, no las multinacionales, cuya influencia queda aqu¨ª algo desdibujada, pero es porque con ellos todav¨ªa mantenemos un contrato que conviene defender a diario. Ella lo hizo con su nombre: al recuperar ¡°A?sha¡±, apellido argelino que el padre perdi¨® al emigrar a Francia, Azoulay nos remite a un tiempo en el que ser jud¨ªo y ¨¢rabe a¨²n era posible, desafiando a lo que nos impone la historia. Ya lo dice el dicho: ¡°Divide y vencer¨¢s¡±.
Errata. Ariella A?sha Azoulay. Fundaci¨®n T¨¤pies. Barcelona. Hasta el 12 de enero de 2020.
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