Buscando oro entre los desechos de Motown
La discogr¨¢fica de Detroit todav¨ªa nos resulta un pozo sin fondo
Sabemos que algunas discogr¨¢ficas son, para decirlo crudamente, asociaciones de malhechores, pero que tambi¨¦n ¡ªdilema ¨¦tico y est¨¦tico¡ª funcionan como incubadoras de arte, arte pop. Espec¨ªficamente, creemos que Motown Records fue uno de los pin¨¢culos de ese doble planteamiento. Eso s¨ª: mejor no repetir el t¨®pico de que la compa?¨ªa de Detroit funcionaba como una cadena de montaje automovil¨ªstica.
No, no: se trataba de elaborar esbeltos modelos ¨²nicos. En todo caso, piensen en sucesivos talleres de artesanos (composici¨®n, arreglos, instrumentaci¨®n, voces y grabaci¨®n ser¨ªan los m¨¢s importantes), que se reg¨ªan por el principio del reciclaje. No se desperdiciaba nada: una canci¨®n pod¨ªa (y sol¨ªa) ser registrada por diversos int¨¦rpretes. La misma base instrumental era regrabada con otra letra; a la inversa, una letra terminaba en una melod¨ªa diferente. Los resultados pasaban por la evaluaci¨®n de un comit¨¦, presidido por el fundador, Berry Gordy, Jr., que determinaba si aquello merec¨ªa los honores de un lanzamiento en single, si daba la talla como cara B o relleno en un LP, si la canci¨®n necesitaba m¨¢s trabajo y otra oportunidad, si iba directamente al caj¨®n de descartes...
Hab¨ªa reglas, explicitadas por Gordy. Conven¨ªa contar una historia (planteamiento, nudo, desenlace) de amor. El t¨ªtulo se repet¨ªa sin cesar. La canci¨®n estaba obligada a atrapar al oyente en los primeros 20 segundos (de ah¨ª las breves introducciones y el inconfundible impulso r¨ªtmico). Se exig¨ªa econom¨ªa expresiva: pocas piezas superaban la barrera de los tres minutos (hasta que se impuso Norman Whitfield, productor que rompi¨® la tem¨¢tica rom¨¢ntica y multiplic¨® la duraci¨®n de las grabaciones).
Tales filtros dejaban muchas v¨ªctimas. Un tema pod¨ªa ser opacado por otros que se presentaban en la misma reuni¨®n y, con suerte, destinado a otro artista. Luego estaban las fobias y filias del propio Gordy, que a veces obedec¨ªan a motivos inconfesables. As¨ª que centenares de grabaciones quedaron aparcadas. Un inciso: los artistas igual no lo sab¨ªan, pero pagaban los gastos de producci¨®n incluso de los temas rechazados.
Un tesoro secreto que descubrieron los investigadores que accedieron a los minuciosos archivos de Motown y su brazo editorial, Jobete Music. Si estaban firmadas por estrellas, pod¨ªan ser rescatadas para lanzamientos retrospectivos. Si eran obra de desconocidos ¡ªy Motown operaba con una nutrida cantera¡ª segu¨ªan all¨ª, tal vez circulando en cintas caseras, entre selectos grupos de aficionados.
Hasta que Caroline Records obtuvo la concesi¨®n para recuperar sistem¨¢ticamente esas piezas desechadas, bajo el t¨ªtulo A Cellarful Of Motown!. Entre 2002 y 2010, se publicaron cuatro vol¨²menes, dobles CD con unas cuarenta canciones, todo anotado y explicado. Hasta que Universal, actual propietaria del cat¨¢logo de Gordy, en su infinita sabidur¨ªa, decidi¨® vender los temas por v¨ªa digital, sin informaci¨®n y a precio alto, adem¨¢s con una difusa amenaza de tenerte identificado como comprador mediante los metadatos. No, gracias.
Felizmente, Caroline ha retomado el pacto y acaba de sacar el volumen 5 de A Cellarful Of Motown! Y es hora de celebrar: aunque el archivo haya sido rastrillado mil veces, el compilador Paul Nixon todav¨ªa puede juntar 43 rarezas, algunas totalmente in¨¦ditas, otras recuperadas en estereofon¨ªa. En alg¨²n caso, han requerido retoques de mezclas; se comprob¨® que lo que estaba clasificado como maquetas eran pr¨¢cticamente masters, enviadas desde Los ?ngeles o Nueva York, tal vez esperando que sonara la flauta.
Encontramos figuras estelares: los Temptations, las Vandellas de Martha Reeves, Marvin Gaye en duetos con Kim Weston. Aparte, gratas sorpresas: algunos fondos instrumentales pueden ser publicados tal cual, ahora como obra de The Funk Brothers (la banda de acompa?amiento, que en realidad no editaba discos bajo ese nombre). Recordamos que aquellos productores pod¨ªan hacer acrobacias con ¨¦xitos ajenos (Only You, Windmills Of Your Mind). Observamos que las puertas de Motown siempre estuvieron abiertas a artistas blancos, incluyendo grupos de garaje como The Underdogs. Queda la sensaci¨®n de que Motown todav¨ªa es un pozo sin fondo.
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