¡®Patria¡¯, una novela documentada
El autor sale al paso de las acusaciones de que se inspir¨® en las memorias del etarra Rekarte para uno de sus personajes y explica c¨®mo se document¨® para su libro, que da el salto a la pantalla. Hoy se estrena en San Sebasti¨¢n
Empezar¨¦ por la conclusi¨®n: no hay en mi novela Patria una sola frase que no sea m¨ªa. Las ¨²nicas excepciones son alguna letra conocida de canci¨®n, consignas coreadas en manifestaciones, pintadas en las paredes, alguna inscripci¨®n. Y en todos los casos figuran como tales y no como invenciones del autor.
En realidad, con lo dicho en el p¨¢rrafo anterior deber¨ªa dar por terminada cualquier explicaci¨®n tocante a posibles copias o plagios; pero existen personas, a las que estimo, sobre l...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
Empezar¨¦ por la conclusi¨®n: no hay en mi novela Patria una sola frase que no sea m¨ªa. Las ¨²nicas excepciones son alguna letra conocida de canci¨®n, consignas coreadas en manifestaciones, pintadas en las paredes, alguna inscripci¨®n. Y en todos los casos figuran como tales y no como invenciones del autor.
En realidad, con lo dicho en el p¨¢rrafo anterior deber¨ªa dar por terminada cualquier explicaci¨®n tocante a posibles copias o plagios; pero existen personas, a las que estimo, sobre las que se est¨¢ intentando verter una sombra de duda acerca de mi honestidad.
Debe tenerse en cuenta que Patria, por razones que historiadores y soci¨®logos acaso alcancen a explicar, opera en muchas conciencias de nuestro tiempo, no solo de Espa?a, como verdad. No digo como la verdad o como la ¨²nica verdad. Lo que afirmo es que un sinn¨²mero de lectores, olvidando que tienen en las manos una obra de ficci¨®n, le conceden rango de cosa ocurrida, de testimonio cierto, a la novela. ¡°As¨ª fue¡±, dijo en su d¨ªa el difunto Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, ministro del Interior en su momento.
Sorprendentemente dan s¨ªntomas de la misma lectura personas que aborrecen el relato por razones principalmente pol¨ªticas y no cejan en su empe?o de desvirtuarlo. Primero le buscaron incoherencias, gazapos, defectos de verosimilitud; ahora lo atacan por el lado precisamente de la verdad hist¨®rica: Patria contiene verdad, reconocen, pero el autor la ha copiado.
Patria es un libro con enemigos. Yo podr¨ªa contar (cada cosa a su debido tiempo) ataques contra la novela que no han trascendido a la opini¨®n p¨²blica.
El ¨²ltimo, oportunamente tramado d¨ªas antes del estreno de la serie de televisi¨®n, ha sido a las claras y se ha llevado a cabo desde eldiario.es. En l¨ªneas generales, se consignan similitudes entre las acciones del etarra Rekarte y las de mi personaje Joxe Mari, quien, como el anterior, tambi¨¦n ingresa en ETA. Que, adem¨¢s, el mal¨¦volo periodista estableciera una comparativa entre los textos del libro del primero, escrito con prosa m¨¢s o menos apa?ada por el periodista Mikel Urretavizcaya (cuyo nombre no figura en la cubierta), y mi novela ha dado lugar a no pocas mofas en redes sociales. La imputaci¨®n insin¨²a el plagio. Como prueba de ello, el propio Urretavizcaya cuenta, con poco sentido del rid¨ªculo, que una vez se encontr¨® conmigo en San Sebasti¨¢n y me bloque¨¦. ?Yo me bloque¨¦? Ahora me entero de que poseo la cualidad de bloquearme. Y en todo caso, si as¨ª hubiera sido, ?qu¨¦ demuestra esto en relaci¨®n con la tesis que ¨¦l desliza en su art¨ªculo? Parece ignorar que su libro no es la ¨²nica fuente de informaci¨®n relativa al etarra Rekarte. Jordi ?vole le hizo una minuciosa entrevista que obtuvo en su d¨ªa amplia difusi¨®n.
