Patria voraz
Aramburu ha escrito una novela memorable sobre los 40 a?os de deriva fascista de Euskadi
En 1996, Fuegos con lim¨®n, la primera novela de Aramburu, nos deslumbr¨® a bastantes lectores. Era un relato extenso, sin prejuicios ni pudores, aparentemente salvaje, pero que hablaba de la fe de unos muchachos en la virtud salvadora de la literatura. Y, en su fondo, dejaba ver los perfiles de esa piedra cruel y berroque?a que la hipocres¨ªa nos hace llamar ¡°el conflicto vasco¡±, ¡°el conflicto¡± para sus ¨ªntimos. Veinte a?os despu¨¦s, Aramburu es algo m¨¢s que un escritor de culto, y aquel pedrusco infame, ya algo cuarteado por fortuna, ha ocupado el primer plano de unos conmovedores relatos, Los peces de la amargura (2006), y de una breve e intensa novela, A?os lentos (2012), cuyas estrategias narrativas ¡ªla mezcla de distancia e implicaci¨®n, de autoflagelaci¨®n y lucidez¡ª nos hicieron pensar en las novelas africanas de J.?M.?Coetzee.
Ahora la vieja piedra se llama simplemente Patria y el libro es una novela extensa y memorable que abarca 40 a?os de fascistizaci¨®n de una sociedad cerrada y recelosa y otros tantos de degradaci¨®n moral de las instituciones del Estado. All¨ª est¨¢ todo: el mundo de la lucha armada y el encarcelamiento de sus h¨¦roes, la hip¨®crita y cruel ocultaci¨®n de sus v¨ªctimas, la constituci¨®n de una mentalidad de ¡°pueblo elegido¡± y perseguido, el bochornoso papel de la Iglesia cat¨®lica y sus imanes parroquiales, la diaria y sistem¨¢tica pr¨¢ctica de divisi¨®n de una comunidad en buenos y malos. Aramburu ha retratado las dos caras de una sociedad arcaica y patriarcal que ha preservado los valores de unidad familiar (es significativo que castellanohablantes y euskaldunes usen la misma nomenclatura vasca de la jerarqu¨ªa familiar: amona, aita, ama, osaba¡) y donde la cuadrilla es el instrumento de socializaci¨®n de adolescentes y j¨®venes. Y queda claro que la misma mentalidad que sustenta una gran cohesi¨®n social ha sido el caldo de cultivo natural de la justificaci¨®n de la violencia y del ejercicio del acoso fascista al sospechoso (pintadas manifestaciones, culto a los retratos de los h¨¦roes).
No es casual que Patria sea la historia de dos familias que han sido inmemorialmente amigas y a las que ha enfrentado el ¡°conflicto¡±. Y cuya historia paralela es la err¨¢tica, aunque decidida, b¨²squeda de un perd¨®n que unos han de pedir a los otros y que al final llega. No sabemos sus apellidos familiares, sino solo los nombres de pila, lo que es significativo. Gobiernan a las familias dos etxekoandreak (amas de casa), Miren y Bittori, que dominan a dos maridos ¡ªel Txato, la v¨ªctima mortal de un atentado terrorista, y Joxian, torpe, cobarde y sentimental¡ª y a los cinco hijos que encarnan toda la gama de biograf¨ªas de una sociedad que ha ido pasando de la vida pueblerina a la propia de una clase media semiurbana. Hay un m¨¦dico, l¨²cido y algo reserv¨®n, Xabier; un escritor en euskera que acepta su homosexualidad, Gorka; un terrorista que purga su culpa, Joxe Mari. Y dos mujeres que, en el fondo, heredan ¡ªcada cual a su modo¡ª la resistencia, el empe?o y el fracaso de sus madres: Nerea, la aparentemente err¨¢tica y ego¨ªsta pero que crece moralmente con el paso de las p¨¢ginas, y Arantxa, la marcada por su mala suerte y a la que un ictus convierte en una inv¨¢lida. Y en uno de los personajes m¨¢s logrados y emotivos de la novela, quiz¨¢ el mayor y mejor de todos.
El orden del relato se ha sedimentado en un centenar de cap¨ªtulos breves que adoptan la unidad de un cuento. No los unifica la cronolog¨ªa estricta, sino una sucesi¨®n de naturaleza emocional. Tambi¨¦n se ha diluido adrede (y con gran efectividad) la responsabilidad narrativa: no sabemos qui¨¦n cuenta porque las frases ¡ªcasi r¨¢fagas¡ª escritas en primera persona se mezclan con las formas del estilo indirecto libre y con la presencia mayoritaria de un narrador que todo lo gobierna y organiza. Y que quiz¨¢ se autorrepresenta como el novelista que, al final (en el cap¨ªtulo ¡®Si a la brasa le da el viento¡¯), habla de sus novelas vascas en un acto organizado, tras el abandono de las armas por parte de ETA, al que significativamente asisten muchos personajes reales y otros de nuestra ficci¨®n. El resultado est¨¦tico es un estilo urgente y minucioso que parece nacer de la misma historia contada y que busca abarcarlo todo: a trav¨¦s de esos di¨¢logos expresivos en los que se usa el castellano hablado en el pa¨ªs (con los verbos en condicional, que sustituye al pret¨¦rito imperfecto de subjuntivo) o mediante la b¨²squeda de la mayor precisi¨®n en los mecanismos psicol¨®gicos de los personajes que lleva a que, a menudo, los conceptos se expresen en formas alternativas o complementarias separadas por barras: ¡°present¨ªa/deseaba¡±, ¡°estaba todo hablado/roto¡±, ¡°se indign¨®/inquiet¨®¡±.
Patria es, sobre todo, una gran y meditada novela. Pero la tradici¨®n del g¨¦nero lleva incluida la virtud de explicar a sus contempor¨¢neos algo del mundo que les ha tocado vivir, o que forma parte de su herencia: amalgamar evocaci¨®n y an¨¢lisis. Lo hicieron los Episodios nacionales, de Gald¨®s, justo cuando hac¨ªa falta recordar y suturar discordias civiles, y lo hizo Guerra y paz, de Tolst¨®i, cuando corr¨ªa riesgo de olvido el origen de la Rusia moderna. Lo mismo est¨¢n logrando ahora las novelas de Fernando Aramburu.
Patria. Fernando Aramburu. Tusquets. Barcelona, 2016. 648 p¨¢ginas. 22,90 euros
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