Ponerle puertas al campo: por qu¨¦ el arte deja la ciudad
Galer¨ªas y centros de arte abandonan las urbes y buscan conexiones con lo rural, en una tendencia centr¨ªfuga que la crisis sanitaria ha logrado acelerar
Varios libros, mucha informaci¨®n y un calabac¨ªn gigante reci¨¦n cogido del huerto: fue mi cosecha tras visitar en el campo leon¨¦s la Fundaci¨®n Cerezales Antonino y Cinia y charlar con Alfredo Puente, su entusiasta, consciente y convencido curador. El calabac¨ªn cundi¨®: dio para un pisto para cinco y mucho que pensar.
De un tiempo a esta parte, siguiendo una tendencia centr¨ªfuga que la pandemia ha acelerado o tra¨ªdo a la conversaci¨®n, se dibuja un nuevo paisaje: centros de arte que se mudan de la ciudad al campo y buscan conexiones m¨¢s o menos articuladas con lo rural. Esto da otra vuelta de tuerca al eterno debate centro-periferia, redefine la noci¨®n de vidas o sitios ¡°remotos¡± o ¡°bien conectados¡± y la idea misma de conexi¨®n deseable (?a qu¨¦? ?entre qui¨¦nes?). Desde las primeras vanguardias, nuestro arte lleva m¨¢s de cien a?os siendo furibundamente urbano. ?Y si dejase de serlo, al menos en exclusiva? Lo de llev¨¢rselo al campo puede nacer de un inter¨¦s verdadero por descentralizar y re-ruralizar, por explorar paradigmas relacionales de sostenibilidad, soberan¨ªa alimentaria y nuevos modelos de decrecimiento en plenas crisis globales sanitarias y ambientales. O puede tirar m¨¢s al greenwashing, la bunkerizaci¨®n para quien pueda permit¨ªrselo y directamente el s¨¢lvese quien pueda.
So?ar con ¡°el campo¡± cuando vienen mal dadas, desde el Bajo Imperio al Decamer¨®n, desde el Trianon de Mar¨ªa Antonieta a las b¨²squedas de porno inmobiliario verde de madrugada en Idealista, tambi¨¦n puede ser cursi, ingenuo o elitista. O proyectar una falsa luz de idilio arc¨¢dico sobre un entorno que el discurso dominante, en Espa?a, ha ninguneado sistem¨¢ticamente y agredido freudianamente desde nuestra modernizaci¨®n acelerada en los cincuenta.
El equilibrio es dif¨ªcil y tejer hilos de comunicaci¨®n lleva su tiempo. En realidad, la Cerezales no es nueva en el territorio: lleva desde 2008 en las antiguas escuelas de Cerezales del Condado, a 30 kil¨®metros de Le¨®n capital, aunque la l¨ªmpida y vistosa ampliaci¨®n de 2017 a cargo del estudio AZPML la ha vuelto inevitablemente (y literalmente) mucho m¨¢s visible. Ya su origen habla del conflictivo pasado rural espa?ol y de la emigraci¨®n masiva que sufri¨® durante todo el siglo XX: nace como donaci¨®n de un hijo del pueblo, Antonino Fern¨¢ndez, humilde emigrante a M¨¦xico tras la guerra. All¨ª medr¨® hasta colocar al Grupo Modelo (y su insignia, la Coronita) a la cabeza de los emporios cerveceros mundiales. Dotada de fondos aut¨®nomos, su gesti¨®n desde entonces ha puesto mucho cuidado en evitar convertirse en precioso ¡°regalo del indiano¡± u objeto alien¨ªgena que los urbanitas visiten en buses cada inauguraci¨®n y luego deserten.
Enfatiza, por un lado, su inter¨¦s por la etnoeducaci¨®n, y en ese sentido va su programaci¨®n intensa de ciclos, talleres y encuentros (de la ganader¨ªa aut¨®ctona a la micolog¨ªa) imbricados en el entorno; su apuesta por la participaci¨®n del pueblo en sus ¨®rganos directivos; el compromiso a largo plazo con un entorno vivo de saberes no reglados pero de preservaci¨®n cada vez m¨¢s urgente. Por otro, la integraci¨®n de la cultura contempor¨¢nea en el entorno: es tambi¨¦n un prejuicio urbanita pensar que s¨®lo se puede hablar del campo en el campo o a los del campo, y la exposici¨®n fotogr¨¢fica actual de Juan Baraja propone conectar lo muy local con lo muy global.
