El misterio apasionado
Paco Ure?a y Miguel ?ngel Perera cortaron una oreja cada uno a una encastada corrida de Hnos. Garc¨ªa Jim¨¦nez

Si el toreo es tener un misterio y decirlo, Paco Ure?a ha contado en Vistalegre el pr¨®logo de su concepto taurino, basado en el clasicismo arrebatador, en la pureza, en la entrega, en la pasi¨®n y en fundirse con el toro. As¨ª lo dijo, lo transmiti¨® a los tendidos y estos lo captaron en forma de piel de gallina y el coraz¨®n henchido de gozo.
Si el toreo es decir ese misterio que cada torero lleva en sus entra?as, Ure?a lo dijo en voz alta; y solo fue un pr¨®logo. Pero toda su tarde fue un compendio de chispazos emergidos del alma, desde las suaves ver¨®nicas con las que recibi¨® a su primero hasta ese pase del desprecio final al quinto; y lo dijo todo con emoci¨®n, y lo demostr¨® en distintos pasajes con capote y muleta, pero no con la espada, que ah¨ª le sali¨® un gallo estridente y emborron¨® de alg¨²n modo todo lo anterior.
Precioso el quite por delantales a su primero, que brind¨® al equipo m¨¦dico; primoroso el inicio de faena con un estatuario, dos remates por bajo, dos naturales y el obligado de pecho. Y tras un trasteo desigual con la mano derecha, dos tandas de naturales en las que sobresalieron destellos de puro sentimiento.
Jim¨¦nez/Perera, Ure?a, Luque
1?, 4?, 5? y 6?, de Garc¨ªa Jim¨¦nez, y 2? y 3?, de Olga Jim¨¦nez, muy bien presentados y astifinos, desiguales en los caballos, encastados y nobles a excepci¨®n del tercero, soso, y el sexto, dificultoso y rajado.
Miguel ?ngel Perera: estocada fulminante (oreja); estocada _aviso_ (ovaci¨®n).
Paco Ure?a: estocada ca¨ªda (oreja); casi entera baja y un descabello (gran ovaci¨®n)
Daniel Luque: gran estocada (ovaci¨®n); estocada (ovaci¨®n de despedida).
Plaza de Vistalegre. Madrid. 20 de mayo. Octava corrida de feria. Media entrada de un aforo m¨¢ximo permitido de 6.000 personas.
Mejor, si cabe, ante el quinto. Dos trincherazos de cartel tras el brindis a la concurrencia; y cruzado con el toro y el comp¨¢s abierto brotaron hasta cuatro tandas de naturales, algunos de ellos muy largos, hondos, hermosos, y a pies juntos los ¨²ltimos, extraordinarios, puro arte. Algo sucedi¨® en la suerte final, parece que el toro resbal¨® antes del encuentro, pero la espada cay¨® baja y los trofeos se esfumaron.
Ah¨ª qued¨®, no obstante, el misterio; esbozado, quiz¨¢, pero misterio alborozado de pasi¨®n.
Quien dijo poco fue Perera, un torerazo que se ha quedado sin partitura misteriosa. Sus dos toros mostraron casta y movilidad, y el torero estuvo bien, dio muchos pases, y ofreci¨® toda una lecci¨®n de oficio, t¨¦cnica, seguridad y valor. Pero toda su labor fue muda. Y seguro que la oreja de su primero fue merecida, pero el animal no se cans¨® de embestir y mereci¨® m¨¢s, mucho m¨¢s. El toreo de Perera fue valeroso y dominador, pero no emocionante; t¨¦cnico y con oficio, pero no apasionante; vistoso, pero carente de hondura. Pocos oles se escucharon en la plaza mientras el torero daba pases y m¨¢s pases. Y la misma historia se repiti¨® ante el cuarto: un toro codicioso y un torero mec¨¢nico.
Perera tuvo este jueves un problema de dicci¨®n; o es que su misterio, quiz¨¢, ya est¨¢ desvelado. Estar¨ªa bien que el torero se lo hiciera ver, al margen de lo que le digan los aduladores profesionales. Torear, y ¨¦l debe saberlo mejor que nadie, no es dar pases; es sentir.
Y el que sinti¨® rabia fue Daniel Luque. Entr¨® por m¨¦ritos propios en sustituci¨®n de Emilio de Justo, lesionado en Legan¨¦s, y no pudo corroborar el ¨¦xito de hace unos d¨ªas porque su lote se lo impidi¨®. Sin continuidad ni celo el tercero, y rajado el sexto, pero su buena hoja de servicios sigue intacta.
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