Dos de dos: Taylor Swift ha vuelto a hacerlo con ¡®evermore¡¯
La que fuera diva del ¡®country¡¯ repite la jugada de un ¨¢lbum por sorpresa, solo cinco meses despu¨¦s de ¡®folklore¡¯. Y el resultado sigue siendo fabuloso
Ha sido este 2020 enloquecido y casi siempre nefasto el que nos ha servido, qu¨¦ cosas, para ensalzar a Taylor Swift. Nadie habr¨ªa podido sospecharlo a mediados de a?o, pero ¨²ltimamente hemos tenido que acostumbrarnos a que los guiones no dejen de saltar por los aires. E igual que nadie esperaba en julio aquel folklore (todo con caja baja, por hacernos m¨¢s especiales), menos a¨²n podr¨ªamos sospechar que hubiera tiempo antes de las 12 campanadas para una nueva hornada de repertorio radicalmente nov¨ªsimo por parte de la anta?o diva country de Pensilvania.
Pues bien, todo es posible. Incluso que Taylor Swift no sea la firmante de uno de los discos del a?o, sino de dos.
Dig¨¢moslo cuanto antes, por aquello de las urgencias asociadas a estos estrenos sorpresivos. evermore es, vuelve a ser, un disco soberbio. Que sea la segunda vez que atribuyamos semejante ep¨ªteto a un trabajo de Swift lo hace menos noticiable, pero m¨¢s meritorio. Los parecidos con folklore son evidentes, m¨¢s all¨¢ de la alergia por las letras may¨²sculas: la producci¨®n sigue corriendo a cargo de su inesperado nuevo gran aliado de la temporada, Aaron Dessner (The National); el tono es marcadamente oto?al, ¨ªntimo y evasivo, y la propia Taylor lo cataloga como ¡°disco hermano¡±. Pero mantener semejante nivel a lo largo de 15 nuevos cortes ¡ªque ser¨¢n 17 en la inminente edici¨®n f¨ªsica¡ª equivale a encontrarse en estado de gracia.
Dos discos extensos. Treinta y pico canciones. Dos horas largas de m¨²sica. Estrenos sin anticipos ni avisos previos: tan solo una publicaci¨®n en Instagram (141 millones de seguidores, a ver qui¨¦n iguala ese poder de comunicaci¨®n) en las v¨ªsperas. Y una explicaci¨®n ins¨®lita para esta segunda entrega: nuestra protagonista cumplir¨¢ 31 a?os este domingo y quer¨ªa celebrar con un nuevo elep¨¦ que ese es su ¡°n¨²mero favorito¡±. Una excusa como otra cualquiera, pero que aceptamos de mil amores.
En verano ya tuvimos tiempo de retractarnos de todo lo que pens¨¢bamos hasta ahora sobre Swift. Aquel fue el momento de comprender, asombrados, c¨®mo la firmante de 1989 o Fearless (?recuerdan aquella melenaza rubia al viento, tal que una Shakira en Nashville?) hab¨ªa dado portazo al country m¨¢s convencional y el pop de pabellones para abrazar de lleno la edad adulta, la escritura circunspecta. evermore refrenda punto por punto todas aquellas impresiones. Al parecer, Taylor y su nuevo productor sintieron, tras la entrega de folklore, que ¡°no pod¨ªan parar¡±, as¨ª que prolongaron su inmersi¨®n en este proceso creativo que evoca bosques perdidos, parajes solitarios, caba?as en lo ancho de las campi?as, hogueras a la ca¨ªda de la noche. Basta escuchar willow, el tema de presentaci¨®n y apertura, para comprender que nuestra protagonista se vuelve adorable con el abrazo de esas preciosas texturas ac¨²sticas.
Estas anotaciones son fruto de un par de escuchas en la madrugada, en cuanto este repertorio adquiri¨® naturaleza p¨²blica, pero hay argumentos abundantes para dedicarle muchas m¨¢s. Los paralelismos con Lana del Rey, muy evidentes durante buena parte de folklore, se circunscriben aqu¨ª a champagne problems. ¡®tis the damn season se decanta con descaro por las guitarras narc¨®ticas y una voz honda y seductora. Tend¨ªamos a encuadrar a Taylor en el mismo grupo de Ariana Grande, Selena G¨®mez, Hilary Duff o Carly Rae Jepsen, entre otras grandes int¨¦rpretes j¨®venes, arrolladoras y masivas, pero ahora mismo no podr¨ªa encontrarse m¨¢s lejos de toda esa ¨®rbita. Ubiqu¨¦monos m¨¢s en el contexto folkie de Regina Spektor, Feist, Ingrid Michaelson¡ o Mina Tindle, pareja de Bryce Dessner y, en consecuencia, cu?ada de Aaron.
M¨¢s joyas. happiness brota susurrante, ext¨¢tica, electr¨®nica solo en ese grado sutil de los propios The National. De hecho, las sospechas de que las voces de Swift y Matt Berninger maridar¨ªan mejor que bien se materializan en la maravillosa coney island, una conjunci¨®n fascinante de dos gargantas con poso y profundidad, abisales en su belleza. En general, evermore no defrauda ninguna de las expectativas. Por ejemplo, a sabiendas de que las tres hermanitas de HAIM se hab¨ªan incorporado al carro con no body, no crime, ese corte solo pod¨ªa ser contagioso y adictivo. Y el tema que titula y cierra el trabajo vuelve a contar con la inconfundible y carism¨¢tica presencia de Bon Iver, como ya sucediera en julio con Exile.
Predominan los tiempos medios, el sosiego crepuscular, los paisajes brumosos. A los esc¨¦pticos y cascarrabias ¡ªque siempre andan al acecho¡ª, este les parecer¨¢ un disco extenso en demas¨ªa, merecedor de sus buenos tres o cuatro tijeretazos. Es curioso que seamos tan r¨¢canos y susceptibles con el consumo de ¨¢lbumes en su integridad justo cuando tanto nos gusta presumir p¨²blicamente, por ejemplo, de nuestros grandes empachos de temporadas seri¨¦filas completas, pero el comportamiento humano contempor¨¢neo es as¨ª de inescrutable. Paparruchas. El vigor en la escritura despunta en primores como cowboy like me, con su estribillo casi eterno que puede traernos a la memoria You¡¯re Still the One, de Shania Twain. O en marjorie, que va creciendo s¨ªlaba a s¨ªlaba, desde el susurro inicial, hasta volverse cat¨¢rtica y majestuosa.
A?adamos el inesperado p¨¢lpito de las percusiones programadas para long story short y comprenderemos que hay aqu¨ª, otra vez, mucha tela que cortar. Taylor Swift ha vuelto a hacerlo. Y a nosotros, caramba, solo nos queda la obligaci¨®n de constatarlo.
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