La aventura de crecer

No pocos artistas ¡ªdel cine, de la literatura, de la m¨²sica¡ª saben que demasiadas veces la obra m¨¢s dif¨ªcil es la segunda y no la primera, sobre todo cuando esta los ha encumbrado desde el anonimato. Benh Zeitlin sali¨® casi de la nada a los 29 a?os para componer en 2012 la excelente Bestias del sur salvaje, letan¨ªa visual y musical rodada en el fango f¨ªsico y emocional, una inyecci¨®n enso?adora, bronca y terrible alrededor de la infancia, con la que consigui¨® cuatro nominaciones a los Oscar, incluido el de mejor pel¨ªcula. Pese a todo, su segunda obra ha tardado en llegar ocho largos a?os: Wendy, ins¨®lita e interesante visi¨®n del mito de Peter Pan, con la que reincide en su cine a borbotones; un drama donde se fusionan la fantas¨ªa y el esp¨ªritu social de la Am¨¦rica Profunda en la era Trump.

Qu¨¦ forma tan atractiva de rodar, fotografiar y montar la de Zeitlin. En la primera secuencia, en un destartalado bar habitado por seres marginales, agrietados por la vida y la desaz¨®n, la sonrisa de una ni?a reluce entre la aspereza. Fuerza visual, espontaneidad. Est¨¢s dentro de la pel¨ªcula. Te han cogido por la solapa con la ayuda de la banda sonora del propio Zeitlin y de Dan Romer, eso s¨ª, demasiado parecida a la de Bestias del sur salvaje en alguna de las piezas.

La captura del brillo en los ojos de los ni?os, con sus juegos y sus escapadas, va dando paso al mito de Peter Pan, cr¨ªos desaparecidos en el pa¨ªs de Nunca Jam¨¢s, con una narrativa poco convencional que, a pesar de su fortaleza visual, se atasca en el coraz¨®n del relato. Es entonces cuando no es dif¨ªcil asociar a Zeitlin con cierta ret¨®rica visual del ¨²ltimo cine de Terrence Malick. Pero logra escapar, y no solo con la imagen; tambi¨¦n con el texto. Los ni?os sin los adultos dejan de ser ni?os: se hacen adultos. Y es precisamente a ellos, y no a los cr¨ªos, a los que parece ir destinada Wendy.