El ¡®Titanic¡¯ gallego
Su historia es apasionante por la cantidad de vertientes de inter¨¦s que aglutina: sociales, culturales, demogr¨¢ficas, period¨ªsticas, pol¨ªticas y de g¨¦nero
En la madrugada del 2 de enero de 1921, el transatl¨¢ntico Santa Isabel, que hac¨ªa la ruta entre Bilbao y C¨¢diz recogiendo emigrantes con rumbo a Montevideo y Buenos Aires, naufrag¨® contra las rocas de la isla de S¨¢lvora, en la bocana de la r¨ªa de Arosa. Murieron 213 de las 266 personas a bordo. El Titanic gallego lo llamaron, y su historia es apasionante por la cantidad de vertientes de inter¨¦s que aglutina: sociales, culturales, demogr¨¢ficas, period¨ªsticas, pol¨ªticas y de g¨¦nero. Algo que ha sabido ver la coru?esa Paula Cons en su segundo largometraje: La isla de las mentiras, estimable producci¨®n que sabe enmascarar con lenguaje cinematogr¨¢fico el insuficiente presupuesto para un trabajo de estas caracter¨ªsticas, y que, aunque algo a?eja en su imagen, aprovecha bien los conflictos sociales para componer su relato.
¡°Pueblo chico, infierno grande¡±, dice el personaje del periodista interpretado por Dar¨ªo Grandinetti, resumiendo a la perfecci¨®n en una sola frase los esquinazos de la historia. Pobreza, analfabetismo, tragedia social bajo el yugo de los amos, representado por el marqu¨¦s propietario de las tierras y vigilado por el arquetipo del salvaje capataz. Apenas 70 personas habitan la isla la fat¨ªdica noche, la mayor¨ªa mujeres, que se juegan la vida para salvar a cuantos pasajeros puedan. Entre ellas, las tres hero¨ªnas de S¨¢lvora.
Cons juega con un plano sencillo y lejano del transatl¨¢ntico (una maqueta) para el hundimiento; con el recurso visual del fuera de campo y el f¨ªsico de la niebla para la secuencia del rescate, y con el narrativo de la elipsis para elucubrar con los flecos sueltos de una historia real contada en una ficci¨®n muy libre. A uno de los temas de la banda sonora no le beneficia su excesivo parecido con el creado por Ant¨®n Garc¨ªa Abril para Los santos inocentes y, en general, a la pel¨ªcula le sobra acad¨¦mica pulcritud cuando es posible que pidiera una imagen m¨¢s sucia y ¨¢spera. Sin embargo, con ecos de Los coches que devoraron Par¨ªs (Peter Weir, 1974), en la que un m¨ªsero pueblo se autoabastec¨ªa provocando accidentes en sus carreteras adyacentes, La isla de las mentiras sale a flote por su interesante componente social. Y la paradigm¨¢tica sentencia de una de sus hero¨ªnas: ¡°En lugar de unos desgraciados parecemos todos unos ladrones¡±.
LA ISLA DE LAS MENTIRAS
Direcci¨®n: Paula Cons.
Int¨¦rpretes: Nerea Barros, Dar¨ªo Grandinetti, Aitor Luna, Victoria Teijeiro.
Plataforma: Filmin.
G¨¦nero: drama. Espa?a, 2019.
Duraci¨®n: 93 minutos.
Babelia
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