Carlos Bardem: ¡°Hubo inviernos que en casa no pon¨ªamos la calefacci¨®n y ten¨ªamos trucado el contador de la luz¡±
Escritor y actor, dice vivir en un estupor permanente, critica el eufemismo con el que se habla y echa cada d¨ªa m¨¢s de menos a su madre
Escritor y actor, rara avis. Carlos Bardem (Madrid, 58 a?os) lo es y en ambos casos con ¨¦xito. El asesino inconformista (Plaza & Jan¨¦s) es su nueva novela. En la anterior, Mongo blanco, un ¨¦xito de ventas, se atrevi¨® con algo que muy pocos han narrado: la esclavitud. Ahora lo pueden escuchar en...
Escritor y actor, rara avis. Carlos Bardem (Madrid, 58 a?os) lo es y en ambos casos con ¨¦xito. El asesino inconformista (Plaza & Jan¨¦s) es su nueva novela. En la anterior, Mongo blanco, un ¨¦xito de ventas, se atrevi¨® con algo que muy pocos han narrado: la esclavitud. Ahora lo pueden escuchar en Audible, narrada por ¨¦l mismo. ¡°Para algo soy ambas cosas a la vez, escritor y actor¡±, dice. Y miembro del clan Bardem, cuya matriarca, Pilar, muri¨® el pasado verano y dej¨® en ¨¦l la huella del arte mezclado con el compromiso.
Pregunta. Es usted una rareza: un escritor actor o viceversa, ?c¨®mo se come eso?
Respuesta. Eso se come con la taxonom¨ªa: el arte de la clasificaci¨®n de las cosas y las personas. Es siempre m¨¢s un problema del que mira que de quien se siente observado. Soy actor y escritor, s¨ª, ambas las caras de una misma pasi¨®n, que es la pasi¨®n por contar. Necesitamos una narraci¨®n para hacer comprensible este caos, que es la vida: ese cuento de ruido y furia contada por un loco, que dec¨ªa Shakespeare.
P. ?Usted es de los que necesitan el caos disperso para ordenarlo o por el contrario organizar un caos con lo ya ordenado?
R. Yo soy un tipo que vive en un estupor permanente.
P. ?Qui¨¦n no!
R. Y que se va acentuando. Tengo 58 a?os y cre¨ªa tener las cosas m¨¢s claras hace 30 a?os, cuando era un imb¨¦cil.
P. ?Un imb¨¦cil en qu¨¦ sentido?
R. Cuando pensaba que llegar¨ªa a comprender las cosas.
P. ?O que el mundo iba a ser mejor?
R. El mundo es mejor. Lo que pasa es que vivimos presos de lo inmediato. Cuando ponemos las cosas en perspectiva nos damos cuenta de que vivimos mejor. Haber estudiado Historia te da esa visi¨®n. Los grandes cambios vienen dados por la tecnolog¨ªa.
P. Y por las guerras, que aceleraban para destruir esa tecnolog¨ªa¡
R. Y por las guerras que no son m¨¢s que una parte del negocio, una forma de cuadrar balances muy determinada por los cambios tecnol¨®gicos. Lo que quiero decir es que lo que antes cambiaba en siglos o milenios ahora cambia en decenios. El progreso hist¨®rico que esto conlleva es innegable. La historia es dial¨¦ctica, te lo dice un marxista de libro. Indudablemente hay un vector de progreso en ese avance.
P. ?Pero hoy? Hay demasiada gente que clama por el retroceso.
R. Lo que nos dice la polarizaci¨®n y el auge de los populismos de extrema derecha es que hay gente muy asustada. Hoy la gente, en su vida, asiste a tres o cuatro cambios sustanciales: en las formas de relaci¨®n social, en sus perspectivas. Eso produce miedo.
