Hannah Arendt sigue pensando
La fil¨®sofa alemana reflexion¨® sobre muchos de los temas que nos siguen preocupando: el peligro de las emociones en pol¨ªtica, la confusi¨®n entre hechos y opiniones, la crisis de la cultura o el totalitarismo. Su obra vive un aut¨¦ntico 'boom' editorial
Dec¨ªa Isak Dinesen que se puede soportar todo el dolor si lo convertimos en una historia. Algo parecido podr¨ªa afirmarse de la inclasificable Hannah Arendt y su fecunda relaci¨®n con la teor¨ªa pol¨ªtica, un campo del saber que revindic¨® con ah¨ªnco y que le sirvi¨® para sobrellevar todas las crisis pol¨ªticas y personales de los amargos tiempos que le toc¨® vivir. Hoy, como entonces, el vocabulario que emple¨® para pensar y narrar el mundo, sus reflexiones y esa escritura tan bella, tan suya, nos ayudan a interpretar lo que nos ocurre, aunque solo sea como simples enanos mirando el mundo a hombros de gigantes. Ella, desde luego, lo fue, y siempre es una maravillosa sorpresa descubrir que, tras una obra brillante, hay tambi¨¦n una vida que irradia luz. Fue as¨ª, curiosamente, como ella misma describi¨® a sus referentes en Hombres en tiempos de oscuridad: Isak Dinesen, la apasionada autora de Memorias de ?frica, para quien relatar historias era ¡°dejar que se vayan¡± y animaba a ¡°repetir la vida en la imaginaci¨®n¡±; Walter Benjamin, aquel ¡°hombrecito jorobado¡± de po¨¦tico pensamiento; o su maestro Karl Jaspers, cuya vida consagrada a la Humanit?t hizo que la luz de lo p¨²blico terminara por ¡°modelar toda su persona¡±.
Fue as¨ª como Arendt mir¨® y describi¨® a sus contempor¨¢neos, con la misma empat¨ªa y honestidad intelectual con las que trat¨® de contemplar y analizar las turbulencias pol¨ªticas del siglo XX. Quien quiera encontrar en ella un pensamiento sistem¨¢tico, un corpus te¨®rico ordenado y coherente, es mejor que no acuda a sus escritos. La originalidad de Arendt radica precisamente en que sus libros escapan a cualquier clasificaci¨®n. Cada uno obedece a un prop¨®sito y un tema diferentes, y en ellos disecciona conceptos con la precisi¨®n de un cirujano y la belleza de quien sabe que el lenguaje es un preciado tesoro, escapando de cualquier tentaci¨®n de encerrar su pensamiento en un sistema, incluso de ofrecer una l¨ªnea argumental que sirva de ¡°barandilla¡± o ¡°pasamanos¡±, como ella misma dec¨ªa, para construirnos un refugio tranquilizador donde todo nos encaje. Muy al contrario, describi¨® la actividad de pensar como entendi¨® su propia vida, como un riesgo y desde una inspiraci¨®n profundamente socr¨¢tica, comprendida como un ejercicio que sacude y expulsa rutinas, que nos obliga a tejer y destejer constantemente nuestros pensamientos.
Arendt encar¨® los temas m¨¢s complejos con el coraje y la prudencia del pensador que los mira de frente y los analiza desde la distancia y con el filtro de la reflexi¨®n. En sus obras, subray¨® la importancia del juicio pol¨ªtico como esa manera concreta que adopta el pensar en el mundo de la pol¨ªtica, y habl¨® tambi¨¦n de nuestra responsabilidad, de la radicalidad del mal y su banalizaci¨®n, del totalitarismo como argamasa homogeneizadora de sujetos atomizados, de la actividad del pensar y la artificialidad y evanescencia de la esfera p¨²blica, y de esa ¡°brillante luz de la presencia constante de los otros¡±. No se arrug¨® ante ning¨²n tema: la verdad y la mentira en pol¨ªtica, el poder como acci¨®n concertada y su opuesto, la atracci¨®n por la violencia. Son solo algunos ejemplos de todo lo que Arendt se atrevi¨® a pensar de forma genuina, controvertida e incisiva, siempre con voz propia: la ¨²nica manera de pensar. Por eso no es casual que hoy sus palabras nos interpelen con tanta fuerza. Su poder est¨¢ en su peculiar manera de abordar los grandes temas, de sacar a la luz sus muchos y parad¨®jicos aspectos, de enlazar sutilmente conceptos y atreverse a hacer todas las preguntas.
Durante los ¨²ltimos a?os, nos hemos visto obligados a tornar la mirada hacia Los or¨ªgenes del totalitarismo, donde disecciona las claves que explican esa extra?a lealtad consustancial a los movimientos de masas que hoy buscan los populistas de toda ralea. El ejemplo paradigm¨¢tico es, por supuesto, Trump, y aquellas escalofriantes palabras que pronunci¨® en Iowa en la campa?a de 2016: ¡°Podr¨ªa estar en medio de la Quinta Avenida y disparar a alguien, y no perder¨ªa votantes¡±. Este seguidismo acr¨ªtico estaba relacionado con esa idea que ¨¦l supo activar en sus votantes y que Arendt describ¨ªa en su obra magna: formaban parte de algo m¨¢s grande que una fuerza pol¨ªtica convencional; integraban un movimiento. Muchos de los fen¨®menos que describen esta era de la posverdad fueron explicados y desarrollados por Arendt al hablarnos de la adhesi¨®n inquebrantable a los nuevos demagogos de su tiempo. Superviviente de una ¨¦poca m¨¢s convulsa que la actual, Arendt supo ver c¨®mo tales movimientos presentan siempre sistemas de significado alternativos perfectamente coherentes, donde lo que convence a sus integrantes no son los hechos (¡°ni siquiera los hechos inventados¡±, nos dice) sino la consistencia aparente de aquello a lo que sentimos pertenecer. Aparece ya aqu¨ª la insoportable carga emocional con la que hoy nos adherimos a nuestra tribu.
