Manual de la esposa de un genio
Las memorias de Ana Dostoieskaia descubren a una mujer valerosa que fue mucho m¨¢s que una simple asistente del creador de ¡®Crimen y Castigo¡¯
Contaba Ana apenas veinte a?os cuando su profesor de taquigraf¨ªa le propuso sacarse alg¨²n dinero ayudando a un escritor a terminar su novela. Cuando la brillante alumna supo que el novelista era nada m¨¢s y menos que el c¨¦lebre Dostoievski, autor idolatrado por su padre, se present¨® en su estudio nerviosa y expectante: ?C¨®mo se le hablaba a un escritor, en qu¨¦ lenguaje se expresaba un genio? La joven Ana se encontr¨® a un hombre achacoso, ensimismado, que parec¨ªa no advertir la presencia de su nueva ayudante. En muy poc...
Contaba Ana apenas veinte a?os cuando su profesor de taquigraf¨ªa le propuso sacarse alg¨²n dinero ayudando a un escritor a terminar su novela. Cuando la brillante alumna supo que el novelista era nada m¨¢s y menos que el c¨¦lebre Dostoievski, autor idolatrado por su padre, se present¨® en su estudio nerviosa y expectante: ?C¨®mo se le hablaba a un escritor, en qu¨¦ lenguaje se expresaba un genio? La joven Ana se encontr¨® a un hombre achacoso, ensimismado, que parec¨ªa no advertir la presencia de su nueva ayudante. En muy poco tiempo, esta muchacha discreta y perspicaz comprendi¨® los sufrimientos del viudo atormentado y se comprometi¨® a ayudarle en la escritura de una novela que resultar¨ªa ser El jugador; supo tambi¨¦n que las prisas por terminar la obra ven¨ªan provocadas por las deudas, que la salud del escritor era d¨¦bil y que este hombre triste arrastraba la desgracia desde ni?o.
A los ojos de Fi¨®dor, la muchacha se fue haciendo visible e imprescindible. Si hoy conocemos la extra?a manera en que el novelista se le declar¨®, vali¨¦ndose del argumento de una novela porque no se atrev¨ªa a pedir su mano a las claras, es porque Ana escribi¨® en los ¨²ltimos a?os de su vida unas memorias esenciales para el conocimiento de los logros y pesares del gran escritor moscovita. Dostoesvski, mi marido llega a Espa?a por primera vez, aunque en Rusia, Ana Dostoieskaia es considerada una gran memorialista y este volumen se reimprime constantemente. El t¨ªtulo, que bajo una mirada actual puede resultar cursi, define a la perfecci¨®n lo que la autora desea contar: la entrega y la admiraci¨®n que sinti¨® hacia un hombre complejo: ¡°Amaba infinitamente a mi marido, pero el m¨ªo no era un amor apasionado o el amor carnal que puede darse entre dos personas de la misma edad; mi amor, puramente cerebral, ideal, era m¨¢s bien adoraci¨®n por un genio ante el que me inclinaba¡±.
Cuenta su editora, Alicia de la Fuente, que en un principio sinti¨® rechazo por la actitud subordinada que defin¨ªa el t¨ªtulo del libro, pero al leerlo descubri¨® una voz que merec¨ªa la pena escuchar. Ana Dostoievskaia ten¨ªa 35 a?os cuando muri¨® su marido, tuvieron cuatro hijos de los que sobrevivieron dos, hubo de hacer frente a la salud precaria del escritor, a sus continuos ataques epil¨¦pticos, a la amenaza de los acreedores, fren¨® la codicia de familiares y falsos amigos que timaban constantemente al ingenuo autor y lidi¨® con las partes oscuras del car¨¢cter de su hombre: los celos patol¨®gicos y los impulsos lud¨®patas. A pesar de una existencia insegura en lo econ¨®mico y dram¨¢tica por las p¨¦rdidas de los hijos, esta mujer valerosa fue mucho m¨¢s que una simple asistente del artista. Desment¨ªa con su comportamiento la idea de Dostoievski, tan de la ¨¦poca, de que las mujeres son inconstantes e incapaces de emprender grandes proyectos. Ella se propuso demostrarle que estaba equivocado, y vaya si lo consigui¨®: su labor como editora y su entrega tozuda a la difusi¨®n de la obra del marido dan una idea del alcance de su inteligencia.
Si la figura de Ana Grig¨®rievna fuera narrada por una escritora de hoy, probablemente todo cap¨ªtulo de esa vida sacrificada estar¨ªa al servicio de demostrar el insoportable sometimiento al que se vio abocada una mujer brillante; siendo eso cierto, nuestros principios ideol¨®gicos actuales no pueden oscurecer lo que nos cuenta un alma de otra ¨¦poca. A pesar de la devoci¨®n que Ana expresa por su marido en estas sorprendentes memorias, hay en ella, en la mujer que cuenta, una dignidad y una soberan¨ªa que no son vulneradas a pesar de entregar la vida al talento ajeno. Conocemos a trav¨¦s de sus palabras al extra?o Fi¨®dor, que tanto amor y confianza deposit¨® en ella, la entrega com¨²n a los hijos, la ternura que siempre se profesaron.
Si Ana fuera una mujer de hoy habr¨ªa desarrollado una vida profesional, editando los libros de su marido y los de tantos otros, porque ten¨ªa olfato para el talento literario. Qui¨¦n sabe si hubiera sido agente, traductora, librera, correctora, empresaria. Esa aguda inteligencia para hacer brotar la creatividad ajena se hubiera concretado en una profesi¨®n. Por fortuna, se va perdiendo la figura del genio, siempre masculino, con potestad para manejar vidas ajenas; a su vez, las mujeres desean ser algo m¨¢s que una sombra. Pero leer estas memorias de Ana sobre su marido nos revela algo que va m¨¢s all¨¢ del autor de Los hermanos Karamazov: estamos ante la figura de una mujer extraordinaria.