Amor y filosof¨ªa en el supermercado
Un documental pone el foco en la vida y los sue?os de los trabajadores de una tienda alimenticia, que han pasado de invisibles a h¨¦roes durante la crisis del coronavirus
A veces, entre la lej¨ªa y los tomates, se cuela el amor. Dura un instante, un flechazo, justo el tiempo de que todos los productos desfilen por la cinta. En cuanto las bolsas se llenan, ya toca despedirse. Entonces, Danilo de Melos Santos se queda otra vez solo con sus sue?os. Y con el siguiente cliente. ¡°Puede ocurrir que un comprador no te haga ni caso y t¨², mientras, ya est¨¦s perdido imaginando una vida con ¨¦l¡±, confiesa ante la c¨¢mara el joven cajero. Aunque no todos los idilios caducan con un ticket y un ¡°hasta luego¡±. Resulta que, adem¨¢s de carne y verdura, un supermercado est¨¢ lleno de sorpresas. Como la vida misma. ¡°Claro que he salido con alg¨²n cliente, es normal. Pasa, intercambias una mirada, un cumplido, flirteas, te das el tel¨¦fono...¡±, agrega De Melos. A saber cu¨¢ntos romances habr¨¢n nacido de una compra. Y no solo: entre los infinitos pasillos, se esconden debates de filosof¨ªa y religi¨®n, cr¨®nicas ¨ªntimas de dolor y esperanza. Ah¨ª est¨¢n, aunque quien tiene ojos solo para las galletas, las aceitunas o el desodorante nunca se para a verlos. La directora brasile?a Tali Yankelevich s¨ª lo hizo. Y lo film¨®: su primer largo, Meu querido supermercado, se proyecta estos d¨ªas en el festival Visions du R¨¦el.
El certamen se celebra anualmente en Nyon, Suiza. Pero el coronavirus le ha obligado a una edici¨®n particular, online. Para el documental de Yankelevich, si cabe, el contexto es doblemente especial: pone la lupa sobre los trabajadores de un supermercado justo cuando toda la sociedad al fin tambi¨¦n se ha puesto a mirarlos. Y aplaudirlos como h¨¦roes. ¡°Aunque para ellos es un momento de mucho miedo. Estos d¨ªas me dicen que, m¨¢s que nada, est¨¢n asustados¡±, relata la directora. En concreto, su pel¨ªcula se centra en seis empleados de un establecimiento en las afueras de Sao Paulo, en Brasil. Aunque, en realidad, el relato podr¨ªa estar a la vuelta de cualquier esquina.
Yankelevich busc¨® ¡°un supermercado clich¨¦, con esa est¨¦tica inconfundible, que pudiera estar en todos los lugares del mundo¡±. Durante meses solo acumul¨® rechazos: ninguno quer¨ªa ser filmado, ni mucho menos durante meses. Hasta que dio con la tienda ideal: gesti¨®n familiar, due?os disponibles, un municipio peque?o. Y, sobre todo, una galer¨ªa de protagonistas dispuestos a convivir con una c¨¢mara. Y a compartir su d¨ªa a d¨ªa, sus pensamientos e incluso sus secretos.
Dicen que hay personas solas que van cada d¨ªa, siempre a la misma hora y buscando al mismo cajero o panadero, porque solo quieren hablarTali Yankelevich, directora
As¨ª, mientras monitorea las c¨¢maras de seguridad, Solineide Simoes dos Santos cuenta que, en el fondo, su labor no se aleja tanto de sus adoradas pel¨ªculas de suspense. ¡°Dos sospechosos en la zona de la leche condensada¡±, avisa en un momento dado al micr¨®fono. Pero cuando su hija, cajera en la misma tienda, desaparece, la mujer suele pasar fren¨¦tica de una pantalla a otra, hasta resolver el misterio: normalmente, la joven solo ha ido al ba?o. Sus c¨¢maras tambi¨¦n graban a menudo a un chico que acude a la compra disfrazado de un personaje de un manga. En este caso, el propio filme soluciona el enigma: es Ivanildo Saraiva de Freitas, otro empleado del supermercado, que adora Jap¨®n y el juego de identidades que supone ocultarse tras una m¨¢scara. Aunque su pasi¨®n se cuela tambi¨¦n en sus conversaciones diarias: de golpe, le pregunta a un compa?ero si no piensa que el mundo deber¨ªa seguir m¨¢s el ejemplo de Goku, el protagonista de Dragon Ball. Aunque el otro responde firme: ¡°No creo, todo lo hace a trav¨¦s de la violencia¡±.
Los debates profundos son tambi¨¦n la especialidad de Rodrigo de Freitas Oliveira, el ¡°intelectual de la panader¨ªa¡±, como se lo presentaron a la cineasta. Tras el mostrador, entre cliente y cliente, intenta dibujar su visi¨®n del universo. Empieza a hablar de las part¨ªculas, pero el deber le llama: ¡°Buenos d¨ªas se?ora, d¨ªgame¡±. Poco despu¨¦s, retoma el hilo. Cuenta que est¨¢ realizando un curso de historia a distancia, que sigue en YouTube las clases de un rabino y que el mundo se parece ¡°a 1984¡±. Su compa?era de trabajo, Kelly Cristina dos Santos Reis, suspira divertida, ante un estribillo que ya conoce: ¡°Discrepo de todo lo que dice¡±.
¡°Quer¨ªa que la pel¨ªcula hablara de imaginaci¨®n y de amor, de humanidad¡±, relata Yankelevich. De ah¨ª que, en Meu querido supermercado, tambi¨¦n haya drama. Adem¨¢s de sus aventuras imaginarias y reales, Danilo Dos Santos tambi¨¦n recuerda el ataque de ansiedad que sufri¨® en pleno turno de trabajo. Y Solineide Simoes se sincera sobre la depresi¨®n que padeci¨® y la soledad que todav¨ªa siente de vez en cuando.
En cambio, la directora omiti¨® de su obra los problemas econ¨®micos y laborales. No se mencionan sueldos, ni explotaci¨®n o injusticias en el documental. ¡°Era lo obvio, lo que todos se esperar¨ªan. Me parec¨ªa mucho m¨¢s interesante filmarlos como humanos y no como v¨ªctimas¡±, aclara Yankelevich.
Aun as¨ª, la directora es consciente de las frustraciones que tambi¨¦n habitan un supermercado: ¡°A menudo se sienten invisibles, poco apreciados, como si fueran maquinas¡±. Hay, eso s¨ª, excepciones notables: ¡°Dicen que hay personas solas que van cada d¨ªa, siempre a la misma hora y buscando al mismo cajero o panadero, porque solo quieren hablar¡±. Al parecer, ciertos clientes les llevan incluso regalos en Navidad. Este a?o, quiz¨¢s, lo hagan unos cuantos m¨¢s.
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