Toda novela basada total o parcialmente en hechos reales traza un recorrido paralelo a una realidad previa, a la que el novelista interroga de continuo
Tras la publicaci¨®n de Patria he concedido entrevistas a diestro y siniestro. He hablado en foros donde con frecuencia se apretaban cientos de oyentes, en radios y cadenas de televisi¨®n de Espa?a y del extranjero, explicando con paladina claridad c¨®mo me document¨¦ para mi novela. Y, por si todo ello fuera poco, a petici¨®n de la editorial [Tusquets] escrib¨ª y publiqu¨¦ un texto explicativo titulado Patria en el taller, difundido asimismo en la revista Gran Place y ampliamente citado por estudiosos de mi literatura. Con toda clase de detalles describ¨ª durante mis intervenciones p¨²blicas mis fuentes informativas, pero tambi¨¦n la manera como incorpor¨¦ los datos a la narraci¨®n ficcional. Por supuesto que mencion¨¦ el libro de Rekarte, que calculando a ojo de buen cubero, habr¨¢ sido uno de los 50, 60 o m¨¢s t¨ªtulos que le¨ª con el prop¨®sito de espigar datos reales que sirvieran para asentar la verosimilitud de mi relato, cosa propia de la literatura realista y de las novelas con trasfondo hist¨®rico.
Pero ya que he explicado esto cientos de veces, poco me cuesta hacerlo una vez m¨¢s.
Toda novela basada total o parcialmente en hechos reales traza un recorrido paralelo a una realidad previa, a la que el novelista interroga de continuo. El conocimiento de dicha realidad puede estar en la memoria del propio escritor; pero esto entra?a riesgos de error o de desmemoria, y no sirve para una narraci¨®n de tipo coral. Pondr¨¦ un ejemplo extra¨ªdo de mi novela.
¡®Patria¡¯ es un libro con enemigos. Yo podr¨ªa contar (cada cosa a su debido tiempo) ataques contra la novela que no han trascendido a la opini¨®n p¨²blica.
En uno de los cap¨ªtulos se narra el asesinato del concejal Manuel Zamarre?o, asesinado por ETA el 25 de junio de 1998 en Renter¨ªa. En mi novela, todo lo relacionado con este hecho es de procedencia documental. Yo no estuve en el lugar de los hechos; por tanto, me tuve que documentar, para lo cual dispuse de libros, art¨ªculos de peri¨®dico, reportajes, etc¨¦tera. En la escena del crimen, la novela sit¨²a a dos personajes de ficci¨®n que se encuentran con Zamarre?o delante de una panader¨ªa (escena inventada en un escenario real) y hablan con ¨¦l poco antes que una bomba de ETA acabe con su vida. As¨ª pues, en el pasaje en cuesti¨®n se produce una confluencia narrativa entre un hecho documentado y una escena inventada por el escritor. Esta t¨¦cnica de narrar es antigua. Los Episodios Nacionales de Gald¨®s, sin ir m¨¢s lejos, la ponen con maestr¨ªa en pr¨¢ctica.
Lo mismo ocurre con el personaje de Joxe Mari. Y esto es tan obvio que, de verdad, fatiga ponerse a explicar asuntos literarios tan elementales.
Joxe Mari transita de principio a fin por la l¨ªnea de la ficci¨®n. Le invent¨¦ una infancia, lo hice nacer en un pueblo de Gipuzkoa y en una familia de clase obrera, le asign¨¦ unas caracter¨ªsticas f¨ªsicas y psicol¨®gicas; al principio lo hice futbolista, pero luego me pareci¨® que esto de futbolista est¨¢ demasiado visto y lo convert¨ª en jugador de balonmano. ?Habr¨¢ habido alg¨²n etarra que de joven jugase a balonmano? Pues no lo descarto. Si as¨ª fuera, yo ver¨ªa confirmada la veracidad de mi relato. ¡°He acertado¡±, me dir¨ªa. Nadie podr¨¢ objetarme que esto que he escrito nunca pudo ocurrir.
