Un t¨¦ en las ruinas
H¨¦l¨¨ne Gestern desentra?a la historia de una amistad durante la Gran Guerra en un laberinto de centros narrativos y con la fotograf¨ªa como fuente de verdad
Se puede llegar a predecir con optimismo que no existir¨¢ en el futuro ning¨²n instrumento humano m¨¢s prodigioso que el libro. Plat¨®n lo comparaba con una efigie, que uno cree que est¨¢ viva pero, si le preguntamos algo, no contesta. Entonces, para corregir ese silencio se inventa el di¨¢logo. ?Qu¨¦ habr¨ªa dicho S¨®crates de la amistad, de la inmortalidad del alma? Borges cre¨ªa que el libro pod¨ªa llegar hasta la ¨²ltima ranura de la memoria y la imaginaci¨®n, superando en asombro a cualquier prolongaci¨®n del cuerpo humano: el microscopio y el telescopio como extensiones del ojo, el tel¨¦fono como propagador de la voz o la espada que alarga el brazo.
Pero incluso el libro, en su m¨¢s alto grado de inefabilidad (Finnegans, un coup de d¨¦s), est¨¢ obligado a rivalizar con otro fen¨®meno t¨¦cnico, la fotograf¨ªa, que no s¨®lo lo supera en viralizaci¨®n (?ay!) y popularidad, sino tambi¨¦n porque en la escritura con luz interviene la aleatoriedad y una cierta irreversibilidad, cualidades que interfieren en la existencia humana, como estamos comprobando en nuestra vida actual. El azar es el Esp¨ªritu Santo del fot¨®grafo, tanto si le reza para que aparezca como si no. En la guerra y en la paz, la fotograf¨ªa ilumina los espacios intersticiales (Robert Frank) de la realidad, y aunque no da felicidad (Montaigne habla del ¡°placer l¨¢nguido¡± de la lectura, recuerda Borges), exige poco m¨¢s que voluntad y oportunidad. Por ¨²ltimo, y aunque suene pat¨¦tico, la fotograf¨ªa no s¨®lo hay que verla, sino que, como el libro, hay que releerla, y en estas confidencias estamos tras la agotadora lectura de El olor del bosque (Perif¨¦rica & Errata Naturae), quinta novela de H¨¦l¨¨ne Gestern (Nancy, 1971), donde los dos artefactos, fotograf¨ªa y libro, adquieren por s¨ª solos y a la vez un alto grado de entrop¨ªa. La misi¨®n de la autora ¡ªy del lector, abrumado por el encabalgamiento narrativo, entre cartas, archivos, extractos de diarios codificados, poes¨ªa, flashbacks, ¨¦cfrasis¡ª ser¨¢ desentra?ar esa medida aleatoria que confiere a la historia contada una verdad, por tard¨ªa que sea, incluso cuando el asunto es algo pizpireto y nos damos cuenta, nada m¨¢s pasar la primera p¨¢gina, de que el nombre de la narradora, ?lisabeth Bathori, coincide con el de la Condesa Sangrienta, la asesina m¨¢s dedicada de la historia cuya vida novel¨® la poeta surrealista Valentine Penrose (reeditada ahora en espa?ol por Wunderkammer). S¨®lo al final sabremos si lo que parece una simpat¨ªa superficial por la reclutadora de v¨ªrgenes (?hasta 650 asesinatos!) que vivi¨® entre el XVI y el XVII es un se?uelo en el laberinto narrativo o un oportuno culto s¨¢fico de la autora, que adem¨¢s de excelente escritora es lexic¨®loga en la Universidad de Lorena.
Bathori, especialista en fotograf¨ªa, y m¨¢s espec¨ªficamente en esa disciplina de orqu¨ªdeas que es la postal hist¨®rica, recibe de Alix de Chalendar, octogenaria en las ¨²ltimas, el encargo de evaluar la correspondencia de guerra y las fotograf¨ªas de su t¨ªo Alban Willecot, ca¨ªdo en el frente en 1917. Aquel lugarteniente, destinado en la secci¨®n fotogr¨¢fica del Ej¨¦rcito, resulta ser el amigo de Anatole Massis, uno de los grandes poetas de la ¨¦poca, con quien mantuvo dicha correspondencia ¨ªntima y regular. Aceptar¨¢ el encargo, aunque le ser¨¢ muy dif¨ªcil encontrar las respuestas del poeta al soldado que ¡°hab¨ªa usado la fotograf¨ªa como teatro burl¨®n y nost¨¢lgico para poner en escena la fuerza de la perversi¨®n de la guerra y probar su capacidad para desnaturalizar todo lo que tocaba¡±. Sus pesquisas en los viajes por media Europa, atravesados por sus encuentros rom¨¢nticos con un descendiente lejano de Massis ¡ªy esta es la parte menos interesante y entorpecedora de la novela¡ª, la enfrentan a la verdad de una historia hasta entonces velada, en la que las fotograf¨ªas de ejecuciones de soldados cometidas por los l¨ªderes militares para evitar deserciones son m¨¢s elocuentes y certeras que las confesiones descubiertas en el diario escrito en clave por Diane, la joven prometida de Alban, apasionada de la ciencia y las matem¨¢ticas que vive en una ¨¦poca en que el matrimonio era el resultado de una negociaci¨®n antes que una historia de amor.
Foto a foto, carta a carta, Bathori reconstruir¨¢ el pasado desde un siglo atr¨¢s hasta la persecuci¨®n de los jud¨ªos, y de paso hace aflorar el suyo: ¡°Algo infinitamente lento comenz¨® a moverse dentro de m¨ª, algo que no ten¨ªa forma ni nombre todav¨ªa pero que oscuramente empuj¨® los muros del dolor para exigir la declaraci¨®n de la luz¡±. En el caser¨®n que la anciana Chalendar le ha dejado en herencia, pr¨®ximo a un bosque donde le esperan los t¨²mulos refractarios a la verdad, se inspirar¨¢ para terminar su manuscrito sobre la vida del poeta-astr¨®nomo Willecot, que titular¨¢ Un t¨¦ en las ruinas.
En esa b¨²squeda del tesoro emerger¨¢n las im¨¢genes que releer¨¢ como posos en el fondo de una taza, removiendo la tierra donde se acumula el tiempo de las fotograf¨ªas clandestinas por las que trata de so?ar lo so?ado por el soldado. Descubrir¨¢ que lo pat¨¦tico de la vida guarda su verdad en la esquina de una imagen contingente pero satisfactoria: ¡°Nosotros somos un rayo, o m¨¢s exactamente lo que queda de ¨¦l, bordeado por el bosque¡, una masa oscura¡±. El olor que emana de la floresta hace que vivos y muertos dialoguen entre s¨ª. Y la efigie, c¨®mo no, responde a la luz de ese ¡°enigma funerario fascinante¡± que para Barthes era la fotograf¨ªa.
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Autora: H¨¦l¨¨ne Gestern.
Traducci¨®n: Laura Salas Rodr¨ªguez
Editorial: Perif¨¦rica & Errata Naturae, 2020.
Formato: tapa blanda (777 p¨¢ginas. 26,90 euros)
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