Los rostros del poder en el Renacimiento
El Rijksmuseum de ?msterdam presenta un centenar de retratos de ricos y famosos que quisieron asegurarse as¨ª la posteridad
El retrato ha sido solicitado a lo largo de la historia del arte por reyes, emperadores, la nobleza o ciudadanos lo bastante ricos y vanidosos como para contratar al artista del momento. Afianzado en el Renacimiento como g¨¦nero pict¨®rico aut¨®nomo, un cuadro as¨ª era tambi¨¦n el mejor pasaporte al futuro: el modelo sab¨ªa que conservar¨ªan el lienzo o la tabla en buen estado dado su valor. El deseo de no caer en el olvido, de retener la belleza y plasmar el poder, propici¨® en los siglos XV y XVI un alarde pict¨®rico que es tambi¨¦n un estudio de la fisonom¨ªa y la presunci¨®n humanas. Los modelos posar...
Reg¨ªstrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PA?S, puedes utilizarla para identificarte
El retrato ha sido solicitado a lo largo de la historia del arte por reyes, emperadores, la nobleza o ciudadanos lo bastante ricos y vanidosos como para contratar al artista del momento. Afianzado en el Renacimiento como g¨¦nero pict¨®rico aut¨®nomo, un cuadro as¨ª era tambi¨¦n el mejor pasaporte al futuro: el modelo sab¨ªa que conservar¨ªan el lienzo o la tabla en buen estado dado su valor. El deseo de no caer en el olvido, de retener la belleza y plasmar el poder, propici¨® en los siglos XV y XVI un alarde pict¨®rico que es tambi¨¦n un estudio de la fisonom¨ªa y la presunci¨®n humanas. Los modelos posaron con sus mejores ropajes sobre el fondo adecuado para pintores como Durero, Holbein o Tiziano. ?stos, a su vez, hicieron el doble servicio requerido. Ejecutaron obras maestras y fijaron a sus clientes en la memoria colectiva. Un centenar de estas piezas vertebran ahora la muestra Recu¨¦rdame, en el Rijksmuseum, de ?msterdam.
Recu¨¦rdame suena tambi¨¦n a estribillo de canci¨®n, y casi un murmullo parece recorrer la galer¨ªa de miradas que reclaman la del visitante en el ala Philips, del museo. ¡°M¨¢s que verse, se siente la presencia de los aqu¨ª retratados, y parece crearse una suerte de amistad con alguien que ya no est¨¢¡±, dice Taco Dibbits, director del Rijksmuseum, que reconoce las dificultades para organizar una exposici¨®n como esta durante la pandemia.
Las obras han sido tra¨ªdas de Londres, Washington, Viena, Frankfort, Polonia o Espa?a, y las restricciones de viaje han dificultado a¨²n m¨¢s el traslado de piezas que figuran ¡°entre las preferidas de las salas que las guardan¡±, a?ade. Distribuidas sobre un fondo de pared negro a lo largo de nueve temas, recorren el abanico esencial de los deseos humanos y son estos: reza por m¨ª; el paso de una generaci¨®n a otra; autoridad; ambici¨®n; cu¨ªdame; adm¨ªrame; conocimiento; dib¨²jame; este soy yo.
En el periodo expuesto, entre 1470 y 1570, ¡°el retrato florece, los artistas experimentan y los clientes se inmortalizan al ¨®leo, en dibujos, esculturas y relieves; en grabados y medallas¡±, dice Matthias Ubl, conservador de museo. Tal vez el ejemplo m¨¢s entra?able del Recu¨¦rdame del t¨ªtulo sea el retrato de Jacob Cornelisz pintando a su esposa, Anna, de 1533. Ejecutado por su hijo, Dirck, no solo sirve de homenaje a sus progenitores poco despu¨¦s de la muerte paterna. ¡°Es tambi¨¦n el primer ejemplo conocido de un pintor al caballete¡±, explica el experto. Lo han tra¨ªdo del Toledo Museum of Art, de la misma ciudad estadounidense.
Una joven desconocida figura en el cat¨¢logo y es tambi¨¦n la tarjeta de presentaci¨®n de la muestra. Pintada en 1470 por Petrus Christus, un artista encuadrado entre los Primitivos Flamencos, va vestida de negro. Lleva tambi¨¦n un tocado en forma de cono truncado, usado por las damas de la nobleza y la alta burgues¨ªa, y el hiperrealismo del cuadro destaca en tres puntos. En el pasador dorado del pecho, el cuello blanco de peleter¨ªa que cubre su escote y un cutis que parece de porcelana. La clave, sin embargo, est¨¢ en su enigm¨¢tica mirada, sin¨®nimo de inaccesible, tal y como rezaban los versos de los poetas cortesanos de la ¨¦poca.