El miedo suspende el raciocinio y la inteligencia. Buscas salvavidas, no soluciones complejas
P. Vale, pero, ?por qu¨¦, ante eso, muchos buscan soluciones directamente fascistas?
R. Por el miedo. El miedo suspende el raciocinio y la inteligencia. Buscas salvavidas, no soluciones complejas. Esas salidas, entiendo, no proporcionan soluciones, proporcionan culpables y coartadas. Y sacan del caj¨®n las banderas, la xenofobia, la persecuci¨®n del diferente¡
P. Ha dicho usted: entiendo¡ Yo no entiendo nada.
R. Bueno, nadie entiende nada. Pero al saber que estamos abocados al fracaso y al estupor, no debemos renunciar al intento de comprender.
P. No ya, si uno no renuncia al intento de comprender, pero no entiendo nada.
R. Paradojas¡ tesis, ant¨ªtesis y s¨ªntesis. Pura dial¨¦ctica: Carlitos Marx. No entender nada es un proceso l¨®gico que parte de no entender muchas cosas. No entiendes, creo yo, porque entiendes mucho.
P. Pues vale.
R. Yo no escribo para explicar, escribo para entender.
P. Cuando ha escrito El asesino inconformista, ?qu¨¦ ha entendido?
R. Lo que dice en un p¨¢rrafo: que la vida es un intento abocado al fracaso de controlar los esf¨ªnteres y no cagarse encima. Naces cag¨¢ndote encima y mueres igual, lo que ocurre en medio es la existencia.
P. Y al escribir Mongo blanco, ?comprendi¨® la esclavitud?
R. Es una gran reflexi¨®n sobre el mal absoluto. La trata de esclavos lo fue. No puedes mantener esa atrocidad en el tiempo sin la complicidad, adem¨¢s de personas normales, lo que nos lleva a Hannah Arendt y la banalidad del mal. Hoy, por ejemplo, hemos llegado a una aceptaci¨®n fatalista de la corrupci¨®n y la impunidad del corrupto.
Vivimos en un eufemismo permanente. Si volvemos a la corrupci¨®n y cogemos un palabrejo como ¡®sobresueldo¡¯ en vez de ¡®soborno¡¯, vamos mal
P. O peor, una aceptaci¨®n festiva. Muchos jalean al que roba: ¡°Hace bien¡±, dicen. Ve como no entiendo nada¡
R. No, no, lo entiendes.
P. En t¨¦rminos absolutos, quiz¨¢s estamos mejor. Pero en eso de la esclavitud, en t¨¦rminos relativos, ?no seguimos casi en lo mismo?
R. Entre el reglamento de esclavos del siglo XIX y las legislaciones laborales de hoy, hay mejoras. Pero el precariado es una nueva forma de esclavitud, sin duda.
P. Ser¨¢ cuesti¨®n de lenguaje. Cuando una empresa tecnol¨®gica casi repite esquemas de plantaci¨®n y te quiere convencer de que con contratos precarios promueve emprendedores, eso, ?c¨®mo lo llamamos?
R. Vivimos en un eufemismo permanente. Si volvemos a la corrupci¨®n y cogemos un palabrejo como ¡®sobresueldo¡¯ en vez de ¡®soborno¡¯, vamos mal. Si le damos la vuelta y lo llamamos as¨ª, ¡®soborno¡¯, la gente entender¨ªa mucho mejor. O mediante la s¨¢tira, tambi¨¦n, como he intentado en El asesino inconformista: dar una explicaci¨®n de lo que es la corrupci¨®n mediante la ficci¨®n de algo que entendemos mejor as¨ª, en una novela, que mediante las noticias.
P. Para eso est¨¢n los novelistas y los poetas, ?no? Para entender la verdad mintiendo.
R. Para crear un territorio nebuloso que invente la realidad y dar una explicaci¨®n literaria, que no veremos en los medios de comunicaci¨®n.
P. La verdad de las mentiras, que dir¨ªa Vargas Llosa: cito un liberal para equilibrarlo con Marx, a quien ha aludido tanto.
R. Bueno, vale. Lo que yo creo es en una de las funciones m¨¢s hermosas de la literatura. Cuando la informaci¨®n, los medios, te la cuentan como una ficci¨®n, la ficci¨®n se ve obligada a contarte la realidad.
