Juerga y fiesta para un ausente
El homenaje a Xavier Turull, de Ojos de Brujo, cerr¨® una jornada musical de la Merc¨¨ que pas¨® por dos espacios con nuevos significados
Con la noche ya ca¨ªda, la segunda jornada de fiestas record¨® a aquella Barcelona de mediados de los noventa en la que reinaban las m¨²sicas de aluvi¨®n, tambi¨¦n llamadas mestizas, pautadas por el baile, el descaro y la omisi¨®n de purismos. Bajo la advocaci¨®n del esp¨ªritu de Xavier Turull, el que fuera percusionista y motor de Ojos de Brujo, un sinf¨ªn de amigos, conocidos y herederos desplegaron una fiesta en el Park G¨¹ell entorno a su memoria, en un espacio abierto a los cuatro vientos que hubiese encantado un homenajeado que no conoci¨® fronteras. Fue un acto musicalmente festivo, rumbero y cargado de emotividad en el que la m¨²sica fue maleada por artistas que como Xavier reducen las distancias entre los estilos; una fiesta que comenz¨® con un video con im¨¢genes suyas y Debajo una piedra, seguida de 11 temas m¨¢s, y record¨® la alegr¨ªa con la que los mexicanos conviven con la ausencia de los finados.
En el arranque del d¨ªa, casi en la hora del vermut, comenzaba la jornada musical, en este caso del BAM. La actuaci¨®n ten¨ªa lugar en el ¡°edifici de la Model¡±, que dicho as¨ª no suena tan l¨²gubre como La Modelo, que a la postre era donde la actuaci¨®n ten¨ªa lugar. Tocaba entrar en la antigua prisi¨®n, cosa que a palo seco cuesta lo suyo. La reacci¨®n de la asistencia era dispar. Los hab¨ªa que entraban sin mirar, como evitando el impacto emocional. En el lado opuesto los hab¨ªa que fotografiaban los pasillos, las puertas y las rejas con actitud del turista que enfoca la Fontana de Trevi, despojado el objeto mirado de cualquier significaci¨®n, reducido a lo coleccionable. Y los hab¨ªa que fotografiaban, pero con la actitud compungida de quien mira espacios donde el dolor ha sido cr¨®nico y a¨²n flota en el ambiente. Cocina, enfermer¨ªa, locutorios y el maligno pan¨®ptico que articula la arquitectura del recinto se iban sucediendo camino del escenario, en un paseo para la conmoci¨®n.
Ya en el patio m¨¢s rejas, las de las celdas que a ¨¦l dan, ahora ya vac¨ªas. Todo bajo un cielo de azul oto?o, m¨¢s limpio que la mirada de un beb¨¦ y que en una vida recluida deb¨ªa recordar la amplitud de la libertad ausente, m¨¢xime cuando el cielo era atravesado por alg¨²n avi¨®n con destino a vete a saber d¨®nde. Volar lejos, que tortura all¨ª. Realmente hay espacios dif¨ªciles de resignificar, pero la m¨²sica es una poderosa herramienta que ayuda, y mucho. Y as¨ª, en uno de esos patios, vigilado el p¨²blico que llenaba tres cuartas partes de las 160 sillas dispuestas, hay cosas que gracias a la pandemia en La Modelo no cambian, dos veintea?eros contaron a la asistencia, mayormente femenina, que cambiamos m¨¢s en apariencia que en sustancia.
Laura Lamontagne, nativa de Lugo, y PicoAmperio, de Santiago, cantante y poetisa y disc-jockey y productor respectivamente, toman cantigas de Alfonso X El Sabio, trovas de Mart¨ªn Codax, poemas de Rosal¨ªa de Castro como A Xustiza pola man o de Fernando Pessoa, para envolverlas en ambientes electr¨®nicos con acentos r¨ªtmicos de hip-hop d¨¢ndoles un nuevo significado s¨®lo formal, pues las historias que se contaban en los siglos XIII tambi¨¦n resultan hoy vigentes. Una de ellas hablaba de un peregrino que fue a Santiago a buscar la verdad y descubrir una vez llegado que all¨ª tampoco moraba, mostrando as¨ª un sentido cr¨ªtico que hoy parece ausente. Y es que en el fondo los sentimientos y anhelos humanos son finitos, pues amor, desamor, odio y esperanza siempre han vivido entre nosotros. S¨®lo cambian las formas de explicarlos. La pareja gallega a?adi¨® el scratch al Medievo. En una antigua prisi¨®n.
En apenas una hora, usando la voz bien cantando bien acerc¨¢ndose al spoken word, la palabra dicha, Lamontagne y Picoamperio lograron que los barrotes y los focos casi se olvidasen. M¨¢s tarde, con el sol decayendo, otro espacio con nuevo sentido, aunque hacer conciertos es una antigua f¨¢brica de cerveza parece af¨ªn. All¨ª, en la Damm, bajo su chimenea de ladrillo, con las sillas separadas por la distancia existente entre Burgos y Las Huelgas, el grupo Renaldo & Clara ofrecieron un delicioso concierto no apto para c¨ªnicos. Pop algodonoso y naif, preciosas melod¨ªas sencillas y una voz femenina tenue llenaron el espacio en una actuaci¨®n para querer creer que el mundo no tiene maldad.
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