Casualmente, la obra, encuadrada en el apartado Adm¨ªrame, cautiv¨® tanto al director del Rijksmuseum como al conservador en su ¨¦poca de estudiantes. Entre risas, ambos admiten haber tenido ¡°un p¨®ster del cuadro en casa¡±. Su equivalente masculino podr¨ªa ser otro retrato de modelo igualmente an¨®nimo, firmado por el siciliano Antonello da Messina en 1476. En este caso, un var¨®n burgu¨¦s mira con arrogancia y una cierta reserva, y sus rasgos est¨¢n pintados con sumo detalle. Hasta unas cejas algo rebeldes y el cartellino, un pedacito de papel donde pone la fecha del cuadro y que parece real.
Retrato de un hombre, de Da Messina, ilustra el tema de la Ambici¨®n. A pocos metros, se encuentran dos monarcas espa?oles que representan el Poder. Son Felipe II, y su padre, Carlos V. El primero pos¨® en 1560, a los 33 a?os, para Antonio Moro, nacido en la ciudad holandesa de Utrecht. El ¨®leo, de cuerpo entero, procede de las Colecciones Reales, Real Monasterio de El Escorial, y ha viajado a Pa¨ªses Bajos de la mano de Patrimonio Nacional. Felipe II luce una armadura para conmemorar la victoria en la batalla de San Quint¨ªn (1557) entre las tropas del imperio espa?ol y el ej¨¦rcito franc¨¦s. Tambi¨¦n la lleva Carlos V en el busto de bronce cedido por el museo del Prado. Es la que portaba en la batalla de M¨¹hlberg (1547), la ciudad alemana donde derrot¨® a las tropas de la Liga de Esmalcalda de pr¨ªncipes y ciudades protestantes.
Ejecutado entre 1553 y 1555 por los escultores Leone y Pompeo Leoni -padre e hijo- se a?adi¨® en la base una mujer portando una rama de palma como signo del vencedor. Hay una tabla mucho m¨¢s peque?a, pero a la que se ha reservado un lugar prominente. Es el Retrato de un Africano (1525), del pintor de Pa¨ªses Bajos Jan Mostaert. Es un modelo an¨®nimo que tal vez form¨® parte de la guardia de Carlos V, y ¡°es uno de los primeros africanos en ser retratado y hacerlo como un personaje poderoso y no humillado¡±, se?ala el conservador. Cuelga en la fila de la Autoridad.
Todos estos retratos se encargaron para impresionar a contempor¨¢neos y pasar a la posteridad con la mejor cara, al menos los adultos. Pero en el Renacimiento hay tambi¨¦n retratos de ni?os, que marcan el paso de una generaci¨®n a otra. De reci¨¦n nacidos que no superaron sus primeros d¨ªas de vida, cuyos padres se inmortalizaron con ellos en brazos, y tambi¨¦n de chiquillos ataviados con ropajes de mayor. Como los dos peque?os, uno rubio y otro casta?o -todo inocencia- de Holbein (1516). O bien Ranuccio Farnese, al que Tiziano pint¨® en 1541 mucho antes de que se convirtiera en cardenal. Lleva ropa de mayor, con la cruz de Malta sobre los hombros, pero el artista capta el paso de la adolescencia a la juventud. Y est¨¢ tambi¨¦n la italiana Sofonisba Anguissola, ¡°una de las primeras pintoras de la historia¡±, indican en el Rijksmuseum. En el autorretrato de 1556 presentado, mira de frente y recoge tambi¨¦n el cuadro de motivo religioso que ten¨ªa en marcha. De familia noble, pint¨® para Felipe II e inspir¨® a otras mujeres a dedicarse al arte. Con el cabello recogido y vestida de negro con un cuello y pu?os blancos, parece fuerte y sensible a la vez.
Recu¨¦rdame es la traducci¨®n del t¨ªtulo en ingl¨¦s de la muestra, Remember me. El t¨ªtulo en neerland¨¦s es No me olvides (Vergeet me niet), que es otra forma, y la misma, del recuerdo. ¡°Lo pensamos mucho antes de decidirnos, pero en el fondo ambos reflejan lo que buscamos: la visi¨®n de rostros -a todos nos gustan los rostros- y despu¨¦s de esta crisis, en la que hemos echado de menos la presencia de los otros, estas caras del Renacimiento devuelven la presencia de la gente¡±, reconoce Taco Dibbits. La exposici¨®n estar¨¢ abierta del 1 de octubre al 16 de enero.