¡®Los distintos¡¯, la historia de los ni?os que callan despu¨¦s de la guerra
La escritora M¨®nica Monta?¨¦s presenta junto a la ilustradora Eva S¨¢nchez G¨®mez un libro sobre las di¨¢sporas de los abatidos
Paquito y Socorro son dos hermanos que en Los distintos (Ekar¨¦) se enfrentan a la di¨¢spora de su padre, a los estragos de la Guerra Civil y a un nuevo comienzo. La escritora M¨®nica Monta?¨¦s (Caracas, 54 a?os), que present¨® el viernes pasado en el canal de YouTube de la editorial su libro, retrata el mutismo que sufrieron su padre y su t¨ªa en Espa?a cuando eran ni?os. La venezolana hace honor a sus familiares, que tuvieron que migrar por su ideolog¨ªa contraria al r¨¦gimen. Sus abuelos estuvieron separados casi una d¨¦cada porque ¨¦l se march¨® a Francia; despu¨¦s a M¨¦xico. ¡°Son muchas horas de silencio durante ocho a?os, interrumpidas nada m¨¢s que por cinco cartas¡±, sentencia la creadora de la obra teatral El aplauso va por dentro.
Eva S¨¢nchez, la ilustradora que da color a las vivencias de los personajes, explica la dualidad de su trabajo al plasmar ¡°algo tan grave como la guerra con trazos infantiles¡±. ¡°Paquito y yo ¨¦ramos muy distintos entre nosotros, y sobre todo muy distintos a los dem¨¢s. ?ramos hijos de un rojo¡±, cuenta Socorro en el relato a dos voces, sobre su colegio de monjas en medio de la Espa?a franquista. Pese a que vivieron una infancia marcada por las mismas dificultades, cuando la autora escuch¨® los recuerdos de su padre y su t¨ªa obtuvo versiones muy diferentes de la historia: ¡°Todos los cuentos de mi pap¨¢ tratan de sus ganas de alimentarse y los de mi t¨ªa al rev¨¦s, porque apenas le apetec¨ªa comer¡±. Defiende que uno no puede entender el hambre hasta que lo pasa. ¡°Hasta que en Venezuela hubo esa escasez, hasta que te conviertes en un bicho que busca comida para sus hijos. Ah¨ª yo empec¨¦ a entender las historia de mi pap¨¢ y de mi t¨ªa, y la dimensi¨®n de la angustia¡±, reconoce a trav¨¦s de la pantalla en su casa de Madrid.
Gobernador de C¨¢diz durante 15 d¨ªas
A la escritora se le ocurri¨® este homenaje porque recibi¨® un mensaje. ¡°Un autor gaditano que se llama Pepe Pettenghi me escribi¨® porque quer¨ªa saber de mi abuelo, Jos¨¦ Monta?¨¦s Serena, que fue gobernador de C¨¢diz durante 15 d¨ªas en la Segunda Rep¨²blica. Estaba trabajando en un libro, y de mi abuelo solo ten¨ªa el nombre¡±. Gracias a sus b¨²squedas lleg¨® a ella y le hizo unas preguntas que nunca le hab¨ªa planteado ni a su padre ni a su t¨ªa. Comenz¨® a germinar la idea, que concluy¨® con la intenci¨®n de explicar la historia a los ni?os. Un suceso que se prolonga con variaciones, como reflexiona, porque ahora muchos venezolanos viajan a Espa?a.
Monta?¨¦s respeta ¡°enormemente¡± a los lectores m¨¢s j¨®venes por dos motivos: porque si no les gusta algo lo dicen en la cara sin miramientos, y porque para atraer su atenci¨®n hay que competir contra videojuegos como Mario Bros. Quer¨ªa dinamismo y pens¨® una escaleta, como en el cine o el teatro. Ante todo, aspiraba a dejar de hablar ella y que narraran los ni?os, sin an¨¢lisis profundo, con frases cortas, sin explicaciones.
La escritora venezolana transmite el soterramiento de la guerra, tanto dentro como fuera del libro. Cuando se lo ense?¨® a su t¨ªa, ella no dijo nada. Monta?¨¦s comenta que es una mujer con mucha fuerza y que no sab¨ªa c¨®mo iba a reaccionar. Tard¨® un d¨ªa en pronunciarse y sus palabras a¨²n emocionan a la autora: ¡°Una de las cosas hermosas que dijo fue que en las casas no se hablaba de eso, que trataban de pasar p¨¢gina¡±.
La narraci¨®n comienza con unas frases muy duras desde la perspectiva de Paquito. ¡°Me dijo que se ten¨ªa que ir de Espa?a. Que, a partir de ese momento, yo era el hombre de la casa y que ten¨ªa que cuidar de mi madre y de mi hermana. Sent¨ª miedo. Quise llorar. Yo solo ten¨ªa nueve a?os. Pero me qued¨¦ mudo. Y no llor¨¦. No pude. ?l siempre me hab¨ªa dicho que los hombres no lloran y eso hab¨ªa pasado a ser yo: un hombre¡±, reza en las primeras p¨¢ginas. Quedan as¨ª grabadas porque, seg¨²n reafirma la escritora, se ci?en a la realidad.
¡°No llor¨® en ese momento ni cuando le cont¨® que se iba ni cuando su padre le pone esa responsabilidad encima¡±, reflexiona. ¡°Los ni?os crecen con ese trauma, con ese silencio, traen miedos y formas de ser que configuran una ¨¦poca¡±, a?ade. La intenci¨®n de Monta?¨¦s es crear otra generaci¨®n que abra ese silencio ¡°para que de ah¨ª empiecen a salir los cuentos¡±.
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