La casa de los Pel¨¢ez. Cap¨ªtulo 1: Juntos otra vez
El autor inicia con este relato una novela por entregas en la que contar¨¢ con humor la historia dom¨¦stica de un confinamiento por el coronavirus
Parece mentira, pero todo lo que va a suceder a continuaci¨®n tiene lugar en un espacio min¨²sculo, aunque coqueto, de 80 m?, distribuidos en tres habitaciones, una cocina, un sal¨®n-comedor y un solo cuarto de ba?o. Es la casa de los Pel¨¢ez, un piso de protecci¨®n oficial, sito en una conocida barriada de cierta ciudad manchega.
El dormitorio m¨¢s grande es el del matrimonio; en el mediano duerme Iv¨¢n; y el m¨¢s peque?o, donde a duras penas cabe una cama mueble que hay que plegar y desplegar todos los d¨ªas, es el cuarto del abuelo, que vive con ellos desde que el a?o pasado Miriam, la hija mayor, se fuera a estudiar Biol¨®gicas a la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
S¨ª, Miriam Pel¨¢ez es uno de los muchos estudiantes que el viernes pasado, alarmados por las noticias que empezaban a circular en las redes, aprovecharon el cierre de los centros de ense?anza para regresar a sus a?orados lugares de origen, favoreciendo de ese modo la expansi¨®n de la epidemia.
Pero todav¨ªa no sabemos si Miriam tiene el virus, eso habr¨¢ que ir vi¨¦ndolo poco a poco; los s¨ªntomas a veces tardan en aparecer. Y puede incluso que no acaben de manifestarse nunca y que Miriam constituya un foco imperceptible de contagio. Por eso las autoridades recomendar¨¢n m¨¢s adelante no salir a la calle. Pero todo esto es algo que ahora mismo no preocupa a los Pel¨¢ez; que est¨¢n abordando, sentados alrededor de la mesa del sal¨®n-comedor, los retos a los que esta visita inesperada les obliga a hacer frente, sobre todo en lo tocante a la distribuci¨®n de habitaciones.
¡ª?Y una polla! Yo soy el miembro m¨¢s vulnerable de esta familia, merezco protecci¨®n integral y un espacio propio. ?Que compartan habitaci¨®n los ni?os!
¡ªTiene raz¨®n el abuelo. Hasta que no sepamos de qu¨¦ va esto, ¨¦l no deber¨ªa salir de su cuarto.
¡ªEso es lo que os gustar¨ªa: que desapareciera. Pero mi pensi¨®n es la fuente de ingresos m¨¢s importante en esta unidad familiar, as¨ª que ten¨¦is que soportarme.
¡ªS¨ª, pap¨¢; lo que t¨² digas, pap¨¢.
¡ª?A vosotros os importar¨ªa compartir habitaci¨®n?
¡ª¡
¡ª¡
¡ª?Animad esa cara! Puede ser muy bonito compartir habitaci¨®n despu¨¦s de tanto tiempo separados. Seguro que ten¨¦is muchas cosas que contaros; ahora los dos pod¨¦is hablar de chicos¡
¡ªAdolfo, por favor¡
¡ªNo tiene gracia, pap¨¢.
¡ªSigues siendo igual de hom¨®fobo que cuando me fui.
¡ª?Hom¨®fobo vuestro padre? Vuestro padre es un fascista.
¡ª?Uhhh! S¨ª, soy Adolfo, Adolfo Hitler. ?Uhhh! Esta noche os voy a exterminar a los cuatro: a ti, Dori; por mujer. A ti, Miriam, por feminista. A ti, Iv¨¢n, por marica. Y a ti, pap¨¢, por viejo. ?Uhhh!
No le hag¨¢is caso y no os dej¨¦is llevar por las apariencias. Limadas las asperezas que todas las negociaciones traen aparejadas, los Pel¨¢ez vuelven a ser la unidad familiar que tanta admiraci¨®n despierta en el barrio, y cuya fortaleza a la postre va a garantizar su victoria frente a la voracidad de lo que todav¨ªa es una amenaza incierta: el coronavirus. Ya lo ver¨¦is.
Ma?ana, cap¨ªtulo 2: Amor de hermanos
Antonio Orejudo es escritor. Autor de Ventajas de viajar en tren, recientemente adaptada al cine, sus ¨²ltimos libros son Los cinco y yo (Tusquets, 2017) y Grandes ¨¦xitos (Tusquets, 2018).
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