La nueva literatura LGTBQ sale a la busca de los mitos del colectivo
?xitos como las memorias de La Veneno impulsan a una legi¨®n de autores a investigar en los referentes que se abrieron camino en el pasado. La corriente se extiende a la televisi¨®n y el teatro
A Vicente Vadillo, jiennense de 32 a?os, lo mat¨® un polic¨ªa. ?l iba travestido y el agente, borracho. La noche del 19 de junio de 1979, el polic¨ªa nacional Antonio Anglada se hab¨ªa colado entre el p¨²blico de la sala de fiestas Apolo de Renter¨ªa (Gipuzkoa) y, aunque estaba fuera de servicio, tras varias copas amenaz¨® con su pistola al encargado. Este ¨²ltimo contar¨ªa a?os despu¨¦s, ante el juez, c¨®mo Vadillo ¡ªo Francis, su nombre art¨ªs...
A Vicente Vadillo, jiennense de 32 a?os, lo mat¨® un polic¨ªa. ?l iba travestido y el agente, borracho. La noche del 19 de junio de 1979, el polic¨ªa nacional Antonio Anglada se hab¨ªa colado entre el p¨²blico de la sala de fiestas Apolo de Renter¨ªa (Gipuzkoa) y, aunque estaba fuera de servicio, tras varias copas amenaz¨® con su pistola al encargado. Este ¨²ltimo contar¨ªa a?os despu¨¦s, ante el juez, c¨®mo Vadillo ¡ªo Francis, su nombre art¨ªstico¡ª se interpuso entre Anglada y ¨¦l y dijo: ¡°?Por qu¨¦ no me disparas a m¨ª?¡±. Anglada le peg¨® un tiro en la cara. Francis muri¨® al instante. El fiscal pidi¨® seis a?os de prisi¨®n, la sentencia fue de nueve meses y el agente nunca puso un pie en la c¨¢rcel.
Al d¨ªa siguiente, cuando en los medios la noticia era ¡°Travesti muerto en un club por el disparo de un polic¨ªa¡±, los bares y discotecas de Renter¨ªa no abrieron en protesta. Hubo una manifestaci¨®n en Gipuzkoa, formada por gais y lesbianas, y le siguieron otras. Desde entonces, las marchas por los derechos LGTBQ se multiplicaron en la zona. Espa?a nunca tuvo un Stonewall ¡ªlos disturbios iniciados por transexuales en junio de 1969 que sirvieron de detonante para la reivindicaci¨®n de derechos LGTBQ en Estados Unidos¡ª, pero Renter¨ªa tuvo a Francis.
La suya es una de las muchas historias desconocidas que rescata la escritora y periodista Valeria Vegas en Lib¨¦rate (Dos Bigotes), un nuevo compendio de biograf¨ªas an¨®nimas y c¨¦lebres, pel¨ªculas, discotecas, publicaciones y canciones que han conformado la cultura LGTBQ espa?ola de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Este periodo, habitualmente ignorado en la literatura queer, se ha convertido de manera abrumadora en la tem¨¢tica troncal. Una legi¨®n de autores ha dejado las historias de aceptaci¨®n personal para estudiar el pasado en b¨²squeda de referentes, de ra¨ªces que ayuden a entender el verdadero peso del camino recorrido hasta hoy, un proceso que se ha revelado tan f¨¢cil de olvidar como reversible.
¡°Hay ahora una generaci¨®n libre de miedo, que ha nacido con la ley de matrimonio homosexual aprobada, gente que ha salido del armario a los 16 y no se cuestiona mucho lo que es eso¡±, aduce Mili Hern¨¢ndez, propietaria de la librer¨ªa Berkana de Madrid y de la editorial Egales, pionera en libros de historia LGTBQ. ¡°?Qui¨¦n se atrev¨ªa a publicar hace 40 a?os un ensayo gay? Nadie¡±.
Referentes es la palabra clave en la eclosi¨®n de este boom: qui¨¦nes son, por qu¨¦ fueron olvidados y por qu¨¦ merece la pena recordarlos. En el libro de Vegas ¡ªquien inici¨® esta oleada con sus exitosas memorias de La Veneno¡ª, todo gira alrededor de la idea revolucionaria de que en Espa?a hab¨ªa referentes LGTBQ desde hace d¨¦cadas. ¡°Faltaba reivindicarlos¡±, asevera ella por tel¨¦fono. ¡°En otros lados se escriben libros donde se reivindican referentes internacionales: RuPaul, Divine, Andy Warhol, Candy Darling¡ Pero Espa?a es un pa¨ªs que desconoce mucho de d¨®nde viene. Somos nuestros propios enemigos: la figura de las folcl¨®ricas, el g¨¦nero de la copla, por ejemplo, empezaron a estar muy mal vistos en los setenta y ochenta, cuando se asociaron al r¨¦gimen [de Franco], a algo arcaico. Si el transformista de turno se llama drag queen, dentro de ese anglicismo nos parece bien; si es travestismo e imita a Juanita Reina o Sara Montiel, ya parece menos. Tenemos ese complejo de que lo nuestro parece cutre¡±.