La autora de Verdad y pol¨ªtica nos ayud¨® tambi¨¦n a diferenciar entre verdades factuales y opiniones, advirti¨¦ndonos que ¡°la libertad de opini¨®n es una farsa si no se garantiza la informaci¨®n objetiva y no se aceptan los hechos mismos¡±. De estas observaciones se destila la inmensa importancia que Arendt concedi¨® a la esfera p¨²blica, ese espacio que permite la existencia de un ¡°mundo com¨²n¡± y su inevitable conexi¨®n con la pluralidad de opiniones y la libertad humana. Porque solo con la discusi¨®n ¡°humanizamos aquello que est¨¢ sucediendo en el mundo y en nosotros mismos, por el mero hecho de hablar sobre ello; y mientras lo hacemos, aprendemos a ser humanos¡±. Nos alertaba Arendt del riesgo de colmar ese espacio de una ¨²nica verdad, pues cualquier verdad ¡°termina necesariamente el movimiento del pensamiento¡±. As¨ª, pluralidad y libertad van en ella siempre de la mano, conectadas con la esfera p¨²blica desde su republicanismo, en ese espacio de aparici¨®n que posibilita la autonom¨ªa personal y pol¨ªtica precisamente all¨ª donde conviven voces disidentes, impulsando una discusi¨®n aut¨¦ntica, capaz de generar un ¡°mundo com¨²n¡±. Pero es la informaci¨®n objetiva la que garantiza que nos podamos pronunciar sobre algo con un anclaje en lo real, huyendo de realidades paralelas o de la tentaci¨®n de trasladar a lo p¨²blico meras inquietudes privadas. Las opiniones solo pueden formarse a condici¨®n de que existan esa informaci¨®n objetiva y una discusi¨®n aut¨¦nticamente plural y abierta; de lo contrario, habr¨¢ ¡°estados de ¨¢nimo, pero no opiniones¡±. Resulta inevitable pensar en la actual quiebra del espacio p¨²blico derivada del absurdo poder de las redes, de su potestad para expulsar a las voces disidentes y colmar el debate de mera emocionalidad.
La reivindicaci¨®n de la pura facticidad no le hizo eludir las preguntas pol¨ªticas sobre c¨®mo los hechos del pasado afectaban al presente, pero tambi¨¦n al futuro. Su motivaci¨®n, su impulso pol¨ªtico estuvieron caracterizados por lo que ella misma denomin¨® ¡°amor del mundo¡±, por nuestra responsabilidad para con su cuidado. Por eso necesitamos a Arendt, porque construye a partir de la esperanza, convirti¨¦ndola en categor¨ªa pol¨ªtica. Hoy, cuando parece que todos los males residen en el futuro, Arendt nos recuerda que, mientras haya nuevas vidas, siempre existir¨¢ la posibilidad de ¡°un nuevo comienzo¡±, porque ¡°cada reci¨¦n llegado¡± tiene la capacidad de ¡°hacer algo nuevo¡±, la facultad de hacer y mantener nuevas promesas que permitan construir ¡°islas de seguridad¡±. Dichas promesas son los pactos sobre los que se erigen las instituciones, el marco de referencia que permiten desarrollar el juego de nuestra vida en com¨²n. Sin ellas, no hay juego ni estabilidad posibles, pero tampoco, curiosamente, pluralidad, acci¨®n o movimiento. La ausencia de certezas no nos libera de la responsabilidad de cuidar el mundo que compartimos. Ese es el legado de Hannah Arendt. Quiz¨¢ no sea un mal punto de partida.
Lecturas
Hannah Arendt. Una biograf¨ªa. Elisabeth Young-Bruehl. Paid¨®s.
Hannah Arendt. Laure Adler. Ariel.
Eichman en Jerusal¨¦n. Hannah Arendt. Lumen/Debolsillo
Los or¨ªgenes del totalitarismo. Hannah Arendt. Alianza
La condici¨®n humana. Hannah Arendt. Austral
La vida del esp¨ªritu. Hannah Arendt. Paid¨®s
Sobre la revoluci¨®n. Hannah Arendt. Alianza
Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexi¨®n pol¨ªtica. Hannah Arendt. Austral
Ensayos de comprensi¨®n. Hannah Arendt. P¨¢gina ind¨®mita
Crisis de la Rep¨²blica. Hannah Arendt. Trotta
Tiempos presentes. Hannah Arendt . Gedisa
Hombres en tiempos de oscuridad. Hannah Arendt. Gedisa
Diario filos¨®fico. Hannah Arendt. Herder.
Poemas. Hannah Arendt. Herder
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