Cuatro f¨¦minas en lucha

Las pel¨ªculas homenaje suelen funcionar mejor como homenajes que como pel¨ªculas. El hecho de que est¨¦n basadas ¨²nicamente en las memorias del protagonista de la historia, sin contrapunto, y la presencia final en pantalla del personaje real, a¨²n vivo, como s¨ªmbolo de una historia inspiradora, suelen ser detalles que pocas veces llevan consigo un an¨¢lisis complejo de la personalidad y las circunstancias vividas por ese determinado ser humano. Aun as¨ª y pese a cumplir todo lo anterior, Julie Taymor ha intentado en The Glorias, ya desde su t¨ªtulo, huir del esquematismo y la parcialidad en su retrato de la periodista e icono del feminismo Gloria Steinem. Lo logra solo en parte con una pel¨ªcula sobre cuatro Glorias, en cuatro etapas distintas de su vida, que dialogan entre s¨ª para intentar armar el dibujo de una interesant¨ªsima mujer.

Es en ese autob¨²s, s¨ªmbolo del camino recorrido por el feminismo y del que desgraciadamente a¨²n queda por andar en unas sociedades que siguen poniendo piedras en no pocas circunstancias, donde la pel¨ªcula encuentra sus mejores momentos, huyendo del convencionalismo del biopic al uso y acerc¨¢ndose a una suerte de onirismo reflexivo, visualizado por la hermosa fotograf¨ªa de Rodrigo Prieto. La joven periodista que se enfrent¨® a sus sucesivos jefes y compa?eros de redacci¨®n charla con la madura mujer activista pol¨ªtica y cofundadora de la revista Ms. (ni mrs. ni miss, con independencia del estado marital), en presencia de la ni?a que nunca encontr¨® su lugar en el mundo junto a un padre truhan y a una madre depresiva, y de la preadolescente que auguraba una identidad al margen de la ortodoxia. Y a veces no se ponen de acuerdo.

Taymor, como ya hiciese en Frida, su biopic de la pintora mexicana Frida Kahlo, experimenta con la narraci¨®n e incluso con los formatos, integrando un instante animado en el conjunto y diversas tomas de archivo documental. Sin embargo, algo quiz¨¢ inevitable al abarcar un arco de tiempo tan grande, The Glorias sigue cojeando por su aspecto epis¨®dico un tanto superficial, sobre todo en la primera mitad.

Eso s¨ª, cada declaraci¨®n masculina de alg¨²n prohombre del conservadurismo americano de los setenta, acusando de destrucci¨®n de la familia a lo que solo implica igualdad de derechos, suena a desgraciadamente vigente. En EE UU e incluso aqu¨ª.