Otros trabajos van m¨¢s all¨¢ de Espa?a y del siglo XX. Se?oras que se empotraron hace mucho (Ediciones B) y su segunda parte, Se?oras que se empotraron hace mucho en el siglo XIX (Ediciones B), ambos de Cristina Domenech, cuentan vidas de lesbianas a lo largo de la historia. El pasado invierno se public¨® Maricones de anta?o (Egales), donde el fil¨®logo Ram¨®n Mart¨ªnez juega con la idea de que referentes no son solo los que dan visibilidad; que personas trans, gais, lesbianas, bisexuales, intersexuales y queer ha habido siempre y la trampa es la forma en que han sido borrados de los libros de historia. El autor repasa la historia cultural de Occidente m¨¢s all¨¢ del pante¨®n de los c¨¦lebres m¨¢rtires homosexuales (Emily Dickinson, Piotr Llich Chaikovski, Lorca, Cernuda, Walt Whitman) o bisexuales (Lord Byron, Goethe). Est¨¢ Julio C¨¦sar en la corte de Nicomedes o el turco Alakh¨¦n II, hijo del sult¨¢n Mahmed.
De Sodoma a Chueca, de Alberto Mira, se public¨® en Egales en 2004. Fue el primer ensayo hist¨®rico importante LGTBQ espa?ol, una excepci¨®n en el cat¨¢logo de aquella editorial, b¨¢sicamente divulgativo. ¡°Public¨¢bamos lo que nos ped¨ªa la gente en ese momento, que eran relatos de aceptaci¨®n. Tuvimos que hacer literatura para salvar vidas¡±, rememora Mili Hern¨¢ndez. La necesidad de construir una memoria hist¨®rica llegar¨ªa despu¨¦s y por varios frentes. En 2018 volvieron a Broadway cl¨¢sicos teatrales gais como ?ngeles en Am¨¦rica, de Tony Kushner, o Los chicos de la banda, de Mart Crowley (adaptada a pel¨ªcula de Netflix en 2020). En televisi¨®n fueron la serie sobre vida trans en los ochenta Pose (HBO Espa?a, 2018) o la espa?ola Veneno (Atresplayer Premium, 2020). En Barcelona se estrena ahora Oca?a, reina de Las Ramblas, una obra de teatro de Marc Rosich sobre el artista pl¨¢stico andaluz que defend¨ªa en los a?os setenta en sus performances callejeras al colectivo entonces sin nombre.
El torrente de libros hist¨®ricos ha servido como la arteria de este movimiento. ¡°Ya lo estaban haciendo otros movimientos sociales como el feminismo¡±, aclara Gonzalo Izquierdo, uno de los dos editores, junto a Alberto Rodr¨ªguez, de Dos Bigotes. ¡°Es una justicia hist¨®rica poner en valor a las personas referentes del colectivo que con su lucha, su visibilidad o su trabajo han sentado las bases de los derechos y la libertad que ahora tenemos. Muchas de ellas permanecen en el olvido¡±.
La tendencia ha alcanzado estos meses su punto ¨¢lgido. La editorial Amistades Particulares ha publicado El canon de la literatura gay en espa?ol, de Augusto F. Prieto, e Icaria, Los invertidos: Verdad, justicia y reparaci¨®n para gais y transexuales bajo la dictadura franquista, de Geoffroy Huard. Duomo Ediciones tuvo ¨¦xito a finales de a?o con Loving. Una historia fotogr¨¢fica, un libro de fotograf¨ªas de parejas gais. Acompa?a en las librer¨ªas a Con la frente marchita (Dos Bigotes), donde el fil¨®logo Dimas Prychyslyy experimenta imaginando episodios en la vida de personajes LGTBQ espa?oles, generalmente perseguidos en el franquismo como la trans catalana Carmen de Mairena o la canaria Rosario Miranda. Egales ha juntado varios de estos t¨ªtulos seguidos, como Los gais durante el franquismo, del historiador Geoffroy Huard, o Y Leo Classen habl¨®, sobre el paso real de un hombre gay por los campos de concentraci¨®n de Sachsenhausen-Oranienburg.
Entre medias de la purpurina kitsch y el lumpen genocida hay un pasaje que recuerda el poder de rebuscar en la memoria en Divine (Egales), la biograf¨ªa del periodista espa?ol ?lex Ander sobre la ¨¢crata drag queen del mismo nombre (1945-1998) que inspir¨® a John Waters y protagoniz¨® Pink Flamingos (1972). El adolescente Harris Glenn Mistead, poco antes de asumir el nombre de Divine, queda aterrado al enamorarse de un chico que canta en misa en su pueblo de Baltimore en los a?os cincuenta. Todav¨ªa tiene novia, pero ya se sabe abocado a una vida marginal. Un domingo, va a verlo con su novia. Va maquillado y transformado en mujer. Escenas de poder¨ªo queer ha habido siempre, incluso en una iglesia de Baltimore. Solo hab¨ªa que contarlas.