Festival de Cannes: cine solo aceptable de Audiard, Baker y Enyedi
Despu¨¦s de asistir sin respiro a tres pel¨ªculas con un metraje colectivo de siete horas, no puedo quejarme excesivamente de lo que he visto
Aunque acabes con una notable empanada mental y f¨ªsica (en mi caso me resulta imposible encontrar una postura m¨¢s o menos fija y c¨®moda en la butaca cuando la sesi¨®n de cine es maratoniana y tampoco logra hipnotizarme), despu¨¦s de asistir sin respiro a tres pel¨ªculas con un metraje colectivo de siete horas, no puedo quejarme excesivamente de lo que he visto. No me han provocado sensaciones muy gratas, las habr¨¦ olvidado con la misma prisa que las he consumido, pero ninguna de ellas es un horror. O sea, que el que no se consuela es porque no quiere.
Red Rocket lleva la firma de ...
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Aunque acabes con una notable empanada mental y f¨ªsica (en mi caso me resulta imposible encontrar una postura m¨¢s o menos fija y c¨®moda en la butaca cuando la sesi¨®n de cine es maratoniana y tampoco logra hipnotizarme), despu¨¦s de asistir sin respiro a tres pel¨ªculas con un metraje colectivo de siete horas, no puedo quejarme excesivamente de lo que he visto. No me han provocado sensaciones muy gratas, las habr¨¦ olvidado con la misma prisa que las he consumido, pero ninguna de ellas es un horror. O sea, que el que no se consuela es porque no quiere.
Red Rocket lleva la firma de Sean Baker, un muy celebrado director del cine independiente que realiz¨® entre otras The Florida Project, de la que guardo buen recuerdo. En esta, cuenta el retorno a su pueblo de Texas de un actor porno al que ya todo le va muy chungo despu¨¦s de haber tenido su momento de gloria. Lo encarna Simon Rex, se?or dotado de espectaculares atributos viriles y del que aseguran que tambi¨¦n se dedic¨® al cine porno. Vuelve para que le acoja su antigua esposa, que fue abandonada y anda en estado calamitoso. El pornogr¨¢fico trapichea con hierba, intenta ser aceptado por los puritanos vecinos y se autoconvence de que puede regresar con ¨¦xito a la vieja profesi¨®n si seduce a una camarera muy joven en la que intuye gran potencial er¨®tico. Todo roza el esperpento, la gracia es muy limitada, pero se deja ver y o¨ªr.
Tampoco existe nada que me provoque alergia en La historia de mi mujer, de la directora h¨²ngara Ildik¨® Enyedi, pero hubiera sido agradecible que redujera las tres horas de duraci¨®n. Creo que nos hubi¨¦ramos enterado perfectamente de lo que pretende contar si en el montaje hubiera metido la tijera. Narra el rom¨¢ntico y fulminante encuentro entre un capit¨¢n de barco y una dama misteriosa y sofisticada, la inmediata boda, los estragos, celos, infidelidades, mentiras y reencuentros en esa at¨ªpica relaci¨®n a lo largo del tiempo. Los protagonistas tienen asumido lo del ¡°ni contigo ni sin ti¡± y el desenlace solo puede ser devastador para ambas partes. La directora posee sentido visual y vocaci¨®n l¨ªrica, aunque no logra implicarme demasiado en la fiebre que sienten los personajes.
Jacques Audiard, autor de Les Olympiades, creaba expectativas justificadas. Su cine siempre ha tenido inter¨¦s y en el caso de Un profeta su talento, su dureza y su turbiedad alcanzaron niveles altos. Aqu¨ª habla de amores juveniles, de nuevas formas de relaci¨®n entre un chaval negro y dos chicas asi¨¢ticas y otra blanca en el barrio chino de Par¨ªs. Est¨¢ aceptablemente narrada, pero no existe en ella nada excepcional.