Fallece el fil¨®logo Alberto Blecua, experto en el Siglo de Oro
El cr¨ªtico ense?¨® a editar los textos literarios con su 'Manual de cr¨ªtica textual' y con el ejemplo de sus ediciones del 'Lazarillo' o el 'Quijote', entre las m¨¢s destacadas
Muy pocas personas podr¨¢n concitar la unanimidad que suscita Alberto Blecua sobre su bonhom¨ªa y sobre su finura como cr¨ªtico literario. Nos ense?¨® a editar los textos literarios con su Manual de cr¨ªtica textual y con el ejemplo de sus ediciones (el Libro de buen amor, el Lazarillo, el Quijote, entre las m¨¢s destacadas). A partir de ¨¦l, las ediciones pod¨ªan hacerse con criterio, yendo m¨¢s all¨¢ de la acumulaci¨®n de variantes en aparatos cr¨ªticos, a veces sin sentido, para poder ofrecer al lector el texto m¨¢s pr¨®ximo posible a la voluntad del autor. Le¨ªmos una y mil veces su Manual para aprender la metodolog¨ªa con la que se hab¨ªa editado a los grandes autores, especialmente en Italia, pero que apenas hab¨ªa llegado a Espa?a. Alberto Blecua falleci¨® el martes en Barcelona a los 79 a?os. Nacido en Zaragoza en 1941, era hijo de Jos¨¦ Manuel Blecua Teijeiro, fil¨®logo, ling¨¹ista y qu¨ªmico, y hermano de Jos¨¦ Manuel Blecua Perdices, tambi¨¦n fil¨®logo y exdirector de la RAE, instituci¨®n de la que era acad¨¦mico correspondiente.
Alberto fue un cr¨ªtico perspicaz e inteligente, que escribi¨® estudios originales sobre la literatura espa?ola medieval y del Siglo de Oro, en especial, aunque tambi¨¦n hizo valiosas incursiones a la literatura de los siglos XVIII, XIX y XX. Estaba en contra de las compartimentaciones estancas, del historiador que sigue publicando art¨ªculos durante a?os sobre el tema de su tesis doctoral (de hecho, ¨¦l solo public¨® un par de art¨ªculos sobre la suya). Defend¨ªa que era la variedad de saberes y lecturas la que propiciaba las nuevas interpretaciones, la que nos proporcionaba los medios para poner en relaci¨®n los textos literarios con el contexto hist¨®rico y cultural, la que nos permit¨ªa avanzar en la explicaci¨®n de esos textos.
Declaraba la admiraci¨®n a sus maestros, Jos¨¦ F. Montesinos, Claudio Guill¨¦n, Eugenio Asensio, Francisco Rico, pese a ser m¨¢s joven que ¨¦l, y, por supuesto, su padre, Jos¨¦ Manuel Blecua. Adem¨¢s de tantos otros que conoc¨ªa ¨²nicamente en sus libros y sobre los que reclamaba la atenci¨®n de los j¨®venes fil¨®logos. Se manifestaba, en cambio, contrario a la teor¨ªa literaria de los modernos. M¨¢s que nada por el riesgo de que los enfoques te¨®ricos pudieran llegar a convertirse en un nuevo escolasticismo, en una metodolog¨ªa r¨ªgida utilizada muchas veces de forma superficial y mec¨¢nica, incapaz de explicar los textos fuera de unos par¨¢metros establecidos de antemano, de identificar las diferencias, la creaci¨®n literaria. Porque ¨¦l conoc¨ªa muy bien la teor¨ªa cl¨¢sica y la del Renacimiento, a pesar de que se declaraba historiador de un conjunto de textos, vinculados en mayor o menor medida a unos modelos y sometidos a los grandes cambios que denominamos Edad Media, Renacimiento, Barroco, etc.
Sus amigos echaremos de menos, con inevitable dolor, a Alberto, su car¨¢cter afectuoso y su buen humor, pero sus estudios seguir¨¢n ense?¨¢ndonos a leer las obras literarias.
Emilio Mart¨ªnez Mata, catedr¨¢tico de literatura espa?ola de la Universidad de Oviedo
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