Cuatro joyas que no son libros del a?o
Cuando se acercan las campanadas se apresura el hambre de retrovisor, el ansia de indagar en las listas de las mejores obras de la temporada
Cuando se acercan las campanadas se apresura el hambre de retrovisor, el ansia de indagar en las listas de mejores libros del a?o, un g¨¦nero que se sostiene mejor que la lectura en s¨ª. Que todos los que se alzan en el podio lo merezcan es tan controvertido como si Zidane lo ha hecho bien o mal, pues cada lector har¨ªa su propia lista y cada futbolero, su alineaci¨®n. Pero que algunas joyas quedan fuera es tambi¨¦n verdad. Por la imposibilidad de abarcar todo o por la mera desconexi¨®n del gusto propio del com¨²n, lo cierto es que cada lector podr¨ªa aportar las suyas y he aqu¨ª tres. O cuatro.
La casa holandesa, de Ann Patchett (AdN), es una de esas novelas totales en sentido decimon¨®nico que, mientras albergan a una familia, est¨¢n albergando al mundo. La nueva obra de la autora-librera de Nashville est¨¢ en la lista de las mejores de The New York Times por su capacidad de ensamblar un artificio con aroma a cuento de hu¨¦rfanos y madrastra sin dejar por ello de romper los t¨®picos sobre los que parece construirse. Es el amor sin dedicaci¨®n, la entrega a otras causas y los cruces que te alejan de lo verdadero los que van se?alando el camino equivocado. Los que te embaucan y te atrapan en esa enigm¨¢tica casa holandesa en la que el mayor misterio es por qu¨¦ no sube m¨¢s en las listas espa?olas.
Hay otra gran novela por dimensi¨®n y ambici¨®n que, si aparece en las listas, es muy atr¨¢s, porque lo que viene a contar es tan necesario como lo fue Patria de Fernando Aramburu. Es El coraz¨®n de Inglaterra, de Jonathan Coe (Anagrama), el mejor croquis de supervivencia que puede encontrarse en la era del Brexit. Podemos apagar los telediarios y abrir este libro para intentar comprender c¨®mo la divisi¨®n echa ra¨ªces en un gran pa¨ªs hasta corroer la convivencia, generar racismo y violencia en un momento hist¨®rico que a¨²n no ha acabado. Igual que Aramburu supo dar cuerpo de ficci¨®n a la fractura vasca, Coe lo ha hecho con la Inglaterra de hoy, heredera de la desigualdad social, la precariedad laboral y una culpabilizaci¨®n populista del extranjero.
Jane Smiley tambi¨¦n nos dej¨® este a?o una joyita con La edad del desconsuelo (Sexto Piso), una peque?a novela de adulterio desde una mirada tan il¨®gica como real: la de un marido que sospecha, constata y se esfuerza no solo por no desvelar lo que ya sabe, sino sobre todo por que no se le note que lo sabe, como si quien tuviera algo que esconder fuera ¨¦l.
Otra de las joyas del a?o es Los recuerdos del porvenir, de la mexicana Elena Garro, una m¨²sica tan bella y digna de ser recuperada como lo fue en su d¨ªa la estadounidense Lucia Berlin (ambas en Alfaguara). Hay muchas, muchas m¨¢s. Que cada uno recomiende, defienda y regale las suyas porque la mejor prescripci¨®n, en la prensa y fuera de ella, es la de la gente de fiar.
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