Lee Krasner y la habitaci¨®n propia
Los museos han cerrado sus puertas, pero la contemplaci¨®n del arte sigue abierta. Cada d¨ªa, recordamos la historia de una obra que visitamos a distancia. Hoy: ¡®Estampida polar', de la pintora estadounidense
"Lee no se deja avasallar por nadie, ni siquiera por los coleccionistas. Tiene talento, mucho, pero para el gran arte hace falta una polla, y eso no lo tiene Lee". Jackson Pollock no se equivocaba, pero fue ¨¦l quien ahog¨® la creatividad de su mujer. La vulnerabilidad del pintor m¨¢s importante de la posguerra fagocit¨® a Lee Krasner. ¡°Pollock necesitaba que viviera solo para ¨¦l¡±, recordaba la galerista y coleccionista Peggy Guggenheim sobre las razones por las que Lee hab¨ªa dejado de pintar. ¡°Pollock era un tanto dif¨ªcil; beb¨ªa demasiado, y entonces se pon¨ªa muy desagradable, diab¨®lico se podr¨ªa decir. Pero como se?alaba Lee cada vez que yo me quejaba, ¡°tambi¨¦n tiene un lado ang¨¦lico¡±, y era verdad. Era como un animal enjaulado, que nunca deber¨ªa haber salido de su Wyoming natal¡±, explicaba la mecenas. Krasner, en pleno apogeo de Jackson, era ¡°la intermediaria¡± entre el mundo y su marido.
No era la musa ni la inspiraci¨®n. Era mucho m¨¢s, era el suelo creativo de Pollock. La famosa imagen de 1950 tomada por el fot¨®grafo Hans Namuth retrat¨® a la perfecci¨®n aquella absorbente relaci¨®n: ella, en un taburete lo mira, mientras ¨¦l act¨²a sobre la pintura. Observa con atenci¨®n c¨®mo baila sobre el lienzo, tumbado en el suelo. Es m¨¢s juez que testigo. ?M¨¢s invitada que anfitriona? Krasner tuvo que conciliar con el ego de Pollock para continuar con su propia obra. Dif¨ªcil: ¡°?l depend¨ªa de la aprobaci¨®n de ella, de su opini¨®n y de su amistad¡±, dec¨ªa Namuth. ¡°Mi impresi¨®n de Lee era que estaba all¨ª para ayudar a Jackson a trabajar, para ayudarle a seguir vivo. Su propia pintura era secundaria para ella¡±, a?ad¨ªa el fot¨®grafo amigo del matrimonio. En su casa de East Hampton (Nueva York), la distribuci¨®n del espacio de sus estudios reflejaba hasta qu¨¦ punto ella se manten¨ªa en un segundo plano: el de ¨¦l estaba en el granero de m¨¢s tama?o; Lee trabajaba en una habitaci¨®n peque?a en la que pintaba cuadros peque?os.
La artista Krasner renace el d¨ªa en que la cuidadora Krasner desaparece, con el accidente mortal de su marido, en 1956. La pintora se libra de la invisibilidad y ocupa, a las dos semanas del funeral, el estudio del fallecido. En ese momento sus cuadros crecen de tama?o, en una escala sin precedentes, y lo m¨¢s simb¨®lico: levanta los lienzos del suelo y los clava en la pared. All¨ª, en sus viajes por el duelo, aparecen las Umber Paintings (1959-1962), una serie de 24 escenas creadas bajo los efectos del insomnio. Polar Stampede (1960) ¨Cconservado en el San Francisco Museum of Modern Art (SFMOMA)¨C es, entre todas ellas, una pieza clave de esta catarsis. Combativa, expansiva, ¨ªntima, rebelde y feroz en cuatro metros de ancho. ¡°Me cans¨¦ de combatir el insomnio e intent¨¦ pintar en su lugar. Entend¨ª que si iba a trabajar de noche, tendr¨ªa que eliminar el color por completo¡±, dijo la artista de estos trabajos, con los que conquist¨® una de las cumbres m¨¢s altas en el Expresionismo Abstracto. Por eso no han podido hacerla desaparecer.
Visita virtual: Polar Stampede (1960), de Lee Krasner, conservado en el Museo de Arte Moderno de San Francisco (SFMOMA).
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