El estilo del narrador
Clint Eastwood es consciente del lugar que debe ocupar, el del narrador de unos hechos m¨¢s grandes que la propia vida
Que se est¨¦ convirtiendo en una rareza el hecho de contar un relato a la perfecci¨®n, fijando la mirada exclusivamente en el personaje, parece un fastidioso signo de los tiempos. En una ¨¦poca en la que otorgar un estilo identificable a cada obra parece un peaje obligatorio, cineastas como Clint Eastwood, apenas un pu?ado, contadores de historias a la manera cl¨¢sica, ejercen de protectores de unas esencias en v¨ªas de extinci¨®n. En Richard Jewell, su ¨²ltimo trabajo como director, basado en hechos reales, es consciente del lugar que debe ocupar, el del narrador de unos hechos m¨¢s grandes que la propia vida: la de un hombre sencillo atropellado por las circunstancias; la de un ser humano de enorme complejidad, que pasa de h¨¦roe a villano en un santiam¨¦n a causa de las contradicciones de la sociedad.
RICHARD JEWELL
Direcci¨®n: Clint Eastwood.
Int¨¦rpretes: Paul Walter Hauser, Sam Rockwell, Jon Hamm, Olivia Wilde.
G¨¦nero: drama. EE UU, 2019.
Duraci¨®n: 131 minutos.
Juegos Ol¨ªmpicos de Atlanta de 1996. Un guarda de seguridad privado de peculiar personalidad, f¨ªsico y actitud evita una masacre terrorista gracias a su diligencia. El hero¨ªsmo del Juan Nadie. Poco despu¨¦s, tras un c¨²mulo de circunstancias, unas quiz¨¢ razonables (que se le investigara), otras seguramente injustas (que esas indagaciones se hicieran p¨²blicas), se convierte en sospechoso (y en acusado) por haber colocado la bomba que mat¨® a una mujer y pudo acabar con cientos de personas. La villan¨ªa del acomplejado.
Con guion de Billy Ray, experto en los entresijos de las certezas mentirosas desde El precio de la verdad (2003), Richard Jewell es una obra sobre un personaje y unas eventualidades apasionantes, que se despliega como una fascinante reflexi¨®n sobre lo que parece y lo que es, y que acaba afect¨¢ndonos porque te transmite una idea acerca de nosotros mismos. Y est¨¢ la belleza del trabajo de c¨¢mara y de luz de Eastwood, que apenas se nota porque es invisible, pero que se siente.
La pel¨ªcula parte de un pr¨®logo formidable que define en apenas unos minutos a sus dos personajes principales, al h¨¦roe singular y al que despu¨¦s va a ser su abogado, interpretados por los magn¨ªficos Paul Walter Hauser y Sam Rockwell. Y a partir de ah¨ª mezcla varios tiempos con la dif¨ªcil facilidad del contador ma?usculo, en un tono que fusiona el drama, la comedia y la intriga judicial. Un relato con ecos de la fundamental El gran carnaval (Billy Wilder, 1951), con el que se han tomado ciertas licencias dram¨¢ticas convertidas en escandalosas, quiz¨¢ olvidando que lo que ha hecho Eastwood no es ni un ensayo ni una investigaci¨®n ni un documental, sino simplemente una (estupenda) pel¨ªcula.
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