?Petardo¡!
Una muy descastada y birriosa corrida de Juan Pedro Domecq desata la ira del p¨²blico, que abarrot¨® la plaza
Una muy descastada, desfondada y deslucida corrida de Juan Pedro Domecq colm¨® la paciencia del muy benevolente p¨²blico de Madrid que abarrot¨® los tendidos para ver a tres figuras de arte y se llev¨® a su casa una de las grandes decepciones que imaginarse pueda. Las palmas de tango, los gritos de ¡°fuera, fuera¡± o ¡®toro, toro¡¯ y un cartel en el tendido 7 que reclamaba ¡°el toro de Madrid¡± protagonizaron una tarde para el olvido y tambi¨¦n para la reflexi¨®n de todos l...
Una muy descastada, desfondada y deslucida corrida de Juan Pedro Domecq colm¨® la paciencia del muy benevolente p¨²blico de Madrid que abarrot¨® los tendidos para ver a tres figuras de arte y se llev¨® a su casa una de las grandes decepciones que imaginarse pueda. Las palmas de tango, los gritos de ¡°fuera, fuera¡± o ¡®toro, toro¡¯ y un cartel en el tendido 7 que reclamaba ¡°el toro de Madrid¡± protagonizaron una tarde para el olvido y tambi¨¦n para la reflexi¨®n de todos los intervinientes en este espect¨¢culo.
Juan Pedro Domecq lleva un a?o para enmarcar, de fracaso en fracaso, en Fallas, la Feria de Abril (dos tardes) y, ahora, en San Isidro, pero ah¨ª sigue como uno de los hierros ganaderos m¨¢s prestigiosos y exigidos por los toreros que est¨¢n en lo m¨¢s alto. La corrida de hoy es buena prueba de ello.
Toros desiguales de presentaci¨®n, blandos de remos, irregulares en los caballos y absolutamente decepcionantes en el tercio final: apagado y triste el primero; moribundo el segundo; con la cara por las nubes y dificultoso el tercero; muerto en vida el cuarto; muy desigual el quinto, y aplomado el sexto. Seis toros que conformaron un petardo en toda regla.
El punto culminante de la tarde se alcanz¨® en la lidia del cuarto, que no tuvo la deferencia de embestir una sola vez a la muleta de Morante. Las protestas, los gritos y la bronca final se generalizaron, y los platos rotos se los llev¨® el torero, aunque no est¨¢ claro si los improperios iban tambi¨¦n dirigidos a la autoridad, el empresario, el ganadero y al taurinismo en general que han convertido este espect¨¢culo en una descarada verg¨¹enza.
Morante se present¨® en la plaza montado en una jardinera y vestido con un traje azul y azabache, de cuya chaquetilla sobresal¨ªan dos pa?uelos blancos, y un chaleco dorado; su mozo de espada iba calado con una gorrilla y le moj¨® la muleta con el t¨ªpico botijo. Una imagen muy tradicional y castiza, como le gusta al torero sevillano, pero en el tema de los toros ha elegido para la ocasi¨®n los m¨¢s modernos y desastrosos que pastan en el campo. Tanto es as¨ª que Morante pas¨® por Las Ventas como una sombra; un atisbo de ver¨®nica y media en el quite en su primero, y hasta ah¨ª se pudo leer.
No tuvieron mejor suerte sus compa?eros de cartel, Ortega y Aguado, dos j¨®venes artistas que bien har¨ªan en reflexionar sobre su presente. El primero se salv¨® con el capote -cuatro ver¨®nicas templad¨ªsimas para recibir a su primero, un par de delantales en el quite, y otro por chicuelinas primorosas en el quinto-, pero dej¨® la impresi¨®n de que su nivel de ambici¨®n taurina est¨¢ muy bajo. Debi¨® apretar mucho m¨¢s en su lote, especialmente ante el quinto, y no conformarse con detalles de unos ayudados iniciales y un par de derechazos.
Es el mismo caso de Pablo Aguado -brillante tambi¨¦n en unas inspiradas chicuelinas en el quinto-; torpe, inseguro, desconfiado y muy por debajo de las escasas condiciones de su primero, y a merced de las deslucidas circunstancias del sexto.
Ambos dos necesitan una reuni¨®n de urgencia de sus respectivos consejos privados porque el cr¨¦dito se agota, y se impone, a la vista est¨¢, un cambio de estrategia. Las buenas maneras y dos detalles con el capote no son suficientes para mantener una trayectoria de figura.
No es el caso de Juan Pedro, que a pesar de sus reiterados petardos, continua en primera l¨ªnea, y alg¨²n toro saldr¨¢ a lo largo de la temporada que lo redima del desastre actual y la ganader¨ªa vuelva con todos los honores a la agenda de toreros y empresarios para el a?o que viene.
Domecq/Morante, Ortega, Aguado
Toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación, desiguales en varas, descastados, sosos, desfondados y muy deslucidos.
Morante de la Puebla: dos pinchazos, casi entera y un descabello (algunos pitos); dos pinchazos y media perpendicular (bronca).
Juan Ortega: pinchazo y casi entera caída (silencio); pinchazo y estocada caída (ovación).
Pablo Aguado: pinchazo, pinchazo hondo y tendido y dos descabellos (silencio); dos pinchazos, casi entera _aviso_ y un descabello (silencio).
Plaza de Las Ventas. 26 de mayo. Decimonovena corrida de la Feria de San Isidro. Lleno de ‘no hay billetes’ (22.964 espectadores, según la empresa).