Diluvio en la casa de mu?ecas
Los ¨²ltimos proyectos de Olafur Eliasson y Oriol Vilapuig recuerdan el desaf¨ªo continuo que la reproducci¨®n de las leyes de la naturaleza sigue suponiendo en el arte contempor¨¢neo
En el arte, la naturaleza sigue buscando expresarse. Como sistema de valores, reclama toda nuestra atenci¨®n sobre el caudal de pensamiento y acci¨®n que a¨²n queda por crear, por vivir. En ese sentido, es una promesa que anticipa una actitud ideol¨®gica y est¨¦tica, aunque ir¨®nicamente el rasgo m¨¢s atractivo que los artistas ven en ella es precisamente ese que no tiene, el tecnol¨®gico, y se empe?an en imitar los fen¨®menos naturales dentro del cubo blanco para convencernos, ni que sea por el tiempo que dura un anuncio de televisi¨®n, de que estamos dentro de una casa de mu?ecas, con las paredes a la vista y sin tejado. Una naturaleza ?mejorada? donde los rayos del sol no queman, la lluvia no moja y el cicl¨®n no arrasa. Los patrones que hasta la fecha se han asimilado a ¨¦xito en los museos/parques tem¨¢ticos empiezan a parecer insostenibles. Muy pronto la experiencia de contemplar un paisaje de Claude Lorrain sin masas de gente alrededor se considerar¨¢ algo cercano a lo er¨®tico, como escribir un poema a mano o sentir de verdad el sol sobre nuestro cuerpo en la arena.
En otro intento acelerado por representar la naturaleza desde una perspectiva ecol¨®gica, el dan¨¦s Olafur Eliasson persevera en la relaci¨®n parad¨®jica entre los fen¨®menos f¨ªsicos y la tecnolog¨ªa. Su proyecto Wunderkammer ¡ªal que se accede mediante la aplicaci¨®n gratuita Acute Art desde el portal de las Serpentine Galleries de Londres¡ª destapa sus esculturas hechas con un programa de realidad aumentada, de forma que el visitante puede jugar con el astro rey (una r¨¦plica elfo de su Weather Project, presentado en la Tate Modern en 2003, con el que inaugur¨® la moda de pasear por el museo con gafas de sol), el arco iris, cascadas o nubes que a nuestro paso descargan lluvia seca. ?Qu¨¦ tiempos aquellos en que el artista buscaba, literalmente, pintar una tormenta!
Si Duchamp iba por ah¨ª vendiendo las bo?te-en-valise con sus readymade en miniatura, Eliasson te coloca una aurora boreal en el sal¨®n de casa o transforma dos canicas en Mercurio y Plut¨®n rebotando entre ellos. Argumenta que ¡°el distanciamiento f¨ªsico condiciona nuestras vidas y es fundamental que nos rodeemos de cosas y atm¨®sferas que realmente nos importan. El arte nos permite acoger activamente lo que se encuentra en el l¨ªmite entre lo conocido y lo desconocido¡±. Los t¨ªtulos de sus ambiciosos experimentos ilusionistas buscan, adem¨¢s, la empat¨ªa de un p¨²blico 15-M, como Rainbow Assembly y The Parliament of Possibilities, que ¡ªasegura¡ª ¡°les servir¨¢n para explorar la realidad din¨¢mica entre arte y vida¡±.
En su vertiente puramente anal¨®gica, la naturaleza es un camino de descubrimiento. Tambi¨¦n de fantas¨ªas, como el que llev¨® a Joseph Cornell a buscar trozos de cristal, br¨²julas sin agujas y conchas marinas en los mercados y tienduchas del Bowery. Con la misma animosidad, Oriol Vilapuig (Sabadell, Barcelona, 1964) recorri¨® los pueblos del Vall d¡¯Aneu en busca de huellas y marcas de vida, hallando en esa zona del Pallars (Lleida) un mapa de eternidad en su exacta disposici¨®n sobre una piedra. Por el m¨¦todo del frottage, trabaj¨® sobre antiguas pilas de piedra de las iglesias rom¨¢nicas, de las que extrajo bajorrelieves con marcas de f¨®siles animales y flora. En total, 80 papeles que se exhiben en una de las salas de arte rom¨¢nico del MNAC (y ahora, en la web del museo), creando una caja de resonancia m¨¢s eficaz, en su vertiente simb¨®lica, que la posibilidad de caminar dentro de un arco iris de 150 metros como el de Eliasson para el ARoS Kunstmuseum, en Aarhus (Dinamarca). Vilapuig hace visible la marca del rel¨¢mpago sobre la tierra (una lagartija fulminada por el rayo) o el rastro de una serpiente sobre un r¨ªo seco, mientras se pregunta qu¨¦ esperan las im¨¢genes de nosotros y qu¨¦ formas de vida encarna toda esa naturaleza que acaba de personarse en nuestro tiempo.
No hay nada aburrido en estas manifestaciones de lo primigenio; al contrario, representan nuestra necesidad de salvaci¨®n ante un planeta moribundo. Lo mismo que para los artistas del land art. Los desiertos y las monta?as peladas fueron escenarios de exuberantes conquistas masculinizantes, las smoke performances y los coloridos fireworks que Judy Chicago ejecut¨® con sus compa?eras de lucha durante los sesenta y setenta son una versi¨®n feminista ¡ªheroicamente femenina¡ª del medio natural. El Nevada Museum de Reno acaba de comprar el archivo completo de estas atm¨®sferas (fotograf¨ªas, v¨ªdeos remasterizados, dibujos), un anuncio que viene perfecto para recordar que, por encima de cualquier prodigio virtual dentro del museo o a domicilio, la tecnolog¨ªa es m¨¢s ¨²til como herramienta de rescate y archivo de obras que en su d¨ªa no tuvieron ninguna pretensi¨®n de traspasar el espacio y el tiempo, pues fueron sencillamente acciones hechas a escala del individuo de carne y hueso en su relaci¨®n voluntaria con un horizonte y una luz del sol concretos.
Wunderkammer. Olafur Eliasson. Acute Art. Serpentine Galleries. Londres. Hasta el 1 de abril de 2022. En la vida real. Museo Guggenheim. Bilbao. A partir del 1 de junio.
Son. Sombras y figuraciones en las Valls d¡¯Aneu. Oriol Vilapuig. Museu Nacional d¡¯Art de Catalunya. Barcelona. Hasta el 27 de septiembre.
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