Sylvain Tesson, el escritor que atrap¨® con palabras al leopardo de las nieves
El escritor franc¨¦s, del que se publica en Espa?a su libro sobre el esquivo felino, subraya la calidad ¡°m¨ªstica¡± de la salvaje criatura
Uno de los libros m¨¢s emocionantes y hermosos de la temporada literaria es El leopardo de las nieves (Taurus, en catal¨¢n en Angle Editorial), en el que el escritor y viajero franc¨¦s Sylvain Tesson (Par¨ªs, 49 a?os) narra su encuentro en los confines del T¨ªbet, en el Changtang, con la elusiva criatura. Con el mismo t¨ªtulo del relato cl¨¢sico de Peter Matthiessen de 1978, pero con un estilo, una sensibilidad y unas experiencias distintas (por no habla...
Uno de los libros m¨¢s emocionantes y hermosos de la temporada literaria es El leopardo de las nieves (Taurus, en catal¨¢n en Angle Editorial), en el que el escritor y viajero franc¨¦s Sylvain Tesson (Par¨ªs, 49 a?os) narra su encuentro en los confines del T¨ªbet, en el Changtang, con la elusiva criatura. Con el mismo t¨ªtulo del relato cl¨¢sico de Peter Matthiessen de 1978, pero con un estilo, una sensibilidad y unas experiencias distintas (por no hablar de que Matthiessen no vio a la fiera y ¨¦l s¨ª, varias veces), Tesson ofrece una aventura extraordinaria que constituye un fest¨ªn de palabras, im¨¢genes de la vida salvaje, emociones y pura belleza, con mucha poes¨ªa y destellos de humor socarr¨®n que conjuran el posible exceso de trascendentalismo (¡°como las monitoras tirolesas, el leopardo de las nieves hace el amor en paisajes blancos¡±).
El escritor hizo su viaje en pos de la n¨ªvea pantera (pantera y leopardo son sin¨®nimos) en febrero de 2018 incorporado a una expedici¨®n extrema (5.000 metros de altura, 30 grados bajo cero) de tres naturalistas avezados. El l¨ªder era el fot¨®grafo experto en vida animal Vincent Munier, del que por una de esas felices casualidades se ha publicado recientemente su propio libro sobre sus diversos encuentros con la fiera (El leopardo, Errata Naturae, con pr¨®logo del propio Tesson). Utilizando una de las figuras m¨¢s f¨¦rtiles en el relato de aventuras, la del individuo (¨¦l mismo) ajeno al asunto, aparentemente fr¨¢gil y patoso y sin ninguna virtud ni habilidad particular que a?adir al grupo excepto su capacidad para los chascarrillos (¡°me correspond¨ªa no retrasar a nadie y no estornudar si la pantera aparec¨ªa¡±), Tesson nos lleva al techo del mundo en un viaje alucinante en el que el leopardo se convierte en sujeto de rutilantes met¨¢foras ¨Des una fiera de cristal y hielo, es la madre fallecida del escritor, su amante perdida, es el esp¨ªritu de las nieves¨D y del que regresa con el descubrimiento de las bondades de la paciencia, la lentitud y el silencio y un elogio del arte del rececho como actitud vital.
¡°El leopardo de las nieves es un animal m¨ªstico, y es un fantasma¡±, explica el escritor franc¨¦s en una entrevista telef¨®nica con este diario. ¡°Cuando aparece, tras tantos d¨ªas de aguardo, te provoca una superposici¨®n de recuerdos; es una experiencia realmente sobrecogedora, que para m¨ª tuvo algo de sagrado¡±. Tesson se?ala que la aventura de la pantera blanca fue muy distinta de la otra que plasma en su libro Ber¨¦zina, en sidecar con Napole¨®n (Aguilar, 2017), en la que recorri¨® en motocicleta la ruta de la desastrosa retirada de Rusia de la Grand Arm¨¦e de 1812. ¡°Aquello fue lo contrario, el movimiento; en el T¨ªbet fue la inmovilidad. Dos experiencias en las ant¨ªpodas¡±. Pero en las dos hab¨ªa fr¨ªo y nieve. ¡°S¨ª, el fr¨ªo ruso es h¨²medo, terrible, el del T¨ªbet por lo menos es un fr¨ªo seco¡±.
La b¨²squeda del leopardo, contin¨²a, ¡°fue una experiencia de la inmensidad, los europeos vivimos en un espacio muy peque?o y muy modificado por el hombre. All¨ª en el norte de la meseta tibetana, el paisaje es des¨¦rtico y grandioso. Adem¨¢s, pasas mucho tiempo a una altitud inhabitual y experimentas una transformaci¨®n fisiol¨®gica. Est¨¢ luego el dolor de la espera, la inmovilidad a 30 grados bajo cero y la introspecci¨®n de tantas horas en silencio. Cuando aparece el leopardo es un fulgor y todo adquiere una dimensi¨®n m¨¢gica¡±. Tesson (y valga el apellido) subraya que hace falta ¡°un gran sacrificio de tiempo y energ¨ªa¡± para ver la pantera. ¡°No es el espect¨¢culo r¨¢pido y f¨¢cil al que estamos acostumbrados, la gratificaci¨®n inmediata de nuestra sociedad. En ese sentido es lo opuesto a la modernidad: es la soledad, la lentitud, el silencio. Lo contrario de la inmediatez, el bullicio, el ruido de nuestra vida¡±.
