El regreso del leopardo de las nieves, el felino de los ojos de escarcha
En la estela del cl¨¢sico de Peter Matthiessen llegan nuevos libros sobre el hermoso y esquivo gato que confirman su destino como gran sujeto literario
En 1978 se public¨® un libro que estaba destinado a convertirse en un cl¨¢sico y a hacer entrar por la puerta grande en la literatura a un felino hasta entonces casi desconocido. El leopardo de las nieves de Peter Matthiessen (Siruela), bell¨ªsima cr¨®nica de un viaje extremo al coraz¨®n m¨¢s remoto y fr¨ªo de Asia, signific¨® el ingreso de ese animal misterioso, descubierto no una sino dos veces (1778 y 1864), en el imaginario de occidente. Curiosamente, Matthiessen (1927-2014) que viajaba en 1973 al Dolpo, en Nepal, como invitado del c¨¦lebre zo¨®logo George B. Schaller (GS), su amigo, no lleg¨® a ver al esquivo leopardo, esp¨ªritu de las nieves, sino apenas sus huellas y excrementos (Schaller s¨ª), y su ausencia llena como un agujero de luz blanca un relato marcado por el inter¨¦s del autor hacia el budismo zen y por el dolor de la reciente muerte de su esposa.
Han pasado los a?os, el leopardo de las nieves o irbis es m¨¢s conocido -aunque a¨²n es el que menos de los grandes felinos-, se le dedican documentales y se ha convertido incluso en una atracci¨®n tur¨ªstica de las zonas que habita (no es raro hoy conocer a alguien que ha podido observarlo en su h¨¢bitat en un viaje organizado; un trekking en su busca en Ladakh, por ejemplo, cuesta alrededor de tres mil euros), desatando un debate al respecto. Y ahora llegan un pu?ado de nuevos libros que confirman el destino del extra?o gato de denso manto gris humo y blanco con manchas y rosetas como gran sujeto literario. Obras en las que la n¨ªvea pantera (pantera y leopardo son sin¨®nimos), impregnada de la magia salvaje de sus parajes sublimes, sigue conservando un aura de encanto y fascinaci¨®n casi preternaturales.
Se acaba de publicar El leopardo de las nieves o la promesa de lo invisible (Errata Naturae), de Vincent Munier, uno de los m¨¢s reconocidos fot¨®grafos de naturaleza del mundo, que recoge, junto a una colecci¨®n de extraordinarias fotos en blanco y negro, los diarios de sus seis expediciones, de 2011 a 2018, para observar al felino en el T¨ªbet, en zona de yaks, lobos, carneros azules, tsampa, mucho mal de altura y qui¨¦n sabe si hasta yetis. En la ¨²ltima le acompa?¨® el escritor y viajero Sylvain Tesson (autor del ep¨ªlogo), que, en uno de esos felices cruces que a veces se producen en la literatura, hizo su propio relato de la aventura, La panth¨¨re des neiges (Gallimard, 2019; lo publicar¨¢ Taurus en 2021).
Los franceses Munier y Tesson, de personalidades muy distintas, componen un nuevo t¨¢ndem naturalista-literario a celebrar como el del estadounidense Matthiessen y el alem¨¢n residente en EE UU Schaller. Este ¨²ltimo, uno de los grandes naturalistas de nuestro tiempo ¡ªmentor de Dian Fossey con los gorilas, autor de la monograf¨ªa de referencia sobre el le¨®n del Serengeti¡ª y que se ha ocupado en diversos libros del leopardo de las nieves ¡ªTibet Wild (Island Press, 2012), Stones of silence (Viking, 1980) o Un naturalista y otras bestias (Alta?r, 2007)¡ª vuelve a hacerlo, y a recordar a Matthiessen, en el reciente Into wild Mongolia (Yale, 2020), en el que explica su estudio intensivo del felino de ojos de escarcha en el valle de Uert, donde capturaron ejemplares para colocarles collares radiotransmisores de rastreo. En Mongolia, los leopardos se encuentran a mucha menor altura que en el T¨ªbet, el Nepal o el Ladakh, donde viven hasta los seis mil metros, y es m¨¢s f¨¢cil estudiarlos.
