Juzgar un libro por su portada: las mejores cubiertas de la ¡®rentr¨¦e¡¯
?Qu¨¦ informaci¨®n aporta el envoltorio de un libro acerca de su contenido? Proponemos un acercamiento desde el dise?o gr¨¢fico a las ¨²ltimas novedades editoriales
Dise?ar es, en muchos casos, el arte de arriesgarse. Vender libros es, por el contrario, una empresa con tendencia a apostar por aquello que sabes que funciona. Y en esta dial¨¦ctica entre el riesgo y lo seguro navegan las portadas que llegan a las librer¨ªas en el mercado editorial espa?ol. La creatividad aparece en forma de ediciones fotogr¨¢ficas o ilustraciones que son destellos de originalidad, pero que est¨¢n casi siempre constre?idas por los dise?os t¨ªpicos de cada editorial o colecci¨®n, o por puestas en p¨¢gina que ofrecen al lector exactamente lo que este espera, sin dejar un m¨ªnimo espacio a la sorpresa.
A veces, lo creativo ¨Cel riesgo¨C consiste en ir eliminando elementos. La cubierta de Supermercado, de Bobby Hall (Temas de Hoy), roza la temeridad: el t¨ªtulo, y solo el t¨ªtulo, aparece sobre una superficie de color con una trama inquietante e indefinida. La tipograf¨ªa es la misma que la de los t¨ªtulos de cr¨¦dito de la serie Stranger Things, y ah¨ª acaban todas las referencias. Prescindir del autor de un libro en su portada es una maniobra exc¨¦ntrica y un riesgo calculado. En este caso, quiz¨¢ llame m¨¢s la atenci¨®n ese vac¨ªo que el nombre propio: Bobby Hall es un autor novel que no ha querido firmar como Logic, su pseud¨®nimo de rapero y productor musical.
Por el contrario, la nueva novela de Ken Follett, Las tinieblas y el alba (Plaza & Jan¨¦s), se muestra a los posibles lectores con toda la sinceridad de un superventa. Ingredientes: el nombre del autor a mayor tama?o que el t¨ªtulo de la obra; una tipograf¨ªa venerable (Trajan, revival de 1989 inspirado en las inscripciones de la Columna Trajana en Roma); un fondo de ilustraciones arquitect¨®nicas voluptuosas pero indefinidas que podr¨ªan usarse en esta novela o en cualquiera por el estilo. El equivalente en portada a un t¨²nel de metro: es oscuro, s¨®lido y similar a otros muchos t¨²neles, pero te lleva adonde quieres ir.
Un rasgo triste de los libros en nuestro pa¨ªs es que las cubiertas m¨¢s originales suelen ser versiones m¨¢s o menos modificadas de sus ediciones originales en ingl¨¦s. Era el caso de Supermercado, lo que viene a indicar que la transgresi¨®n solo se contempla cuando hay precedente. Tambi¨¦n es el caso de otro de los libros de la temporada, Los chicos de la Nickel, de Colson Whitehead (Literatura Random House). La ilustraci¨®n es, en su simplicidad, brillante: el rojo llamativo y las peque?as figuras que desequilibran la composici¨®n ya nos hablan de personajes que viven en los m¨¢rgenes. El dise?o original de la edici¨®n estadounidense es de Oliver Munday, uno de los maestros del g¨¦nero (les recomiendo echar un vistazo a su portfolio). La versi¨®n espa?ola, casi id¨¦ntica, no incluye las sutilezas tipogr¨¢ficas del original y dispone t¨ªtulo y autor de manera un tanto burda.
El chico de la ¨²ltima fila, de Onjali Q Ra¨²f (La Galera), es otro ejemplo de portada adaptada. Si la ilustraci¨®n original de un ni?o y una mochila tiene todo el encanto y el sentido pr¨¢ctico (una superficie estupenda para disponer el t¨ªtulo), traducir al castellano es una pesadilla para cualquier dise?ador: los huecos son los que son, y las palabras tienen la longitud que tienen, y hay que practicar una retorcida gimnasia gr¨¢fica para adaptar las unas a los otros.
En la cubierta de El muro, de John Lanchester (Anagrama), hay cierto riesgo. El dise?o es el de siempre (autor en tipograf¨ªa Gill Sans, t¨ªtulo en falsa cursiva, fondo amarillo), pero incluye un muro literal hecho a base de bloques de color. Llama la atenci¨®n, por lo inesperado, el texto que recorre los sillares del muro como un grafiti min¨²sculo. Una idea que pierde fuerza en tanto que la continuidad se resiente con los cambios de color y porque, vista de lejos, a?ade un ruido inestable a la composici¨®n.
