Susto para Ponce en una tarde ventosa en la que sobresali¨® Morante
El torero valenciano fue volteado sin consecuencias al entrar a matar a su primer toro en El Puerto

El fuerte viento de levante que sopl¨® durante la primera parte de la corrida y la constante atenci¨®n a los detalles "rosas" en torno a Enrique Ponce, que result¨® prendido sin consecuencias por su primer toro en la suerte suprema, quedaron en segundo plano ante la asentada y meritoria actuaci¨®n de Morante de la Puebla en la corrida de toros celebrada ayer en la plaza gaditana de El Puerto de Santa Mar¨ªa.
Se lidiaron seis toros de Juan Pedro Domecq, de buenas hechuras y de juego y sin raza en su conjunto. Alguno result¨® manejable y noble, pero todos tuvieron escasa duraci¨®n y ning¨²n celo, a excepci¨®n del tercero, bravo y con entrega hasta el final.
Enrique Ponce: pinchazo y estocada desprendida, siendo zarandeado (ovaci¨®n); estocada trasera desprendida (oreja).
Morante de la Puebla: estocada algo atravesada (oreja); honda atravesada (palmas).
Pablo Aguado: pinchazo y estocada desprendida (oreja); estocada tendida (silencio).
Entre las cuadrillas, sobresalieron la brega con el sexto y dos soberbios pares de banderillas al tercero de Iv¨¢n Garc¨ªa, que en este toro salud¨® junto a Pascual Mellinas. Corrida conmemorativa del 140 aniversario de la plaza, con el cartel de ¡®no hay billetes¡¯, con un aforo reducido en un 50 por ciento como medida de seguridad.
La faena de Morante al segundo fue, con diferencia, la de mayor m¨¦rito e importancia del festejo, pues se la hizo al toro de peor condici¨®n de una noble y descastada corrida de Juan Pedro Domecq, y tambi¨¦n el de m¨¢s alzada, matiz que se tradujo en su nula entrega a la hora de acometer, siempre con la cara alta o soltando desganados cabezazos.
Aun as¨ª, Morante, m¨¢s afinado f¨ªsicamente que en a?os anteriores, le busc¨® las vueltas con la capa para dejar alg¨²n lance de calidad, y m¨¢s a¨²n le insisti¨® con la muleta, durante un pulso de paciencia y temple en el que, a pesar del fuerte viento, le rob¨® pases limpios y de estimable trazo.
Asentado, seguro, siempre dispuesto, el torero de La Puebla sac¨® m¨¢s del animal de lo que este le ofrec¨ªa; lig¨® incluso alguna tanda completa, se adorn¨® con pellizco, y cerr¨®, adem¨¢s, el meritorio trasteo con unos hondos y asolerados ayudados por alto.
Tras una estocada por derecho, pase¨® Morante el primer trofeo de la tarde y tambi¨¦n el primero que corta en El Puerto desde hace ocho temporadas. Ya con el quinto, absolutamente vac¨ªo de raza, aunque igual de dispuesto, no tuvo ya ni una m¨ªnima opci¨®n.
La segunda oreja del festejo fue para Pablo Aguado en el tercer turno, cuando se enfrent¨® al mejor toro de la corrida, por sus finas hechuras y por su manera de emplearse en la embestida.
Quiso hacer con ¨¦l m¨¢s de lo que concret¨® el torero sevillano, tanto con el capote, con algunas ver¨®nicas y remates de calidad, como con la muleta, en una faena que fue a m¨¢s cuanto mayor era su convicci¨®n en el empe?o.
Los mejores momentos llegaron ya cuando Aguado, en vez de esperar las embestidas para acompasarse al toro, fue a provocarlas y a darles ritmo desde el cite con los vuelos de la muleta, lo que logr¨® sobre todo en una ¨²nica tanda de naturales donde toro y torero dieron su mejor dimensi¨®n.
El sexto, ya con la noche cerrada, fue un animal absolutamente vac¨ªo de raza, y Aguado no pudo m¨¢s que plasmar con ¨¦l un toreo tanto por bajo en el inicio de una imposible faena.
El fuerte viento de levante de la primera mitad de la corrida condicion¨® especialmente la actuaci¨®n de Enrique Ponce con el primero de la tarde-noche, un toro con nobleza pero exigente. El veterano diestro, sin controlar los vuelos de la muleta, no consigui¨® templar ni someter esas embestidas en un trasteo plagado de enganchones.
A la hora de matar, y tras un pinchazo, Ponce opt¨® por entrar en la suerte natural, con el toro apretando hacia los adentros, lo que le cost¨® un aparatoso susto, al ser prendido y zarandeado por el de Juan Pedro, aunque sin mayores consecuencias.
Ya aplacado el levante, el valenciano se relaj¨® m¨¢s con el cuarto, un jabonero manejable y de escaso celo con el que se descolg¨® de hombros para acompa?ar las embestidas con una vistosa y aparente naturalidad, mientras la banda interpretaba, fuera de contexto, las notas del Concierto de Aranjuez.
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