Joxe Mari ingresa en ETA y ETA, como es sabido, no es ficci¨®n literaria, sino realidad. Antes de narrar nada, ya s¨¦ que se va a producir una nueva confluencia entre mi ficci¨®n y la verdad hist¨®rica. Como no ingres¨¦ en ETA (ni falta que hace), necesito documentarme y sucede que a ETA no se le pas¨® por el mag¨ªn abrir una oficina de informaci¨®n para futuros novelistas. No queda, pues, m¨¢s remedio que interrogar a los testimonios. Y aqu¨ª el se?or Urretavizcaya peca de soberbia al considerar que me bas¨¦ exclusiva o principalmente en su libro. La vida personal de Rekarte no me interesa. Lo que me interesa, a partir de sus declaraciones, es conocer el funcionamiento interno de ETA. Mucho m¨¢s ¨²tiles fueron para m¨ª, como he declarado en repetidas ocasiones, los libros de Florencio Dom¨ªnguez, de uno de los cuales, Dentro de ETA. La vida diaria de los terroristas, saqu¨¦, por ejemplo, la idea de mandar a Joxe Mari y a su compa?ero a pasar el periodo de reserva en Breta?a. ?Quiere decir esto que agarr¨¦ un p¨¢rrafo de Dom¨ªnguez y lo traslad¨¦ tal cual a mi novela? Por supuesto que no. Dom¨ªnguez (quien, por cierto, ley¨® mi novela antes de su publicaci¨®n y me dio su visto bueno) me ayud¨® a constatar que enviar a mi personaje a Breta?a era veros¨ªmil. Sabido lo cual, envi¨¦ con mis propias palabras y mi propio estilo narrativo al personaje al lugar mencionado, activando de nuevo la l¨ªnea ficcional. ?C¨®mo? Pues, por ejemplo, inventando que daba paseos o que mataba el aburrimiento entreteni¨¦ndose ¨¦l y su amigo con un juego que yo sol¨ªa poner en pr¨¢ctica a?os atr¨¢s con mis alumnos.
Quien dice Dom¨ªnguez, dice el libro de Rekarte, dice Vidas rotas, dice docenas de libros, ensayos, pel¨ªculas, peri¨®dicos, fotograf¨ªas, conversaciones con personas bien informadas, etc¨¦tera, a fin de reunir material documental con el cual el novelista procurar¨¢ despu¨¦s establecer conexiones con la realidad colectiva.
El cine hace lo mismo. Me acuerdo, en este sentido, de la pel¨ªcula Titanic de James Cameron. L¨ªnea ficcional: los amores de los personajes encarnados por Leonardo Di Caprio y Kate Winslet. L¨ªnea hist¨®rica o real: hundimiento del barco tal d¨ªa, en tal latitud, etc¨¦tera.
Me document¨¦ a fondo para mi novela sobre entresijos de ETA, atentados, detenciones, juicios, vida carcelaria, empresas de transportes y fundici¨®n, abortos en Londres, tratamiento del ictus (bas¨¢ndome en un caso real que yo mismo investigu¨¦), alcalde Azkuna, matrimonios entre personas del mismo sexo, f¨²tbol de los noventa, callejero de Zaragoza, ciudades europeas y muchos pormenores m¨¢s.
?C¨®mo, si no, va a escribir uno una novela veraz? ?Qu¨¦ hab¨ªa que hacer? ?Imaginar etarras practicando el tiro con arco y flechas en los bosques de Finlandia? ?Ten¨ªa que dejarme maltratar en una comisar¨ªa para poder contar despu¨¦s el episodio?