La portada de Sim¨®n, el regreso de Miqui Otero (Blackie Books) gana, precisamente, por su limpieza. Tambi¨¦n respeta los c¨®digos tipogr¨¢ficos de la editorial, pero la elecci¨®n de colores no pasa desapercibida en la distancia, y la peque?a ilustraci¨®n en forma de llama (o de l¨¢grima) tiene una simplicidad magn¨¦tica, contundente, inapelable.
El dise?o con objetos es una de las escuelas gr¨¢ficas con m¨¢s tradici¨®n en Espa?a, subida a hombros de las miles de cubiertas creadas por Daniel Gil para la editorial Alianza. Tiza roja, de Isaac Rosa (Seix Barral) basa su atractivo en lo inesperado de una explosi¨®n: la tiza destrozada que se eleva como un cohete tiene un enorme dinamismo gr¨¢fico. F¨ªjense en un detalle: hay dos filetes ¨Cas¨ª se denominan las rayas en lenguaje de dise?ador¨C que subrayan t¨ªtulo y autor. El inferior, tapado por la tiza. El superior, tap¨¢ndola ligeramente. Ese peque?o trampantojo le a?ade profundidad al juego.
La vida contada por un sapiens a un neandertal, de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s y Juan Luis Arsuaga (Alfaguara), se enfrenta a un reto gr¨¢fico interesante: c¨®mo sobreponerse a la cantidad de letras impuesta por la doble autor¨ªa y el largo t¨ªtulo. Spoiler: no lo consigue, y quiz¨¢ no era posible hacerlo. Unir dos objetos contradictorios en una composici¨®n fotogr¨¢fica es uno de los recursos m¨¢s danielgilistas que uno pueda pensar, y la poes¨ªa gr¨¢fica resultante resulta casi siempre efectiva. La fusi¨®n de un casquillo de bombilla y una punta de s¨ªlex tiene un efecto inmediato en tanto que la primera es una met¨¢fora universal para el concepto ¡°ideas¡±, y la segunda se sit¨²a en un marco temporal f¨¢cilmente reconocible.
Por su parte, Mengele Zoo, de Gert Nygardhaug (Capit¨¢n Swing) tambi¨¦n juega a la uni¨®n de im¨¢genes: la mariposa, lo vegetal, lo que gotea. Es una idea gr¨¢fica atractiva que falla en tanto que no echa el freno a tiempo: si la ilustraci¨®n ya tiene un punto de exceso atractivo, el t¨ªtulo se compone en un c¨®digo de dise?o que no se relaciona f¨¢cilmente, y que le quita protagonismo. El trueno en el reino (Destino) es la tercera parte de la trilog¨ªa dedicada a Thomas Cromwell por la escritora Hilary Mantel. Hay un detalle en esa portada fascinante: parece una pintura cl¨¢sica, pero es una foto. Ese equ¨ªvoco a?ade juego a la propuesta gr¨¢fica. Por otro lado, imita a sus dos novelas precedentes en una cosa: las tres tienen como portada una figura en primer¨ªsimo plano, una concesi¨®n a la continuidad y a la coherencia. La cubierta de Exhalaci¨®n, de Ted Chiang (Sexto Piso) produce cierto v¨¦rtigo. La imagen es muy sencilla crom¨¢ticamente, y coincide el color de la banda superior con el de la imagen, un detalle de elegancia. El cielo lleno de estrellas, y un vac¨ªo en el centro en lo que parece la corona de un eclipse tiene un efecto magn¨¦tico, como de pupila oscura que nos observa.
Finalmente, dos figuras de espaldas que funcionan. La ilustraci¨®n de @byisabel que representa Almendra (Won-Pyung Sohn, Temas de Hoy) tiene una fuerza curiosa que probablemente radique en que va al grano: tres colores, pocos trazos. Incluso el texto que ocupa el pelo, un exceso supongo que necesario para vender el libro, est¨¢ correctamente compensado. Por su parte, La nueva masculinidad de siempre, de Antonio J. Rodr¨ªguez (Anagrama) usa un cuerpo fotografiado con una iluminaci¨®n muy natural, y es un detalle que acerca la portada a la realidad. La tipograf¨ªa es sencilla, dispuesta con claridad. No hay muchos artificios en esta portada, y puede que ese su acierto.
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