Humor de cuarentena
La comedia saca partido al virus para contrarrestar la saturaci¨®n de buenismo y el sobreactuado sentimiento de comunidad que aflora en tiempos de aislamiento forzoso
El mundo de la comedia ha desarrollado su propia acepci¨®n para el t¨¦rmino cuarentena. Se refiere al periodo de prudente silencio que el gremio pacta mantener hasta que una determinada tragedia, individual o colectiva, pueda ser utilizada como material c¨®mico. El c¨®mico Gilbert Gottfried se salt¨® una de las m¨¢s tensas cuarentenas cuando, en el roast que el Friar¡¯s Club de Nueva York dedic¨® a Hugh Hefner en 2001, decidi¨® bromear sobre el 11-S cuando tan s¨®lo hab¨ªan transcurrido tres semanas desde los atentados. Los abucheos fueron instant¨¢neos. A?os m¨¢s tarde, la c¨®mica Sarah Silverman pudo incluir en su pel¨ªcula Jesus is Magic (2005) su propuesta de nuevo eslogan para la compa?¨ªa American Airlines sin causar tanto revuelo: ¡°American Airlines: Los primeros en impactar contra las Torres¡±.
En ocasiones, transgredir ese periodo de cuarentena por sistema puede servirle a un c¨®mico para construir su propia identidad como adalid de la incorrecci¨®n pol¨ªtica. Es el caso de Anthony Jeselnik, que en el ¨²ltimo tramo de su mon¨®logo Thoughts and Prayers ¡ªdisponible en Netflix¡ª argumenta los motivos que, en su d¨ªa, le llevaron a esforzarse para lanzar el primer tuit humor¨ªsticamente ofensivo cada vez que ten¨ªa lugar un atentado: poner en evidencia la banalidad de los tuiteros que enviaban consuelo y oraciones a unos supervivientes que dif¨ªcilmente iban a visitar las redes sociales en esos momentos.
Localizar el primer chiste generado por la crisis del coronavirus puede resultar tarea tan ardua como la de encontrar al paciente cero de la pandemia. El modo en que el mundo de la comedia se ha relacionado con el Covid-19 se ha apartado visiblemente de los protocolos desarrollados frente a otro tipo de tragedias, ya sean atentados terroristas, masacres perpetradas por francotiradores o accidentes masivos. Aunque China no ha sido ajena a la circulaci¨®n de memes sobre el coronavirus, la comedia occidental se ha relacionado con los primeros compases del brote como quien alude a un incidente que dif¨ªcilmente (eso se cre¨ªa) acabar¨ªa llamando a las puertas de casa, como algo, en definitiva, que les suced¨ªa a otros, dando incluso cabida a una inercia racista que se ha ido desdibujando a medida que se expand¨ªa la amenaza.
Por otro lado, la antropomorfizaci¨®n del Covid-19 se revelaba un recurso a priori poco conflictivo, am¨¦n de convertirse en algo claramente funcional para poner en evidencia a quienes relativizaban la magnitud de la tragedia o la instrumentalizaban para alentar un imprudente estado de paranoia. As¨ª lo ilustran, por ejemplo, los abundantes sketches que el programa de TV3 Pol¨°nia ha dedicado al tema: uno de ellos, en el que un Ortega Smith miniaturizado en honor a Viaje alucinante (1966) luchaba a pu?o descubierto con el virus en el interior del cuerpo de Santiago Abascal, se revel¨® prof¨¦tico cuando, semanas despu¨¦s, el pol¨ªtico hizo p¨²blico su contagio. Pero el humor involuntario acab¨® acudiendo al rescate ante las leg¨ªtimas dudas acerca de si ah¨ª se hab¨ªa cruzado una l¨ªnea roja: el tuit en el que el propio Ortega Smith presum¨ªa de la fuerza de sus anticuerpos espa?oles para poner a raya a los virus chinos ¡ªafeado por la propia Embajada de China¡ª reequilibr¨® la balanza de esa potencial insensibilidad anticipatoria.
La realidad ha servido en bandeja un s¨ªmil claramente facil¨®n: la propagaci¨®n del Covid-19 ha ido pareja a la expansi¨®n viral de los memes, que, en un primer momento, pusieron su foco sobre los excesos y las artesanales torpezas de quienes extremaban precauciones, pero que m¨¢s tarde, como todas las cosas relacionadas con agentes infecciosos, tambi¨¦n han mutado: a medida que la crisis llegaba a nuestro entorno inmediato, el virus cedi¨® su lugar a su gran tema relacionado ¡ªel confinamiento¡ª, generando sus propios subg¨¦neros hilarantes, como las parodias de esos ofrecimientos altruistas de los profesionales de la docencia, la cultura y el espect¨¢culo para proporcionar entretenimiento o cursos a distancia para el resto de confinados. As¨ª, Patton Oswalt subi¨® un v¨ªdeo a Twitter en el que intentaba ofrecer un mon¨®logo desde el jard¨ªn de su casa ante la indiferencia de un vecindario pr¨¢cticamente des¨¦rtico.
¡°Mira, para estar as¨ª, que venga la tercera guerra mundial¡±, tuiteaba Ignatius Farray, que, junto al resto de miembros del programa de radio La vida moderna, est¨¢ convirtiendo el distanciamiento social en inesperado yacimiento de nuevo material c¨®mico. Quiz¨¢ para que la sobreactuaci¨®n de ese sentimiento de comunidad que aflora en tiempos de aislamiento forzoso no nos abrume, la comedia ha encontrado en una desesperada lucidez la vacuna ante la saturaci¨®n de buenismo. Sirvan como ejemplo este triplete de tuits: ¡°Ahora que vas a pasar tiempo en casa, se multiplica la posibilidad de tener sexo con tus padres¡± (La vida moderna); ¡°Parece que poner m¨²sica por la ventana es el nuevo sacarse la polla. Vecino que pones 'Get Lucky' por la ma?ana, tu polla es indistinguible de cualquier otra¡± (Beb¨¦ Seco / Lorena Iglesias); ¡°Morirse de algo que no sea el coronavirus parece casi de mala educaci¨®n¡± (Alberto Gonz¨¢lez V¨¢zquez).
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