Una gala en pijama
Seguimos estando ah¨ª, algo maltrechos pero vivos, con ganas de arriesgarnos, de hacer cosas. Hay pel¨ªculas para rato
Vaya por delante que los festejos alrededor del cine nunca han sido lo m¨ªo, hay algo en esas org¨ªas de trajes prestados, pailletes, lloros, abrazos y frases para la historia que se me antoja artificial y alejado de lo que para m¨ª es el meollo de las cosas del cine: los rodajes, la preparaci¨®n, los vaivenes de la creaci¨®n, las vivencias del equipo, el trabajo con los actores, la lucha por conseguir las localizaciones so?adas, hasta las conversaciones con l...
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Vaya por delante que los festejos alrededor del cine nunca han sido lo m¨ªo, hay algo en esas org¨ªas de trajes prestados, pailletes, lloros, abrazos y frases para la historia que se me antoja artificial y alejado de lo que para m¨ª es el meollo de las cosas del cine: los rodajes, la preparaci¨®n, los vaivenes de la creaci¨®n, las vivencias del equipo, el trabajo con los actores, la lucha por conseguir las localizaciones so?adas, hasta las conversaciones con los conductores que te llevan al rodaje, como bien recordaba Antonio Banderas. Ya fui una ni?a que no se sent¨ªa c¨®moda ni en sus propias fiestas de cumplea?os, o sea que el problema es m¨ªo.
Pero el empuje de los premios Goya como promoci¨®n del cine en los ¨²ltimos a?os es incuestionable. Recuerdo que la primera vez que estuve nominada por mi primera pel¨ªcula ni siquiera se me ocurri¨® ir a la ceremonia. Literalmente, no pens¨¦ en ir. Despu¨¦s, con el empuje de Borau y de los presidentes que le han sucedido, los Goya, estar nominado, tenerlo, se ha convertido en algo significativo, incuestionable para las pel¨ªculas y para los profesionales que los reciben. Yo misma, tan al¨¦rgica a los saraos, llegu¨¦ a dirigir una ceremonia donde Albert Pla cant¨® Americanos, os recibimos con alegr¨ªa que en su momento fue duramente criticado desde estas mismas p¨¢ginas. Digamos que adelantarse a las cosas no ha estado nunca bien visto. La historia de mi vida.
Este a?o, por fin pude ponerme el pijama (como quise hacer hace tres a?os sin encontrar qu¨®rum) y seguir la ceremonia desde el sof¨¢. Acababan de darme el alta de una cl¨ªnica donde hab¨ªa estado ingresada y vi los saludos de Hollywood (?Era Stallone o un animatronic? Me qued¨¦ con la duda), los saltos de los premiados en esmoquin desde sus casas, las nubes azules de los fallecidos (no, Rosa Mar¨ªa Sard¨¤ no estaba porque ella misma, genio y figura, no quiso que la incluyeran. C¨®mo la entiendo), el chute de m¨¢gico misticismo de ?ngela Molina a trav¨¦s de una nube de Tramadol y Paracetamol, quiz¨¢s no la mejor manera de apreciarlo. Me gust¨® la puesta en escena, Nathy Peluso con un ojo azul, la multiplicidad de pantallas tipo El show de Truman, me alegr¨¦ de la mayor¨ªa de los premios, ech¨¦ de menos muchos, otros no los entend¨ª. Pero me quedo con las cosas importantes: las pel¨ªculas hechas por mujeres ganan premios, conectan, est¨¢n por fin dejando de ser las cenicientas. Y seguimos estando ah¨ª, algo maltrechos, pero vivos, con ganas de arriesgarnos, de hacer cosas. Hay pel¨ªculas para rato. Y con pijama en casa o sin pijama en las salas, las ver¨¦.
Isabel Coixet, directora, ha ganado siete premios Goya.