El l¨ªo de desalojar a Franco de las calles
La aplicaci¨®n de la ley de memoria hist¨®rica se topa con su propia ambig¨¹edad, la falta de recursos, algunas decisiones municipales err¨®neas y la ausencia de verdaderos especialistas
Espa?a alberga todav¨ªa 533 v¨ªas urbanas cuyos nombres enaltecen al general Francisco Franco, honran la sublevaci¨®n militar que emprendi¨® o conmemoran la represi¨®n que sufrieron los espa?oles entre 1936 y 1975, seg¨²n los ¨²ltimos datos ofrecidos por el Gobierno en 2020. Pero esta semana se han vivido dos episodios que reflejan de nuevo las complicaciones que acarrea el prop¨®sito de borrar esos homenajes de los lugares p¨²blicos.
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Espa?a alberga todav¨ªa 533 v¨ªas urbanas cuyos nombres enaltecen al general Francisco Franco, honran la sublevaci¨®n militar que emprendi¨® o conmemoran la represi¨®n que sufrieron los espa?oles entre 1936 y 1975, seg¨²n los ¨²ltimos datos ofrecidos por el Gobierno en 2020. Pero esta semana se han vivido dos episodios que reflejan de nuevo las complicaciones que acarrea el prop¨®sito de borrar esos homenajes de los lugares p¨²blicos.
En Palma, un error de bulto present¨® a los almirantes del siglo XIX Churruca, Gravina y Cervera como fascistas, argumento que deriv¨® despu¨¦s en que se trataba en realidad de los nombres de tres buques de guerra que hab¨ªan servido a los sublevados en la Guerra Civil (lo cual no era cierto en el caso de los dos primeros, que combatieron del lado republicano). En Oviedo, su Ayuntamiento ha tenido que restituir por orden judicial los nombres de militares franquistas que se hab¨ªan quitado hace un a?o. El juez consider¨® que la comisi¨®n no cumpl¨ªa la normativa por ¡°falta de objetividad¡± y ausencia de ¡°pluralismo¡±.
A ello se a?aden las denuncias en varias ciudades cuyos ayuntamientos no terminan de borrar las huellas del r¨¦gimen dictatorial. Una mirada de conjunto permite observar que la ley de memoria hist¨®rica no se aplica del mismo modo en toda Espa?a, y adem¨¢s invita a dudar si alg¨²n d¨ªa ser¨¢ posible por fin desalojar a Franco del callejero nacional.
El primer punto de dificultad en la tarea de alejar el franquismo de las placas urbanas radica en que algunas comunidades aut¨®nomas (por ejemplo, Arag¨®n) apenas le dedican un peque?o p¨¢rrafo en su ley propia y no son precisas a la hora de dictar c¨®mo formar una comisi¨®n de memoria y c¨®mo debe funcionar.
La composici¨®n de las comisiones y la presencia de historiadores es esencial para impedir los errores. Pero no basta con contar con expertos. Las instituciones deben seguir sus consejos. Se evitar¨ªan as¨ª pasos en falso como cuando el Ayuntamiento de C¨¢ceres quit¨® en 2010 un escudo de los Reyes Cat¨®licos por considerarlo franquista, sin haber consultado debidamente la opini¨®n de expertos. Tuvo que reponerlo tras la intervenci¨®n de Antonio Bueno, secretario del Instituto de Estudios Her¨¢ldicos y Geneal¨®gicos.
Un segundo t¨¦rmino del problema afecta a los encargados de aplicar las decisiones, m¨¢s all¨¢ de la calidad de los informes, de la constituci¨®n de las comisiones y de sus propuestas. Y en eso resulta decisiva la tarea de los ayuntamientos, que son los que finalmente las ejecutan. Por ejemplo, en M¨¢laga, pese a haber aprobado en pleno el cambio de nombre de varias calles, los carteles no se han descolgado. Ah¨ª siguen los r¨®tulos de las avenidas de Carlos Haya y del Comandante Garc¨ªa Morato, entre otros. Daniel P¨¦rez, portavoz del grupo municipal socialista, en la oposici¨®n, se?ala como responsable a la Comisi¨®n de Calles del Consistorio, regida por la concejala de Cultura.
Y un paso adicional consiste en que, una vez retiradas las placas de las calles reales hay que conseguirlo en las virtuales. En Google, por ejemplo, es f¨¢cil encontrar pueblos que mantienen en sus callejeros el nombre del dictador. Es el caso de Campillo de Deleitosa (C¨¢ceres), donde el GPS del buscador a¨²n sit¨²a la calle principal dedicada al General Franco y otra adyacente a Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera. El alcalde, Ferm¨ªn S¨¢nchez, del PP, matiza: ¡°Llevamos tiempo queriendo arreglarlo. El anterior Gobierno municipal del PSOE sustituy¨® las placas, pero no tramit¨® el cambio de forma oficial. Muchas cartas tienen a¨²n la direcci¨®n antigua y el cartero se pierde¡±.
En otros pueblos como Acebo, tambi¨¦n de C¨¢ceres, los vecinos y el grupo municipal de Podemos se quejaron porque el Consistorio simplemente coloc¨® las placas nuevas junto a las antiguas, lo que deriv¨® en que algunas v¨ªas tengan dos nombres para los viandantes: la calle del General Mola es tambi¨¦n el Rinc¨®n del Obispo.