Tesson, que medit¨® en el Tao tiritando en su cueva en la Garganta de las panteras, llega a comparar la experiencia de esperar al leopardo con la de los francotiradores finlandeses emboscados en la guerra contra los sovi¨¦ticos o con la del Swan de En busca del tiempo perdido aguardando a ver a Odette de Cr¨¦cy. ¡°La posibilidad del leopardo palpitaba en la monta?a¡±, apunta como un Proust del Nature writing. La escas¨ªsima presencia humana en la zona tibetana del leopardo es la de grupos de pastores de yaks de religi¨®n budista, todav¨ªa con influencias del bon y el animismo. ¡°En aquellas soledades budistas es f¨¢cil experimentar la anulaci¨®n del yo¡±, reflexiona el escritor. ¡°El leopardo es en ese contexto una pantalla en blanco, una nada. Es lo que proyectas en ¨¦l, tus recuerdos, tu fantas¨ªa, tu tristeza. Es el leopardo y mucho m¨¢s. Un caleidoscopio, una met¨¢fora. Cuando lo vi por primera vez, me acord¨¦ de un amor perdido y de mi madre desaparecida¡±. Ese amor, explica en su libro Tesson, era una mujer entusiasta de los animales, y a la que el escritor asociaba al animal inaccesible. As¨ª que en el fondo de su viaje tras la pantera hab¨ªa un arrebatador impulso rom¨¢ntico: ¡°Si ve¨ªa al animal, mi amor reaparecer¨ªa, incorporado al leopardo¡±.
Tesson se declara un fan de Matthiessen. ¡°Siento una gran admiraci¨®n por ¨¦l y por sus libros, pero no comparto su reivindicaci¨®n zen de no haber visto al leopardo, me parece un poco lo de la zorra y las uvas, valorar la decepci¨®n no va conmigo. En todo caso, su libro no es sobre la pantera, el felino es un pretexto para hablar de su inter¨¦s por el budismo y para superar la p¨¦rdida de su mujer¡±. Tesson admite que ¨¦l con Munier componen una pareja similar a la de Matthiessen con el naturalista George Schaller, que viajaron tambi¨¦n juntos en pos del leopardo (y escribieron asimismo libros cada uno). ¡°Se puede decir que somos parejas parecidas, como Don Giovanni y Leporello, Don Quijote y Sancho, un doblete muy simp¨¢tico, el del maestro y el alumno. Con Munier somos muy amigos, ¨¦l sab¨ªa que yo era un novicio en la b¨²squeda de la pantera y fue un paciente profesor; le admiro mucho¡±. Tesson recuerda que ha viajado mucho por todo el territorio del leopardo de las nieves, Mongolia, Afganist¨¢n¡, ¡°y no lo vi nunca hasta la expedici¨®n al T¨ªbet¡±.
La pantera y el turismo
Del espinoso tema de si los libros de viajes para ver al leopardo suponen un riesgo para el mismo, al despertar el inter¨¦s tur¨ªstico, Sylvain Tesson apunta: ¡°No creo que mi libro lleve demasiada gente al T¨ªbet, la verdad; el leopardo est¨¢ protegido por el fr¨ªo y la distancia, no me parece que la literatura vaya a desencadenar una pasi¨®n por verlo. Es cierto que quiz¨¢ haya una contradicci¨®n entre explicar que el leopardo est¨¢ tan amenazado y relatar la maravillosa aventura de buscarlo y observarlo. Pero mi profesi¨®n es escribir. En fin, espero no ser responsable de nada malo. Ser¨ªa muy triste comercializar a la pantera, un fen¨®meno caracter¨ªstico de nuestro tiempo de hipermercado global en el que el leopardo se puede vender como todo. H¨¦las!¡±.
En cuanto a la pandemia y la forma en que ha afectado al viaje, Tesson opina que aunque haya habido una ralentizaci¨®n puede que todo vuelva a recomenzar. ¡°Las cosas no han cambiado porque la gente haya dejado de querer viajar, sino por la cat¨¢strofe¡±. Sobre la llegada de la nueva misi¨®n a Marte, afirma que es una prueba del ¡°extraordinario apetito¡± del ser humano por viajar. Reflexiona que, sin embargo, deber¨ªamos ser capaces de conservar lo que tenemos alrededor adem¨¢s de interesarnos por otros mundos. ¡°Destruimos alegremente la Tierra y no hay muchas esperanzas de que cambiemos de actitud en otro planeta¡±