El leopardo de las nieves o la promesa de lo invisible es el diario de Munier de los pacientes y largos aguardos (aunque para disparar fotos y no balas) a m¨¢s de veinte grados bajo cero en un valle perdido cerca de la reserva natural de Changtang en el norte de la meseta tibetana, en las monta?as donde nace el Mekong. Munier describe los avistamientos del mim¨¦tico felino como verdaderas apariciones. ¡°Fue muy emocionante recorrer el territorio de la pantera, saber que quiz¨¢ me observaba¡±, explica a este diario el fot¨®grafo y escritor. ¡°Por supuesto, encontrarla con los prism¨¢ticos, tras haber examinado la cresta de una monta?a durante horas y sentir c¨®mo su coraz¨®n late en su pecho, es a¨²n m¨¢s fuerte¡±. Munier destaca el momento de extraordinaria interacci¨®n en que el leopardo carg¨® contra ¨¦l al no distinguirlo en las sombras para retirarse al descubrir que era un ser humano (s¨®lo se conocen dos ataques a personas de pantera de las nieves, el gran felino menos peligroso: no hay un leopardo de las nieves de Rudraprayag ni una pantera blanca de Sivanipali, la literatura de nuestro gato carece de un Corbett o un Kenneth Anderson).
El fot¨®grafo naturalista reconoce su estima por el libro de Matthiessen, aunque no comulga con tanto om mani padme hum. ¡°Quiz¨¢ su dimensi¨®n espiritual era demasiado inaccesible; me han seducido m¨¢s los escritos de Schaller, que en buena parte es el protagonista del relato de Matthiessen¡±. Admite el paralelo entre los cuatro autores. ¡°Schaller y yo tenemos esa determinaci¨®n y esa implacabilidad sobre el terreno, esa sed de estar en los grandes espacios¡ Pero mi impulso es seguramente m¨¢s po¨¦tico que cient¨ªfico¡±. Dice que ley¨® el libro de su camarada Tesson cuando regresaron juntos de nuevo al T¨ªbet en 2019. ¡°Me impact¨® su talento: la palabra justa, un an¨¢lisis pertinente y un trabajo de aut¨¦ntica marqueter¨ªa con las palabras¡±.
En las fotos y textos de Munier, el paisaje geol¨®gico y los pocos seres humanos con los que se encontr¨® son tan importantes como el leopardo. ¡°En la zona las personas son raras, eso impulsa a acercarte a ellas como en las estepas mongolas o el desierto marroqu¨ª. Los n¨®madas marcan fuertemente el paisaje, en el que viven desde hace milenios; la pantera tambi¨¦n. La presencia de un gran depredador, un gran felino como este, tiene algo de m¨¢gico: hace los lugares m¨¢s misteriosos. Aparece y desaparece en una bruma hechizadora, sobre la nieve, como un fantasma. Es una imagen que hab¨ªa so?ado antes de hacerla con mi c¨¢mara: la pantera integrada en su paisaje, en su reino¡±. Unos versos del poeta chino Jidi Majia, del poema Leopardo de nieve, que Munier cita al inicio de su libro, sintetizan el secular misterio de la pantera: ¡°Yo soy el verdadero hijo de las monta?as nevadas/ el vigilante solitario que atraviesa tiempo y espacios/ agazapado entre las olas de dura roca,/ custodio de este lugar¡±. El tigre de Blake estar¨ªa celoso.
Central como el leopardo en el coraz¨®n del libro est¨¢ la paradoja, explicitada por el autor, de que el encuentro con el felino pone en peligro al animal. ¡°Encontrar, fotografiar, pero sobre todo compartir las im¨¢genes de una especie rara como esta, te hace cuestionarte. Sobre el terreno hago todo lo posible por no perturbar al animal. Pero una vez de vuelta, mostrando mis im¨¢genes provoco que otras personas quieran ir a su vez a la b¨²squeda del leopardo, cuya supervivencia est¨¢ amenazada. Existen buenos programas de conservaci¨®n en torno a ese felino emblem¨¢tico, pero soy incapaz de pronunciarme sobre su futuro. Hay en efecto una terrible paradoja (de la cual no consigo salir) en querer observar y fotografiar al leopardo y posiblemente hacer pesar sobre ¨¦l el peligro de una fuerte atracci¨®n tur¨ªstica. Porque hoy en d¨ªa, en mi opini¨®n, el turismo sostenible no existe, es una ilusi¨®n¡±.
