Rubens y el tit¨¢n de la ciencia
Los museos cierran sus puertas, pero la contemplaci¨®n del arte sigue abierta. Cada d¨ªa, destacamos una obra que se puede visitar en la red. La primera: ¡®Prometeo¡¯, el cuadro del maestro flamenco conservado en el Prado, met¨¢fora contra la resignaci¨®n y el cinismo
El tit¨¢n que odiaba a los dioses entreg¨® a los humanos el fuego, con el que dominaron a la naturaleza. El fuego es el origen de la civilizaci¨®n, la era del conocimiento que liber¨® a los mortales de las falsas creencias y los parapet¨® en la ciencia. Prometeo, el mito que recuper¨® Rubens para decorar la Torre de la Parada ¨Cuna finca de caza de Felipe IV, en el Pardo (Madrid)¨C, se ha convertido en la met¨¢fora contra la resignaci¨®n y el cinismo, una invitaci¨®n a evitar la ignorancia para hacernos el menor da?o posible. La cuarentena nos lo recuerda. Ese ser portentoso, que mira de soslayo para comprobar que no le sigue Zeus en su huida, es el mito de la lucha contra la estupidez, el abanderado de la revoluci¨®n del pensamiento. La obra, pintada sobre una peque?a tabla de roble, se encuentra en el Prado, donde se exhibe en una vitrina en la sala dedicada a Rubens, aunque durante estas semanas de cierre tambi¨¦n puede contemplarse en alta definici¨®n a trav¨¦s de la web del museo.
El propio pintor actu¨® como un dios cient¨ªfico al construir con la precisi¨®n de ingeniero este mundo tan perfecto como irreal. La superficie de la tabla (hay cerca de cincuenta bocetos como este, de unos 25 cent¨ªmetros de alto, que realiz¨® entre 1636 y 1638) est¨¢ plagada de marcas que gu¨ªan al pintor: rastros del comp¨¢s que us¨® para trazar proporciones, repartir fuerzas y ubicar personajes, con una precisi¨®n m¨¢xima en unas dimensiones m¨ªnimas. Como un ge¨®metra del cuerpo humano: ¡°Los elementos de la figura humana son el cubo, el c¨ªrculo y el tri¨¢ngulo¡±, dej¨® escrito Rubens. Y como un matem¨¢tico de las emociones: el artista flamenco pint¨® para el rey espa?ol un mundo sin tacha, donde los ¨²nicos defectos son los que porta el propio ser humano. Las miserias ocultas las desvela con un simple gesto. Rubens los estudia y los descubre como el mejor director de actores.
El acto de Prometeo termina convirti¨¦ndose en el grado cero de todas las utop¨ªas de la modernidad y esta peque?a y exquisita tabla, en la demostraci¨®n de lo poco que necesita la pintura para convertirse en una obra maestra. El artista ha operado con agilidad: mientras el cuerpo del ladr¨®n del conocimiento est¨¢ limitado por una l¨ªnea que subraya sus m¨²sculos, la tela de la t¨²nica que lo cubre se mueve con golpes de luz y sombras. La urgencia de sus pinceladas no evit¨® el cuidado del reflejo del brillo de la antorcha -con tres toques de un rojo que arde- sobre el pecho del protagonista. Vuela sobre la nada, como hab¨ªa hecho un a?o antes Vel¨¢zquez con Pablo de Valladolid.
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