Cyrano es intemporal

Por caprichos de la distribuci¨®n cinematogr¨¢fica en tiempos de pandemia, unos d¨ªas despu¨¦s de que la estupenda Conquista a medias (The half of it) demostrara la intemporalidad de Cyrano de Bergerac, obra del siglo XIX de Edmond de Rostand, aunque ambientada e inspirada en un personaje real del XVII, llega a las pantallas Cartas a Roxane, comedia francesa de 2018, perfecta en estos d¨ªas como complemento de la juvenil y contempor¨¢nea pel¨ªcula de Alice Wu, pues se adentra en los entresijos de creaci¨®n y representaci¨®n de la pieza original de Rostand.

Con trabajos como Shakespeare in love, La joven Jane Austen y Las aventuras amorosas del joven Moli¨¨re como evidentes modelos, Cartas a Roxane trata de establecer continuos paralelismos entre la obra de ficci¨®n y los retazos vitales que sirvieron al autor para ir escribiendo su relato de pasiones escondidas y disfraces de ingenio. Y lo hace con recursos crecientes desde un primer tercio anodino, en el que el Par¨ªs nocturno creado por efectos digitales huele demasiado a fantas¨ªa, y perjudicado sobre todo por un personaje protagonista carente de carisma, ese joven escritor empe?ado en un teatro en prosa fuera de su tiempo. Su Cyrano es feo pero fascinante. ?l, en cambio, al menos en la versi¨®n de Alexis Michalik, director y guionista, es simplemente un sosaina.

Sin embargo, a partir del segundo tercio, cuando se separa del entramado general de enga?os del Cyrano original, la pel¨ªcula se arregla. Primero, como vodevil sobre el teatro, r¨¢pido, picante y con modos de cine popular, en el segmento dedicado a los ensayos de la obra. Y segundo, ya en la parte final, con la representaci¨®n, simp¨¢tica, c¨¢mara ¨¢gil deambulando entre bambalinas, p¨²blico y escenario, muy en la l¨ªnea de ?Qu¨¦ ruina de funci¨®n!