Sylvain Tesson y las met¨¢foras de la pantera
¡°?Has visto al leopardo de las nieves?¡±, ¡°?no!, ?no es maravilloso?¡±. Sylvain Tesson no est¨¢ nada de acuerdo con la famosa frase del libro de Matthiessen, que le parece un poco el consuelo de la zorra de La Fontaine ante las uvas. ¡°Siempre he preferido la realizaci¨®n de los sue?os al letargo de la esperanza¡±, escribe en La panth¨¨re des neiges. El libro es una delicia. Puro Tesson, lleno de intensidad, aventura, poes¨ªa y un sutil humor. El escritor, que vio hasta en cuatro ocasiones al elusivo leopardo, eso s¨ª, viviendo verdaderas ordal¨ªas de naturalismo helado, se emborracha de las met¨¢foras y significados que le sugiere la encumbrada pantera, que es en distintos pasajes un viejo amor, su madre, la nada y el todo. ¡°He visto la pantera, he robado el fuego¡±, se?ala en otro momento intenso, y dice que el animal le parece hecho ¡°de neveros, de las sombras de las gargantas y del cristal del cielo, de la nieve eterna, de nubes de plata y el oro de las estepas, del sudario de los hielos, la agon¨ªa de los muflones y la sangre de las gamuzas¡±.
Tesson, cuyo apellido remite de manera bastante premonitoria a la antigua manera de llamar en Francia al tej¨®n (hoy se dice blaireau), explica c¨®mo Munier, al que describe como un Ahab en busca de una pantera blanca en vez de una ballena (lo compara tambi¨¦n, por su capacidad de permanecer al acecho, con el as de los francotiradores, el finland¨¦s Simo H?yh?), le propuso ir con ¨¦l al T¨ªbet. Escribe que acordaron no decir el nombre exacto del valle donde encontraron al leopardo sino llamarlo el Valle de los Yaks. La expedici¨®n, que inclu¨ªa a la pareja de Munier, Marie, lleva como Evangelios Tibet Wild, de Schaller. En cambio, el libro de Matthiessen, que califica de laber¨ªntico, no le ha impresionado excesivamente a Tesson: ¡°Matthiessen estaba, esencialmente, preocupado por s¨ª mismo¡±. Sin embargo, el escritor franc¨¦s no escapa al misticismo que irradian la pantera y sus soledades y lee El libro tibetano de los muertos y El libro del Tao mientras se ve obligado a un ejercicio de paciencia que no va con su car¨¢cter y ¡°la posibilidad de la pantera palpita en la monta?a¡±. Finalmente, contemplar al animal, ¡°ambiguo como la poes¨ªa¡±, le reportar¨¢ una ¡°electrocuci¨®n de placer¡± y, sencillamente, ¡°el mejor d¨ªa de mi vida¡±.
Descubierto dos veces
La pantera de las nieves (Panthera uncia) es el m¨¢s enigm¨¢tico de los ocho grandes felinos (tigre, le¨®n, jaguar, leopardo, guepardo, puma y pantera nebulosa). De 22 a 55 kilos de peso, con algunos machos de hasta 75, su anatom¨ªa est¨¢ condicionada por el medio g¨¦lido en el que vive: presenta pelaje muy espeso, orejas muy peque?as, patas anchas y una cola larga y peluda que le sirve para mantener el equilibrio en sus saltos sobre la nieve y para cubrirse la cara cuando duerme. Curiosamente, el leopardo de las nieves no puede rugir. Es el gran felino menos agresivo hacia los humanos. En estado vulnerable, con quiz¨¢ diez mil individuos adultos, el animal tiene prohibida su caza y el comercio de su piel en los 12 pa¨ªses de Asia central en que habita. En algunos lugares, descubri¨® Schaller, se instala en los nidos de los buitres. Se espera un declive de poblaci¨®n de m¨¢s de un 10% para 2040. Descrito en 1778 por Von Schreber, se le borr¨® de la lista de los animales existentes cuarenta a?os despu¨¦s al descubrir Raffles la pantera nebulosa o leopardo longibando y pensarse que era el mismo animal. En 1864 se demostr¨® definitivamente su existencia como especie distinta.
Babelia
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