Espinas, la nueva editorial que recupera obras de escritoras del pasado ignoradas por el canon
La fil¨®loga Alicia de la Fuente dirige este sello independiente y feminista de autoras
El sal¨®n de la fil¨®loga y editora Alicia de la Fuente (Madrid, 31 a?os) est¨¢ engullido por una enorme librer¨ªa, una mesa y un escritorio con torres de libros. Hasta el aire queda atravesado por la literatura cada vez que los gatos saltan. Responden al nombre del escritor estadounidense Paul Auster y de la mexicana Elena Garro, figura clave del realismo m¨¢gico latinoamericano. ¡°Hubo mujeres en el boom, aunque no se les haya hecho justicia¡±, resopla De la Fuente, cuyo hogar es ahora el cuartel de Espinas, una editorial nacida para difundir la obra de autoras que fueron ignoradas por la cultura can¨®nica. ¡°La violencia con la literatura de las mujeres se ha dado en todos los puntos del globo, solap¨¢ndolas, ocult¨¢ndolas y al final olvid¨¢ndolas¡±, sintetiza.
Durante el confinamiento, en uno de esos d¨ªas insulsos que incitaban a rebuscar en el trastero de los recuerdos, De la Fuente reley¨® una de las entradas del blog literario que hab¨ªa creado en los a?os dos mil con fervor adolescente. Se encontr¨® con una entrada que recorr¨ªa los autores a los que admiraba. ¡°Todos eran hombres. ?C¨®mo pod¨ªa ser que no mencionara a ninguna mujer?¡±. Ech¨® la vista atr¨¢s. En el colegio, el libro de lengua no les hizo sitio entre Gald¨®s, Victor Hugo o Mark Twain. En Filolog¨ªa apenas vio de soslayo las obras de Juana In¨¦s de la Cruz y Laura Esquivel, entre una cascada de nombres masculinos. ¡°Hasta mi madre, maestra, conoc¨ªa poco m¨¢s que a Carmen Gaite y a Gloria Fuertes¡±, recuerda.
De la Fuente cre¨® entonces un nuevo blog ¡ªEscritoras en la historia¡ª, contrapuesto a esa epifan¨ªa del pasado, y pudo constatar algo a¨²n m¨¢s grave. Sus seguidoras deseaban las obras de las escritoras decimon¨®nicas que rese?aba, pero eran imposibles de conseguir. Ella hab¨ªa encontrado esos tomos ¡ªtras mucho buscar, da?ados y por precios astron¨®micos¡ª en webs de coleccionistas o en viejas librer¨ªas. Entendi¨® que hab¨ªa un nicho, no solo de mercado, sino hist¨®rico, para valientes que quisieran salvar ese legado.
Dos mu?equitos rusos conforman la portada del primer libro de su editorial: Dostoievski, mi marido, de Ana G. Dostoievskaia (1846-1918). ?l, gris¨¢ceo, aparece tirado en el suelo; ella, de pie, vestida de rojo, emerge entre flores con un bol¨ªgrafo y un libro en las manos. Cautivada por la narrativa del escritor ruso desde peque?a, Alicia de la Fuente investigaba sobre ¨¦l cuando descubri¨® que su mujer hab¨ªa sido ¡°memorialista, bi¨®grafa y editora del propio Dostoievski¡±. ¡°?l era un genio, pero no hubiera podido escribir sus libros sin ella¡±, sentencia. Ese primer ensayo de la editorial vino seguido por la edici¨®n de una suerte de ¡°don Juan femenino¡±, Blanca Sol, de la peruana Mercedes Cabello de Carbonera (1845-1909), insultada hasta por sus compa?eras coe?t¨¢neas. La fil¨®loga prepara ahora un tercer libro, obra de una espa?ola cuyo nombre prefiere no desvelar.
Si los libros dejan constancia de lo que fuimos, las mujeres nunca ser¨¢n hasta ser publicadas. El nombre de la editorial, que rescata las palabras de las mujeres del olvido y el silencio para que sus obras viajen a los lectores del mundo actual, es un grito contra aquella mordaza: ¡°S¨ª hab¨ªa autoras, solo ten¨ªamos que encontrarlas y arrancarnos esa espinita clavada¡±.
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