Pese a todas las dificultades, tambi¨¦n se han dado casos en los que estos trabajos han llegado a buen t¨¦rmino. Por ejemplo, en Madrid, donde en el a?o 2017 la entonces alcaldesa Manuela Carmena reuni¨® a personalidades como el escritor Andr¨¦s Trapiello, la fil¨®sofa Amelia Valc¨¢rcel, el sacerdote Santos Ur¨ªas o el historiador y acad¨¦mico Octavio Ruiz-Manj¨®n. Trapiello lo recuerda con agrado: ¡°Fue una de las experiencias personales e intelectuales m¨¢s satisfactorias de mi vida. Era un grupo de personas de todas las ideolog¨ªas poni¨¦ndose de acuerdo en el 95% de las decisiones. Comprendimos desde el primer momento que se nos llamaba para aplicar una ley con muchas deficiencias, y tratamos de hacerlo desde la racionalidad, no desde la emotividad, como demasiado a menudo se tratan estos asuntos¡±. Se acord¨® cambiar el nombre de 52 calles.
Pero eso sucedi¨® tras vencer las deficiencias que entra?a la propia norma, entre las que Trapiello destaca la ambig¨¹edad de ciertos preceptos. Por ejemplo, ordena eliminar nombres que enaltecen el golpe militar de 1936, la Guerra Civil y el franquismo. ?Est¨¢ Calvo Sotelo en ese marco normativo? No, muri¨® el 13 de julio, d¨ªas antes de la sublevaci¨®n militar. ?El franquismo lo utiliz¨® como figura representativa de su pensamiento? Sin duda. Algunas sentencias ya han dictaminado que no es aplicable cambiar el nombre de esa calle bajo el argumento de la ley de memoria.
A Calvo Sotelo se suman otros nombres que han provocado debates de si deber¨ªan estar o no en el callejero por sus discursos acusados de antidemocr¨¢ticos. Ese fue el caso del presidente republicano Francisco Largo Caballero.
Santa Teresa
Para el historiador y acad¨¦mico Enrique Moradiellos, la selecci¨®n de las calles cuyos nombres deben cambiarse ha de regirse, primero, por la referencia directa a elementos que aparecen clar¨ªsimos en la ley, como podr¨ªan ser los de General¨ªsimo, 18 de julio (inicio de la Guerra Civil), o la calle de la Falange (partido del bando sublevado). ¡°Pero ?quitamos la calle de Santa Teresa porque fue la Santa de la Raza? Es cierto, lo fue. Pero era tambi¨¦n la patrona de la Iglesia cat¨®lica y estuvo a punto de ser patrona de Espa?a en lugar de Santiago. Estamos hablando del siglo XV, XVI, XVII, de la Contrarreforma. Eso no es franquismo¡±, analiza el experto.
En lo que insiste Moradiellos es en tener muy claro cu¨¢l va a ser el nuevo nombre que llevar¨¢ la calle y evitar dar honores a una personalidad de cuyos valores se dude. ¡°El cambio del callejero es siempre una operaci¨®n de alto contenido pol¨ªtico y simb¨®lico. Se trata de promover una serie de valores que, si se vive en una dictadura los decide el l¨ªder, pero si estamos en una democracia, deben ser consensuados por toda la sociedad¡±.
¡°Defenderemos nuestro informe sobre Palma hasta el final¡±
El informe manejado por el Ayuntamiento de Palma (PSOE, Podemos y M¨¦s) para los cambios de nombres en su callejero consideraba que los almirantes del siglo XIX Churruca, Gravina y Cervera fueron instrumentalizados por el franquismo, y no que eran fascistas, seg¨²n ha declarado a EL PA?S su autor, el historiador Bartomeu Gar¨ª, concejal de la localidad mallorquina de Porreres por el partido M¨¦s per Mallorca, grupo que a su vez forma parte del gobierno de la capital. Seg¨²n public¨® 'Abc', el estudio cost¨® unos 15.000 euros.
¡°Defenderemos nuestro informe hasta el final, all¨¢ donde vaya y delante de cualquier periodista o pol¨ªtico¡±, dice Gar¨ª, que no elude responsabilidades: ¡°Asumimos cualquier fallo que hayamos cometido, pero en el estudio diferenciamos entre calles cuyo nombre actual deb¨ªa ser eliminado, y otras, como la de los almirantes o la del Cid, que el r¨¦gimen de Franco hab¨ªa instrumentalizado para su provecho¡±. Recuerda tambi¨¦n que el trabajo que elabor¨® con su equipo (que inclu¨ªa un censo in¨¦dito de 2.000 v¨ªctimas, 6.000 nombres de prisioneros y un informe de m¨¢s de 500 p¨¢ginas) fue encargado hace un a?o por una comisi¨®n formada por pol¨ªticos, entidades e historiadores, la misma que lo aprob¨® en 2019. Ninguno de esos expertos se percat¨® en Palma de que acometer el cambio de nombre de esas calles apelando a la ley de la memoria hist¨®rica pod¨ªa ser un error. Tampoco la comisi¨®n de toponimia del Ayuntamiento de Palma, responsable del nomencl¨¢tor, ni el alcalde, encargado de dar la ¨²ltima orden. Ante la magnitud del esc¨¢ndalo, el regidor paraliz¨® el viernes el cambio de nombre.
Mar¨ªa Antonia Oliver, presidenta de la asociaci¨®n Mem¨°ria de Mallorca, se?ala no obstante: ¡°Por esos fallos no podemos desprestigiar el trabajo de los historiadores. Este tipo de censos, especialmente el de las v¨ªctimas, siempre est¨¢n sujetos a posibles enmiendas, porque muchas de las informaciones est¨¢n cogidas con pinzas. Mucha documentaci¨®n ha desaparecido¡±.