Cuando la RAF convirti¨® Dresde en otra Pompeya
Un nuevo libro describe con intensidad pasmosa la ic¨®nica destrucci¨®n de la ciudad alemana en 1945
En el horror inabarcable de la II Guerra Mundial, el bombardeo de la ciudad alemana de Dresde destaca con un fulgor siniestro. El 13 de febrero de 1945, pronto har¨¢ 75 a?os, dos oleadas sucesivas de bombarderos, 244 aparatos brit¨¢nicos la primera y 552 estadounidenses la segunda, arrasaron brutalmente la poblaci¨®n en 18 horas de espanto, desatando un infierno en el que se abrasaron en medio de escenas dantescas millares de personas, la mayor¨ªa civiles y en gran proporci¨®n mujeres, ni?os y ancianos, muchos de ellos refugiados que hu¨ªan del avance sovi¨¦tico. El ataque devast¨® Dresde, de 650.000 habitantes, considerada la Florencia del Elba por su riqueza patrimonial y el nivel de su cultura. La destrucci¨®n de la ciudad, uno de los episodios emblem¨¢ticos de la guerra, s¨ªmbolo para algunos de la indecencia de la guerra total y objeto desde que sucedi¨® de intensos debates y pol¨¦micas, la relata ahora en un libro tan detallado como conmovedor, Dresde 1945, fuego y oscuridad (Taurus, 2020), el escritor brit¨¢nico Sinclair McKay ¡ªautor de varias obras sobre los decodificadores de Bletchley Park¡ª.
Bas¨¢ndose en un estudio exhaustivo de las fuentes, sobre todo de testimonios de testigos del bombardeo, tanto habitantes de Dresde como aviadores, el estudioso revive la tragedia de una manera estremecedoramente v¨ªvida y caleidosc¨®pica, llevando al lector de las heladas cabinas de los Lancaster en las que los j¨®venes tripulantes se aferraban a amuletos como el sujetador de su novia para sobrellevar el miedo all¨ª en los cielos (50.000 aviadores hab¨ªan muerto en la campa?a a¨¦rea, de manera horrenda), a los s¨®tanos abarrotados en los que se refugiaba la poblaci¨®n y que se convirtieron en trampas mortales. McKay, que calcula que 25.000 personas murieron en Dresde aquella noche, describe im¨¢genes que cuesta desterrar de la memoria: el anciano cegado que avanza en medio del incendio como un rey Lear ardiente, la abuela calcinada ante los ojos de su nieta al prenderle en la ropa una bengala incendiaria, la gente hervida en los tanques de agua donde hab¨ªan buscado refugio, los cuerpos de las embarazadas cuyos vientres se hab¨ªan abierto por efecto del calor para revelar a los hijos nonatos.
?Hay que considerar el bombardeo de Dresde un crimen de guerra? "El t¨¦rmino me hace dudar", responde McKay, "fue una atrocidad terrible, pero crimen de guerra es un concepto jur¨ªdico y entonces deber¨ªamos analizar si todos los bombardeos sobre las ciudades alemanas lo fueron. Adem¨¢s, Dresde ten¨ªa un indudable valor estrat¨¦gico, era un objetivo militar, con ferrocarriles, tropas, f¨¢bricas en el centro de la ciudad que produc¨ªan material b¨¦lico". ?Estaba justificado hacer algo as¨ª para vencer al mal indiscutible del nazismo? "La cuesti¨®n moral, efectivamente, es el n¨²cleo del bombardeo de Dresde. Ya en 1943, Churchill ten¨ªa serias dudas sobre la moralidad del bombardeo de ciudades y acus¨® al Mando de Bombardeo de la RAF de "actos de terror". Otros, como el mariscal del Aire Sir Arthur Harris, el Carnicero, no entend¨ªan esa actitud". ?Es Dresde la Gernika alemana? "El horror provocado por los bombardeos a¨¦reos empieza con Gernika, Dresde es parte de ese patr¨®n terrible que culmina en Hiroshima y Nagasaki". Sobre si sirvi¨® para algo el bombardeo de Dresde, McKay reflexiona: "Es distinto decirlo ahora, cuando miramos a febrero de 1945 y sabemos que la guerra finalizar¨ªa en dos meses, pero la gente entonces no lo sab¨ªa, claro, y los aliados observaban alarmados que los soldados alemanes segu¨ªan resistiendo. La guerra pod¨ªa alargarse. En ese sentido hay que recordar que el bombardeo de Dresde, al lado de todo el horror, gener¨® efectos militares inmediatos: obstaculiz¨® los movimientos del Ej¨¦rcito alem¨¢n, ayudando al Ej¨¦rcito Rojo y adem¨¢s el shock que provoc¨® en la poblaci¨®n civil alemana les devolvi¨® a la cruda realidad de que Hitler no iba a darle la vuelta a la guerra con sus armas maravillosas, que el r¨¦gimen nazi estaba acabado".
