El final de la pandemia a trav¨¦s del espejo de Alicia
El Victoria & Albert Museum de Londres reabre sus puertas con una exhaustiva muestra en torno al personaje creado por Lewis Carroll
Los ingleses de la ¨¦poca victoriana (1820-1914) no llamaban mirror al espejo. Era un looking glass, un cristal para mirarse. O para atravesarlo, y entrar en un mundo en el que todo est¨¢ al rev¨¦s y nada tiene sentido. Hoy ese cristal ser¨ªa la pantalla de un m¨®vil, y la peque?a Alicia seguir¨ªa sin entender muchas de las cosas que hay al otro lado. El Victoria & Albert Museum de Londres ha reabierto sus puertas, despu¨¦s de una larga pandemia, con la propuesta ...
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Los ingleses de la ¨¦poca victoriana (1820-1914) no llamaban mirror al espejo. Era un looking glass, un cristal para mirarse. O para atravesarlo, y entrar en un mundo en el que todo est¨¢ al rev¨¦s y nada tiene sentido. Hoy ese cristal ser¨ªa la pantalla de un m¨®vil, y la peque?a Alicia seguir¨ªa sin entender muchas de las cosas que hay al otro lado. El Victoria & Albert Museum de Londres ha reabierto sus puertas, despu¨¦s de una larga pandemia, con la propuesta Alice: curiouser and curiouser (Alicia: curioso y m¨¢s curioso), un recorrido exhaustivo por uno de los iconos universales de la literatura m¨¢s atractivos de la historia.
El mundo de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, y de su segunda parte, Alicia a trav¨¦s del espejo, surgido de la imaginaci¨®n del matem¨¢tico y escritor Charles Lutwidge Dodgson (m¨¢s conocido por su seud¨®nimo, Lewis Carroll), tiene la infinita capacidad de ser reinterpretado en cada ¨¦poca. ¡°Es, por ejemplo, la primera victoria del feminismo. Una ni?a real, en esa ¨¦poca, no habr¨ªa podido siquiera ir a la universidad¡±, defiende Kate Bailey, la comisaria de la exposici¨®n. ¡°Y sin embargo, Alicia es un car¨¢cter femenino tan fuerte, con una naturaleza curiosa e inquisitiva, capaz de superar los problemas que surgen y las dificultades a las que se enfrenta¡±.
Arte, ciencia, pol¨ªtica e imaginaci¨®n en una narraci¨®n de apariencia infantil, que demuestra c¨®mo la sociedad surgida al amparo del Imperio Brit¨¢nico albergaba en su curiosidad, en su mirada optimista al futuro y en sus preocupaciones sociales la semilla de todo lo que vendr¨ªa un siglo despu¨¦s. ¡°Me puede usted indicar, si es tan amable, ?hacia d¨®nde me dirijo desde aqu¨ª?¡±, pregunta Alicia al Gato de Cheshire, cuya sonrisa misteriosa forma ya parte hasta del imaginario de los que no saben ni de d¨®nde ha salido el personaje. ¡°Eso depende mucho de ad¨®nde quieras ir¡±. Y la peque?a avanza y avanza a lo largo de un mundo m¨¢gico, mientras cuestiona a adultos rid¨ªculos cuyas ¨®rdenes incongruentes ni ellos mismos entienden. ¡°Es el individuo hablando cara a cara al poder, y cuestionando abiertamente su autoridad. Algo muy adaptado a lo que pasa en la actualidad, que se asemeja bastante a ese mundo victoriano fascinado por la ciencia, el arte y la pol¨ªtica¡±, explica el dise?ador Tom Piper, quien ha participado desde el principio en el montaje de una muestra ambiciosa, capaz de dar una nueva vuelta de tuerca al mito de Alicia.
La exposici¨®n comienza de modo enga?oso, con un despliegue tan siglo XIX de vitrinas que muestran el primer texto manuscrito de Lewis Carroll con su famoso cuento; el daguerrotipo de Alice Liddell, la ni?a que insisti¨® al profesor de Oxford que escribiera la historia que le hab¨ªa contado a ella y a sus dos hermanas, ¡°en una tarde dorada¡± a orillas del T¨¢mesis; o los primeros esbozos de John Tenniel, el famoso caricaturista de la revista sat¨ªrica Punch que inmortaliz¨® de un modo inimitable al Sombrerero Loco, al Conejo Blanco, a la Reina de Corazones o a Humpty Dumpty (Zanco Panco, le bautiz¨® la versi¨®n espa?ola).
Pero la primera sala es solo la introducci¨®n de un personaje y un mundo que cobraron vida propia para significar algo diferente para cada generaci¨®n que vendr¨ªa despu¨¦s. Alicia, y la corriente surrealista, que reivindic¨® la realidad que hab¨ªa en los disparatados sue?os de la peque?a. Alicia, y el cine mudo, que intent¨® de un modo torpe pero osado convertir en im¨¢genes sus aventuras. Alicia, y la psicodelia de los a?os sesenta. Alicia, y los mensajes pol¨ªticos que esconde. La muestra contiene fragmentos de la pel¨ªcula del artista pl¨¢stico argentino Eduardo Pl¨¢, considerado un filme protesta en los albores de la dictadura. O de Alicia en la Espa?a de las maravillas de Jorge Feliu, en la que la protagonista sigue al conejito blanco (de Playboy) por las plazas de toros que muestran los restos de la represi¨®n franquista. No son, desde luego, el centro de una exhibici¨®n que rinde sobre todo homenaje a las dos pel¨ªculas que construyeron la leyenda: la de Walt Disney, grabada en la memoria de los ni?os. Y la de Tim Burton, que refleja por fin los personajes de Alicia que siempre sospecharon los adultos.
Alicia en la moda, con los dise?os de Vivienne Westwood, en la ¨®pera, en el teatro o en la m¨²sica rock. Como el White Rabbit del grupo Jefferson Airplane ¡ª¡±una p¨ªldora te agranda, la otra te hace peque?o, y la que te da tu madre no hace nada de nada¡±¡ª que surge en el recorrido de la visita poco despu¨¦s de las ilustraciones que Salvador Dal¨ª quiso hacer para aportar su particular visi¨®n del mundo de Carroll. O los personajes de A trav¨¦s del espejo que se atrevi¨® a imaginar en los a?os sesenta el artista Peter Blake, el ¨²nico que estuvo a punto de derribar la est¨¦tica prerrafaelita que hab¨ªa imaginado a Alicia y a sus extra?os compa?eros de viaje durante d¨¦cadas.
Hay tambi¨¦n espacio para la ciencia, con el recordatorio de que el CERN (Organizaci¨®n Europea para la Investigaci¨®n Nuclear) bautiz¨® Proyecto Alicia a una de sus incursiones en la f¨ªsica cu¨¢ntica. ¡°Hay conceptos del libro que nos condujeron al uso necesario de nueva tecnolog¨ªa. Espacios f¨ªsicos y espacios virtuales que eran un desaf¨ªo a nuestra imaginaci¨®n art¨ªstica y cient¨ªfica¡±, se?ala Piper. Y as¨ª, el final de la muestra lleva a unas gafas de realidad virtual que permiten al visitante caer hasta el fondo de la madriguera, beber la p¨®cima que le convierte en gigante, y jugar con flamencos y erizos a un extra?o juego de cr¨®quet hasta que la Reina de Corazones se cansa y ordena: ¡°?Que le corten la cabeza!¡±.