Este enfoque ¡°glocal¡± parece de rigor en la hoja de ruta y declaraci¨®n de intenciones de muchos de estos centros. Tir¨® de ¨¦l la poderosa Hauser & Wirth cuando abri¨® en 2014 su flamante centro de Somerset, en plena campi?a inglesa: galer¨ªa de primera, jard¨ªn del paisajista-estrella Piet Oudolf, granja rehabilitada y redecorada para servir productos org¨¢nicos en su restaurante premiado y como escapada rural alquilable (no barata, pero tampoco car¨ªsima: 350 libras entre semana para alojar hasta 12 personas). Todo acompa?ado de residencias art¨ªsticas y un esfuerzo en el programa educativo y la integraci¨®n en la comunidad local. No hay ni que decir que las relaciones hist¨®ricas urbe-campo en Inglaterra y la Europa rica son muy, muy distintas de las espa?olas. Pero la experiencia total de inmersi¨®n agro-arty parece ser el modelo para el gran complejo anunciado para 2021 en dependencias del antiguo hospital de l'Illa del Rei, en una isla del puerto de Mah¨®n. ?Una isla dentro de otra, a cada cual m¨¢s exclusiva? H&W Menorca ser¨¢ sin duda un centro gravitacional del arte contempor¨¢neo en el Mediterr¨¢neo. Habr¨¢ que ver si la geograf¨ªa f¨ªsica del proyecto no deriva en otra mental: el viejo ideal de aislamiento dorado y recreo para pudientes.
Otra galer¨ªa, Stefan R?pke, impulsa precisamente en otra isla, La Palma, la Fundaci¨®n 20/21, en el pueblo de Tijarafe. La sede la construye el estudio Enguita y Lasso de la Vega, y su programa subrayar¨¢ sobre todo un modelo educativo centrado en las comunidades locales palmeras.
Localizaciones u orientaciones rurales para el arte actual no faltan en Espa?a, de la iniciativa de Campo Adentro/CAR al impulso investigador del CDAN en Huesca. Y vienen de antiguo: en 1976, el Vostell de Malpartida fue pionero en eso y directamente en abrir uno de los primeros centros de arte contempor¨¢neo en Espa?a. A su corrosivo esp¨ªritu fluxus debe mucho el Cementerio de Arte de Morille, en el Campo Charro de Salamanca, donde yacen las cenizas de Klossowski junto a un pante¨®n abracadabrante de obras, artefactos y artilugios espurios o con la firma de Esther Ferrer o Valc¨¢rcel Medina: la ubicaci¨®n ¡°remota¡± se convierte aqu¨ª en reivindicaci¨®n y desafiante gesto perform¨¢tico. Y otro cl¨¢sico desatendido es el peque?o pero muy estimable Museo Picasso de Buitrago: tambi¨¦n su historia dice mucho de la de este pa¨ªs ¨¢spero. Eugenio Arias, exiliado republicano, barbero y amigo de Picasso, don¨® en 1985, ya en democracia, su colecci¨®n personal a su pueblo, tan ¨ªntegra como ¨¦l (habr¨ªa podido venderla por buenos dineros).
De la relaci¨®n personal del arquitecto David Chipperfield con la r¨ªa de Arosa (se hizo su casa en los 90 en Corrubedo) ha nacido tambi¨¦n un proyecto creciente, la Fundaci¨®n RIA, desarrollo natural de su Estudio Arousa, que desde 2016 impulsa la investigaci¨®n y el desarrollo sostenible y ecosocial del entorno de las R¨ªas Bajas y el Barbanza. Y la lista sigue, bajo enfoques distintos: este mismo verano, Carlos Le¨®n expon¨ªa su pintura en una iglesia desafectada de Pedraza y Stefan Laxness, residente en La Laboral, investigaba sobre los montes mancomunales del norte de Espa?a como modelo alternativo de propiedad y producci¨®n sostenible.
?Menosprecio de corte y alabanza de aldea, una tradici¨®n muy propia por otra parte? Del refugio sereno y hortus conclusus en tiempos de agobio a la urgencia por ¡°descubrir¡± nuevas (pero muy antiguas) formas de convivencia humana con un medio f¨ªsico finito y casi exhausto, la relaci¨®n del Sistema Arte y lo rural tiene campo arable por delante.
Juan Baraja. Olvidados del tiempo. Fundaci¨®n Cerezales. Cerezales del Condado. Le¨®n. Hasta el 22 de noviembre.
Carlos Le¨®n. De todo aquello. Iglesia de Santo Domingo. Pedraza de la Sierra. Segovia. Hasta el 25 de septiembre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.