"No se puede comparar de ninguna manera el bombardeo de Dresde con el Holocausto"
Algunas de las im¨¢genes que se describen en el libro sugieren una peligrosa comparaci¨®n con el genocidio nazi: los cad¨¢veres apilados en las calles, la cremaci¨®n de los cuerpos en parrillas improvisadas, el propio horno en que se convirti¨® la ciudad. "Desde luego no lo he hecho expl¨ªcitamente, pero por supuesto es peligroso comparar. Es evidente que ten¨ªa que mostrar esas cosas, pero nunca he querido hacer ning¨²n tipo de comparaci¨®n. Parte de la dificultad de la historia del bombardeo de Dresde es que la extrema derecha alemana actual trata por todos los medios de mostrar a los civiles muertos como m¨¢rtires, pretendiendo que se vean como equivalentes de las v¨ªctimas del Holocausto: no creo que se pueda tomar ese camino. La planificaci¨®n y ejecuci¨®n del Holocausto, la maldad, el sadismo, la premeditaci¨®n y el horror de todo aquello es algo aparte, otra dimensi¨®n con respecto a un bombardeo nocturno, independientemente de lo horrible que este fuera y de que hubiera ni?os. Esa barbaridad no deja de estar en el n¨²cleo de la guerra".
El autor recalca que las autoridades actuales de Dresde est¨¢n angustiadas por el intento de apropiaci¨®n de sus v¨ªctimas por la extrema derecha. McKay cuestiona tambi¨¦n la idea expresada por el historiador alem¨¢n J?rg Friedrich en El incendio (Taurus, 2003), de que la poblaci¨®n civil alemana fue tan v¨ªctima de la guerra como las otras. En su libro no deja de se?alar que Dresde fue una ciudad entusi¨¢sticamente nazi y cosas como que a los pocos jud¨ªos que quedaban no se los dejaba entrar en los refugios arios.
Dresde 1945, escrita con un pulso narrativo excelente (trasladado al castellano por Mart¨ªn Schifino), une a su rigor documental una estructura dram¨¢tica apasionante. "Eso es f¨¢cil cuando tienes fuentes tan buenas y literarias como Kurt Vonnegut y Victor Klemperer, que estaban en Dresde, el primero como prisionero de guerra y el segundo, jud¨ªo, llevando una vida de semiclandestinidad, pero hay muchos otros testigos oculares que escribieron cr¨®nicas de gran calidad y detalle".
?Cu¨¢l le parece la imagen m¨¢s horrible del bombardeo? "Hay tantas, la atm¨®sfera en los s¨®tanos, esa claustrofobia, con la luz de la bombilla que se apaga. Eso es lo que m¨¢s me ha angustiado al escribir. Ten¨ªa que parar a menudo y salir a correr para desprenderme de aquello".
"La tormenta de fuego parece algo casi sobrenatural, pero eso ha pasado ahora en los incendios de Australia".
La tormenta de fuego fue tambi¨¦n terrible. "Parece algo casi sobrenatural, pero eso ha pasado ahora en los incendios de Australia. Los cient¨ªficos a¨²n estudian la parte f¨ªsica de ese fen¨®meno que se llev¨® gente volando. El aire se pone del rev¨¦s, el ox¨ªgeno es absorbido, no se puede respirar. Ser capaz de hacer eso es como tener el poder de Dios, algo b¨ªblico, s¨ª".
De las cuentas del horror, esos 25.000 muertos, dice que en realidad nunca se sabr¨¢ la cifra exacta, pero que se hizo un recuento muy pormenorizado y no pueden haber sido muchos m¨¢s, pese a Goebbels y David Irving. "En todo caso sigue siendo una cantidad enorme". McKay subraya su intenci¨®n de hacer justicia a las v¨ªctimas de Dresde, explicando sus vidas y sus muertes. A?ade que al describir los tormentos del fuego en la carne ha optado por explicar las impresiones que el lector puede entender. "Es imposible saber lo que se siente al explotar, pero s¨ª al notar que te quedas ciego ante algo que parece nieve ardiente, o que te asfixias en un s¨®tano".
De una de las im¨¢genes can¨®nicas de Dresde, la de la mujer a la que se le abre la maleta y lleva dentro el cuerpo abrasado y reducido al tama?o de un mu?eco de su hijo, dice que ¡°desde luego no es una leyenda urbana, algo que en Dresde no hace falta¡±, y que hubo varios casos de personas que transportaban a sus familiares muertos para que no fueran a parar a las fosas comunes. ?l relata el caso de una mujer que llevaba lo que quedaba de su hijo en un saco.
La historia de Dresde tiene un eco de Pompeya. "S¨ª, hay algo, la magnitud de la cat¨¢strofe, las im¨¢genes apocal¨ªpticas, la propia f¨ªsica de la destrucci¨®n que parece desafiar el entendimiento, y la desnudez de la muerte".
El monumento a las tripulaciones de los bombarderos
Del monumento en Picadilly, en Londres, a las tripulaciones brit¨¢nicas de bombarderos, los Bomber Boys, inaugurado en 2012, Sinclair McKay considera que "por fin se ha hecho, se ha tardado mucho, es muy controvertido y se ha lanzado pintura en alguna ocasi¨®n sobre ¨¦l, pero desde luego si hay que acusar a alguien de cr¨ªmenes de guerra no es a las tripulaciones, esos chicos mucho m¨¢s inteligentes y sensibles de lo que se piensa y que lucharon con mucho valor".
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