Entre el reglamento de esclavos del siglo XIX y las legislaciones laborales de hoy, hay mejoras. Pero el precariado es una nueva forma de esclavitud, sin duda
P. ?Ol¨¦! Eso le ha quedado bordado.
R. En eso estamos. En contar lo que no cuentan nuestros programas de televisi¨®n favoritos o los peri¨®dicos.
P. Como por ejemplo de eso que apenas se ha hablado en nuestro pa¨ªs, el papel tan activo que desempe?amos en el desarrollo de la esclavitud. ?Por qu¨¦ no se han escrito novelas sobre ese asunto?
R. Es un debate que se encapsul¨®. Yo tuve que llegar a la universidad para empezar a o¨ªr hablar de ello. En nuestro pa¨ªs, los negreros eran los dem¨¢s: los portugueses, los holandeses, los ingleses. Si preguntas por ah¨ª en qu¨¦ pensamos cuando escuchamos la palabra esclavos, te dicen: Kunta Kinte, Luisiana, el algod¨®n¡ Si cuentas que al tiempo exist¨ªan los grandes ca?averales de az¨²car de Cuba y Puerto Rico y que eran de espa?oles. Que Espa?a fue el ¨²ltimo pa¨ªs de Europa en abolirla, todo el mundo se queda muy sorprendido. Hay varias razones.
P. ?Cu¨¢les?
R. Muy sencillo: el origen, la acumulaci¨®n inicial de fortunas presentes de este pa¨ªs o de familias de gente que est¨¢ sentada en el Parlamento, vienen de ah¨ª, de dos cataclismos morales: el esclavismo, que era el mayor negocio de la ¨¦poca en que participaban desde la burgues¨ªa, a la aristocracia, el reino o el clero, y la guerra civil.
P. ?Y no tiene que ver con que la esclavitud, como herencia y pecado, no ha sido visible en las calles? Hasta hace dos d¨¦cadas los distintos colores de piel no eran habituales en nuestras calles.
R. Tambi¨¦n, aunque ten¨ªamos otras se?ales visibles. Cada vez que vas al norte de Espa?a y ves en una finca una palmera, sabes que pertenece a un indiano. Probablemente ese indiano se sirvi¨® de esclavos para regresar con fortuna.
La muerte no mejora la comprensi¨®n de nada. La echo cada d¨ªa m¨¢s de menos [a su madre, Pilar Bardem]. Pero tengo la suerte de que, adem¨¢s de quererla como madre, la admir¨¦ como ser humano
P. Hablemos de su madre. Usted que la entendi¨® en vida y escribi¨® un libro sobre ella, ?la entiende mejor ahora que ya no est¨¢?
R. La muerte no mejora la comprensi¨®n de nada. La echo cada d¨ªa m¨¢s de menos. Pero tengo la suerte de que, adem¨¢s de quererla como madre, la admir¨¦ como ser humano. Esto me llev¨® a?os. Su coherencia y su firmeza en mantener ciertos principios se me hac¨ªan hasta incomprensibles.
P. ?Por ejemplo?
R. Pues mira, en mi casa nunca pasamos hambre por los ovarios de mi madre: no paraba de trabajar para mantener a sus tres hijos. Hubo inviernos que en casa no pon¨ªamos la calefacci¨®n y ten¨ªamos trucado el contador de la luz. Dicho esto, mi madre siempre apartaba algo de dinero para la causa saharaui. Yo no entend¨ªa por qu¨¦ si nos faltaba dinero para ciertas necesidades ten¨ªamos que apartar algo de dinero para eso. Crec¨ª casi odi¨¢ndolos. Hasta que entend¨ª eso: que por poco que tengas siempre debes estar pendiente de quien posee menos que t¨². Es lo que hace un mundo mejor. Lo tengo claro. Con que todos hagamos un poquito m¨¢s por alguien, tendremos un mundo mejor.