Necesitamos teatro
Necesito no dejar de tomar la dosis que tom¨¦ por primera vez muy peque?o: el momento en que se apaga la luz de sala y nace la luz de otros mundos y otras gentes
Necesito la salud y la alegr¨ªa, y pasear con mi amor, y tener cerca a la gente que quiero, pero no ten¨ªa tan claro hasta qu¨¦ punto necesitaba el teatro. El teatro es mi otra familia. Me he ido haciendo de alquimias: la lectura, la escritura, la m¨²sica, el cine, y quiz¨¢s sea el teatro la m¨¢s portentosa porque es verdad hecha de palabras y gestos en directo. Joan Oll¨¦ me se?al¨® una expresi¨®n catalana muy justa acerca de hacer teatro: ¡°fer veure¡±. Quiere decir fingir, pero tambi¨¦n ¡°hacer ver¡±.
Necesito no dejar de tomar...
Necesito la salud y la alegr¨ªa, y pasear con mi amor, y tener cerca a la gente que quiero, pero no ten¨ªa tan claro hasta qu¨¦ punto necesitaba el teatro. El teatro es mi otra familia. Me he ido haciendo de alquimias: la lectura, la escritura, la m¨²sica, el cine, y quiz¨¢s sea el teatro la m¨¢s portentosa porque es verdad hecha de palabras y gestos en directo. Joan Oll¨¦ me se?al¨® una expresi¨®n catalana muy justa acerca de hacer teatro: ¡°fer veure¡±. Quiere decir fingir, pero tambi¨¦n ¡°hacer ver¡±.
Necesito no dejar de tomar la dosis que tom¨¦ por primera vez muy peque?o: el momento en que se apaga la luz de sala y nace la luz de otros mundos y otras gentes, parecidas a nosotros, se convierten en personajes. Son h¨¦roes y hero¨ªnas porque poseen el secreto de ser ¨ªntimos en p¨²blico: una lecci¨®n casi diaria de magia que no lo parece. Lo dijo el gran Spencer Tracy: ¡°Actuar es algo estupendo, siempre y cuando no te pillen haci¨¦ndolo¡±. Necesito vuestra fuerza y valent¨ªa, que regal¨¢is por la sonrisa de diosas antiguas, por H¨¦cuba. Anoche me visitaron algunos de los que ya no est¨¢n en el escenario: en mi sue?o brindaban Carles Canut y Alfredo Landa, y re¨ªan a carcajadas Anna Lizar¨¢n, Rosa Novell e Irene Guti¨¦rrez Caba, y se tomaban de la mano, volviendo a casa, de madrugada, Fernando Fern¨¢n G¨®mez y Emma Cohen, y mi abuelo tocaba de nuevo el viol¨ªn en el Paralelo como si estuviera en Viena.
La diferencia entre la magia del teatro y otros prodigios me la mostraron unos amigos, y la he contado algunas veces porque no la olvido. Fueron un domingo con su hijo a ver una obra policiaca, y a la mitad un personaje fue asesinado. Todo el p¨²blico dio un respingo de sorpresa, pero el chaval se agit¨® con el coraz¨®n desbocado, como si fuera a desmayarse por la impresi¨®n. La madre le pregunt¨® al o¨ªdo si quer¨ªa que salieran. El chaval, como mi hermano de sangre, susurr¨®: ¡°Ni hablar¡±. Luego, en la calle, el padre le dijo: ¡°Menudo susto ?eh? Pero ya hab¨ªas tenido sustos as¨ª en el cine¡±. El cr¨ªo medit¨® un instante y respondi¨®: ¡°S¨ª, pero es que al hombre le pasaba all¨ª¡±.
Gran verdad: el teatro le pasa a quien est¨¢ all¨ª.
Necesitamos que sig¨¢is cont¨¢ndonos historias que pasan all¨ª, con todo vuestro cuerpo, con vuestras voces, mir¨¢ndonos con vuestros ojos de reinas y guerreros, y os queremos muy cerca, y necesito tratar de contarlo luego como intentaba cont¨¢rselo a mis padres cuando era peque?o, como sigo intent¨¢ndolo en el peri¨®dico. Hoy cumplo 63 a?os, y quiero que sigan ilumin¨¢ndome las luces del teatro y las que gu¨ªan los teclados. Necesito que mi otra familia vuelva a jugar, a deslumbrarnos con su magia humilde y verdadera. Necesito que sig¨¢is siendo h¨¦roes y hero¨ªnas. Necesitamos el teatro.