Cante viejo a orillas del Guadalquivir
La cantaora Dolores Agujeta inaugura el ciclo ?ntimos de Triana, que programa diez conciertos en formato ac¨²stico y con aforo reducido
La programaci¨®n parece estar hecha para especiales degustadores de lo jondo. En el hist¨®rico y referencial barrio de Triana sevillano, al final de su calle Castilla y junto al r¨ªo Guadalquivir, un moderno tablao que acoge salas de baile y un peque?o auditorio para menos de un centenar de personas, lo que permite un formato totalmente ac¨²stico, sin intermediarios entre artistas y p¨²blico, reunidos en un reducido espacio. En este lugar, con criterio y buen gusto, se ha programado un ciclo de diez conciertos que abarcar¨¢ hasta finales de mayo, a raz¨®n de dos por mes.
Casi exclusivamente, cante, con una selecci¨®n de voces que re¨²ne lo viejo y lo nuevo: nombres consagrados junto a una apuesta por los valores emergentes que est¨¢n en boca de los aficionados. Entre los primeros, cl¨¢sicos con acentos muy personales y ra¨ªces familiares o locales, el gaditano Juan Villar, la lebrijana In¨¦s Bac¨¢n, los jerezanos Luis Moneo, Luis El Zambo y Dolores Agujetas, m¨¢s un cl¨¢sico moderno como es el chiclanero Antonio Reyes. Entre los j¨®venes, encontramos a continuadores de dinast¨ªas como Lela Soto, de los Sordera, o Manuel de la Tomasa, junto a Juanfra Carrasco, Ismael de la Rosa y El Purili. El de las guitarras escogidas para el acompa?amiento es aspecto que tambi¨¦n parece haber sido cuidado con la presencia de Manuel Parrilla, Diego del Morao, Antonio Moya, Rycardo Moreno, Miguel Salado, El Perla, Juan Manuel Moneo, Manuel Jero y Rub¨¦n Lara. Solo uno de los conciertos se sale del formato, el del guitarrista Dieguito de Mor¨®n, sobrino del gran Diego del Gastor, una rara avis de la sonanta que, por su bohemia y especial idiosincrasia, no frecuenta las programaciones.
Tampoco es de grandes p¨²blicos la cantaora Dolores Agujeta (Dolores de los Santos Berm¨²dez), que abri¨® el ciclo con la sala repleta. Ella es heredera y continuadora de una saga que admite pocas comparaciones, la que inaugura su abuelo, el legendario Viejo Agujetas, y que su padre, Antonio de los Santos Pastor, iluminar¨ªa con tanto arte como personalidad. A ellos representa y sus cantes prolonga, casi como si no hubiera pasado el tiempo. Su a?ej¨ªsimo eco contribuye a la transmisi¨®n, de la misma forma que lo hacen los cantes de su repertorio, que ofrece con la fidelidad at¨¢vica de unas formas antiguas recibidas oral y vivencialmente.
El cante de Dolores no se presta a concesiones y lo ofrece, al modo paterno, en tandas cortas de estilos muy determinados. Presta especial cuidado a su decir por soleares y seguiriyas, en las que lleva al l¨ªmite su rajado metal y, alargando los tercios, persigue romperse con letras tan escogidas como contundentes, similares a las de los fandangos, con una del Bizco Amate como colof¨®n. Es la prolongaci¨®n de una b¨²squeda emocional con la que termina logrando, quiz¨¢s, la mayor conmoci¨®n entre una audiencia muy cercana, ante la que no cabe el enga?o. Antes hab¨ªa puesto dolor y dulzura al taranto de Manuel Torre y, ya al final, el sello identitario jerezano por buler¨ªas con su poquito de cupl¨¦.
Obligada es una especial menci¨®n al trabajo de Manuel Parrilla, quien le hab¨ªa acompa?ado en su m¨¢s reciente registro discogr¨¢fico, Agujeta Cantaora (2016). No por casualidad, hab¨ªa sido el t¨ªo de este, el gran Parrilla de Jerez, el que la asistiera en su disco anterior (2004). Con un toque de acompa?amiento de escuela y car¨¢cter, se intuye que Manuel ofrece tanto arropamiento al cante como el disfrute que se percibe en la audiencia. Sus ilustraciones estuvieron llenas de inspiraci¨®n y de una flamencura que resulta can¨®nica en cada uno de los estilos.
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