Los d¨ªas felices: sonriendo con la tierra al cuello
Ser¨¢ dif¨ªcil olvidar la Winnie (Fernanda Orazi) y el Willie (Francisco Carril) en 'Los d¨ªas felices' dirigido por Pablo Messiez
Cada vez que veo Los d¨ªas felices (Happy Days, 1962) salgo elevado del teatro. Pese al pedregal ardiente, pese a los d¨ªas id¨¦nticos que se suceden entre el timbre taladrando al alba y otro cerrando el d¨ªa, ese sonido me hace ver a una actriz a la que llaman a escena: otra nueva funci¨®n. ¡°?Otro d¨ªa divino!¡±, dice la optimista Winnie. Un sol inclemente que prende fuego a las sombrillas: Beckett pide ¡°extrema claridad solar¡±. Escenograf¨ªa de Elisa Sanz, luz de Carlos Marquer¨ªe. Dirige, cada vez mejor, Pablo Messiez. Del terreno des¨¦rtico, rocoso, brota Winnie ¡°como un pez¨®n saliendo de un pecho¡±, ped¨ªa Beckett, me dijo Rosa Novell, que interpret¨® a la dama enterrada primero hasta la cintura, luego hasta el cuello. Met¨¢foras extra?as, pero siempre terrenales. La Winnie de estas noches en el Valle-Incl¨¢n es la estupenda Fernanda Orazi. Parece que est¨¢ sol¨ªsima pero son dos: Winnie y Willie. Cada vez que les veo pienso en la conmovedora foto de Madeleine Renaud y Jean Louis Barrault, muy viejos ambos, sorbiendo un poco de sol en un banco de los jardines del Luxembourg, apoyados uno en el otro, just like bookends. No dejo de ver im¨¢genes movedizas en esta pareja que parece inm¨®vil. Todo se mueve. La traducci¨®n es de Antonia Rodr¨ªguez Gago. Recomiendo la edici¨®n biling¨¹e de C¨¢tedra.
Al otro lado de la loma de pedruscos dormita o lee un peri¨®dico (cuando le vemos) Francisco Carril, que interpreta a Willie con un bigotazo de h¨²sar jubilado. Apenas habla, todo lo contrario que su pareja, que parlotea sin parar, de s¨ª misma, de lo que recuerda, de lo que ha de hacer: de lo concreto. Messiez cita una meridiana frase de Beckett: ¡°Quiero traer poes¨ªa al drama, una poes¨ªa que ha atravesado el vac¨ªo y renace en un espacio concreto¡±. Cuando le¨ª Los d¨ªas felices hubo muchas cosas que no entend¨ª, pero tuve bastante claro que era una obra sobre la vejez, como El rey Lear, pero aqu¨ª Orazi convierte a Winnie en una mezcla de reina y buf¨®n, de reina porque rebosa fuerza y resistencia, y de buf¨®n porque no le cuesta re¨ªr y hacer re¨ªr. Resistencia: me maravillar¨¢ siempre la fuerza de esta frase: ¡°Llegar¨¢ un d¨ªa en el que tendr¨¦ que aprender a hablar sola¡±. Winnie es la encarnaci¨®n de la vida. Le entusiasma que en su cuerpo apenas haya dolor. Giulia Lazzarini, otra gran Winnie, dec¨ªa que Strehler le dio dos indicaciones de direcci¨®n. Una: que la dama no se suicida teniendo una pistola a mano porque nadie se ha suicidado en una obra de Beckett. La segunda era una cita de Camus: ¡°?Tenemos que imaginar a S¨ªsifo feliz!¡±. Y vuelve ahora aquella jaculatoria en el cuaderno de direcci¨®n de Strehler que recordaba Pasqual: ¡°?Fuga dall¡¯autocoscienza della tragedia!¡±.
Y cuando ya ten¨ªa una cierta edad de entender Los d¨ªas felices, pens¨¦ que Winnie podr¨ªa ser una hermana de sangre de Molly Bloom. La direcci¨®n de Messiez me hace ver una partitura f¨¦rrea que ha de sonar ligera y mudable, como si haciendo cada d¨ªa las mismas cosas, la Winnie de Orazi pueda vivir jornadas distintas. Vicky Pe?a me dijo cuando la interpretaba: ¡°Al principio te vuelves loca con las acotaciones, pero luego descubres que te ayudan a fijar el texto¡±. Del mismo modo, esa mujer que parece hacer lo mismo es distinta, y por eso Winnie requiere actrices poderosas. Desfilan por la memoria la Lazzarini, la Renaud con los ochenta cumplidos, Nastasha Parry (en Sitges, todos desmay¨¢ndonos de calor menos ella) y Carme Sansa, y por supuesto la luminosa Rosa Novell, y Emma Vilarasau, la Winnie m¨¢s feliz en mi recuerdo. Nunca vi a Billie Whitelaw, y lo lamento. ?Interpret¨® Anna Lizar¨¢n a Winnie? Creo que no, l¨¢stima. Hubiera sido un regalo.
Veo a Fernanda Orazi y pienso en un ave del desierto, siempre con su compa?ero. Ella es un ave flaca, largas alas, ojos viv¨ªsimos. Pienso en un cruce de Gelsomina y la Duras. Entre el timbre de la ma?ana y el timbre de la noche, Orazi es payasa y furiosa, desesperada y cr¨ªa, y con todos los a?os. Se me olvidaba que el futuro enflaquece, que Winnie tambi¨¦n grita de miedo, o de locura como una mendiga alucinada, pero a¨²n puede cantar. Al final canta con el agua p¨¦trea al cuello, con la cara rebosante de sol, y tambi¨¦n los veo, porque no puedo ver a Winnie sin Willie, a Orazi sin Carril como madre sin hijo, eternos, mecidos por una melod¨ªa nocturna, bailando sin moverse, como Onetti e Idea Vilari?o tangueando muy viejos, muy lejos y muy juntos, de madrugada, en un bar desierto de Santa Mar¨ªa. Su himno de combate, me dice Orazi, es el vals de La viuda alegre. Quiz¨¢s el baile de cuando se conocieron.
Los d¨ªas felices. Texto: Samuel Beckett. Direcci¨®n: Pablo Messiez. Teatro Valle-Incl¨¢n. Madrid. Hasta el 5 de abril.
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